Hablar de playas en Menorca es hablar de calas, lugares en los que sí se nota la temporada alta, ya que si uno quiere asegurarse un hueco en la arena tiene que madrugar. Casi todas las calas que mantienen su carácter salvaje tienen un acceso complicado, caminos sin asfaltar o carreteras de doble sentido por las que a duras penas cabe un coche. A veces se puede dejar el coche bastante cerca y otras es obligatorio darse una buena caminata. Lo mismo ocurre si se quiere acceder de una cala a otra cercana, por lo que además de las chanclas es imprescindible llevar calzado deportivo en el maletero. El sistema para controlar la afluencia de visitantes se realiza mediante la ocupación del parking de la cala, en cuanto el parking está lleno hay que dar media vuelta y buscar otro lugar donde extender la toalla. El tope máximo de hora de llegada en temporada alta está en torno a las 10 de la mañana.
La isla está rodeada de calas en su totalidad, cada una con su encanto. Constatamos que las que más éxito tienen son las del sur, pero hay calas en el norte que no desmerecen nada. Lo más acertado es elegir las playas en consonancia con la dirección que lleve el viento para asegurar el buen tiempo. Cabe mencionar que hasta este mismo año había que pagar para entrar en algunas calas dado que los propietarios de los caminos que llegan a ellas exigían una tasa por el tránsito de vehículos, pero después de muchos años de lucha se ha conseguido abolir esta injusta medida. Este fue nuestro recorrido:
Cala de Algaiarens: El aterrizaje a las 9 de la mañana nos aseguraba la mañana de playa, pero en previsión de que no tendríamos opción a entrar en ninguna playa del sur, el primer chapuzón en aguas baleares tuvo lugar en la zona norte. Una cala muy bonita y tan sólo un anticipo de lo que estaba por venir.
Santa Galdana: La parte más explotada turísticamente de Menorca. La cala es una maravilla, una concha de aguas muy tranquilas donde es un lujo sumergirse. Lejos del entorno salvaje de la mayoría, Santa Galdana se ha visto invadida por grandes moles de cemento a pie de playa que le restan encanto pero que han de existir en toda ciudad con costa. Más adelante volveríamos a Santa Galdana, pero esta vez como punto de partida para visitar unas cuevas en kayak.
Pregonda: El viento nos jugó una mala pasada la mañana que fuimos a Pregonda. Cuando llegamos a la cala, era imposible aguantar el aire, incluso una embarcación había encallado, así que nos fuimos por donde vinimos, un precioso paraje verde con arenas rojizas que nos hizo sentir muchísima pena por lo que podía haber sido un gran día. A cambio, y en vistas de que a esas horas no podríamos acceder a ninguna otra playa, aprovechamos para hacer turismo por Ciudadela y Mahón.
Macarella y Macarelleta: Las calas más famosas de la isla con bastante razón. El acceso es bastante complicado y existe la posibilidad de dejar el coche en un parking gratuito que está a 20 minutos andando o en un parking a 5 minutos por el que cobran 5€. Macarella es un entrante precioso de aguas color turquesa, pero pronto nos encaminamos a Macarelleta, una pequeña cala anexa a la que hay que llegar por un camino que dura en torno a un cuarto de hora y que en principio estaba calificada como playa nudista. Fuimos para echarle un vistazo pero no pudimos resistirnos a ese entorno paradisíaco y nos quedamos toda la mañana. A continuación está Cala Turqueta que también estaba en nuestro itinerario pero a la que no pudimos ir finalmente. Queda como plan prioritario para la próxima vez que viajemos a la isla.
Mitjana: Tiene dos parkings, ambos gratuitos. Uno junto a la playa y otro a un kilómetro, quien llega antes, se acerca más. La cala es una preciosidad, te brinda la posibilidad de acceder a un acantilado en el que hay unas vistas impresionantes y también se puede acceder mediante un camino a un entrante de mar en el que nos dimos un baño después de sortear algunas piedras sin que tan siquiera nos amilanara la presencia de medusas que toparon con alguna que otra pierna y mano sin llegar a mayores consecuencias.
Volvimos a esta playa de nuevo, pero esta vez, en vez de por tierra, lo hicimos por mar ya que hicimos una ruta en kayak desde la cercana Santa Galdana para ver las cuevas naturales. La ruta fue accidentada como todo deporte que se practica por primera vez y por la presencia de algo de viento. No obstante, y a pesar de que tardamos dos minutos en volcar una embarcación que nos habían asegurado que tenía casi nula posibilidad de vuelco, superamos las adversidades con mucho ánimo, algunas risas (sobre todo de los que pudieron ver la escena) y agujetas al día siguiente.
Cala Tortuga: Enclavada en la Albufera des Grau. Hasta el parque natural se accede a través de una carretera estrecha que llega hasta el final de la isla, donde está situado el faro, pero a partir de ahí, el acceso a las calas es a pie. El paisaje está protegido y es una maravilla y si se elige el camino que va bordeando los acantilados, las vistas son insuperables. Existen varias calas seguidas y nosotras optamos por quedarnos en cala tortuga por una recomendación. Allí pasamos la tarde y aunque Macarella, Macarelleta y Mitjana eran como estar en el paraíso, esta cala, un poquito más larga que las anteriores, me encantó.