26 de agosto de 2008 | |

Fragilidades

La crónica de la era Menorca sirvió para evadirse de lo evidente, de lo trágico cotidiano que planea sobre nuestras cabezas y que nos reaviva por unos instantes la conciencia carpe diem que todos llevamos dentro. Lástima que ésta sea tan voluble y nosotros tan olvidadizos que al minuto siguiente volvemos a caer en el eterno error de darle importancia a lo nimio. Y es que considero que esas insignificancias son una forma de darle entidad al pequeño universo de cada uno, las vidas de los que se han ido también se componían de esas nimiedades y precisamente eso es lo que ahora nos emociona de ellos cuando caen en nuestras manos sus historias comunes.

Y al lado de esa magna sacudida y de los días de testimonios, yo he vuelto a mi lugar. Ando estos días intentando saber cómo dosificar la energía que he recargado en las jornadas de sol y asueto, recolocándome. Quizás incluso me sienta un poco desorientada. Quizás por eso y por otras cosas, llevo un largo rato triste, y eso que entre que he identificado ese agujero en el estómago y me he puesto a escribir he disfrutado de un concierto estupendo y he pasado un buen rato entre compañeros. Pero ya saben, la tristeza, cuando llega, te anega un poco y cuesta bastante achicarla.

Hace unos días tomé una decisión difícil, de esas que una vez tomadas se tienen por inamovibles. Sé que es complicado ponerse en el lugar y ver lo que esa decisión supone y por eso, he esperado largamente la reafirmación de que estoy en lo correcto de alguien que conoce muy bien estas circunstancias. Hoy por fin ha llegado, y no sólo ha ratificado mi decisión, sino que ha aprovechando para animarme con toda su buena intención a ser lo que por ahora no puedo ser.

Un magnífico apoyo y unas palabras preciosas pero por desgracia, sumamente dolorosas. En definitiva, una de esas nimiedades que deberían arrinconarse para dejar paso al optimismo y poder brindarse al carpe diem del que hablábamos, pero que sin poder evitarlo, te recuerdan tu fragilidad y las pequeñas caídas libres que de verdad hacen de tu pequeño universo un lugar realmente habitable.
Si yo pudiera me llevaría la tristeza
De tu cabeza, de tu cabeza...
El blues de la generación perdida - Amaral -

5 comentarios:

Grine dijo...

Deshágase cuanto antes de esa mala sensación y déjese llevar por el carpe diem, no me diga que la inyección de energía de la música no anima a cualquiera... amén de la estupenda compañía :p

Mentxu dijo...

Pues sí, no negaremos que anima a cualquiera. Joder qué voz, qué artista más digno. Esta mañana me he colocado el disco en cuanto he amanecido y me sigue admirando el directo.

Por cierto, llevaba en el bolso el CD con los "documentos reservados" que pensaba darle al final para que la transacción no resultara sospechosa a ojos de nadie...Tan al final lo dejé que se me olvidó. Qué cabeza.

No será problema. Habrá que volverse a ver.

Besos

Grine dijo...

Es un buen motivo para volverse a ver, una excusa cualquiera. ¿Qué tal una cena en su japo en cuanto el cuerpo le pida calle? Queda invitada oficialmente por las molestias que le he causado ;)

Qué gran voz y qué guapete... pese a la barriguita está estupendo para mi gusto.

Mentxu dijo...

En mi japo...jeje. Creo que no será oficialmente "mi japo" hasta que consiga no ponerme nerviosa al pensar que tengo que comer con palillos...pero OK, me parece un buen marco para el traspaso de documentos confidenciales.

Otra cosa...que sepas que lo más comentado por estos lares es la barriguita imposible de disimular de Bosé...jajaja..eso sí, la 2º cosa más comentada es lo mucho que gustó el concierto...

Un beso chiquitín
con un swing por aquí por allí
un beso chiquitín con un swing haa !
un beso chiquitín con un swing...

Mentxu dijo...
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