22 de diciembre de 2011 | | 2 comentarios

Un final...

¿feliz? ¿Cómo en las películas? - Podría ser.

Hasta donde sé, el tiempo es el que marca el ritmo de nuestras vidas, la mayoría de las veces de forma vertiginosamente increíble, por ello, la frase más oída de los últimos días del año puede llegar a ser ¿pero cómo se ha podido pasar tan rápido? Un año es un año, muchos días, muchas noches, muchas horas de trabajo y de esperar a que pase el tiempo...un año tras otro y el tiempo vuela, otra vez con la cuenta atrás y con los buenos propósitos, otra vez con las esperanzas a remojo para que todo vaya bien a partir del año que viene. Menos mal que tenemos cada 31 de diciembre para salir de ese bucle que sería la vida si no hubiera por donde ir fraccionándola.

Y ahora las cuentas particulares...qué se le pide a un año, qué se rememora de otro...2011 se va con la verdadera forma de hacerse mayor: irse de casa, con la experiencia vital de hacerse a las maneras y a las formas y a las etiquetas y a las manías y a las obviedades y extrañezas de otro. 2011 se va con un año dedicado a organizar cómo organizarse, con tiempo para sentirse mal porque no hay tiempo...con la sensación de haber vivido mucho tiempo una vida y tener que acostumbrarse a vivir otra. Un año de cambios.

Un año de viajes adaptados al bolsillo: una escapada a Pamplona, una semana en la estupenda ciudad de Estocolmo, un fin de semana largo en Bolonia y Verona, un puente en un hotel termal impresionante en Soria...Ahí quedan las fotos, el recuerdo, nuestros pasos sobre las ciudades, nuestros pasos por el mundo...juntos.

Me gustan los años pares, así que 2012 me suena bien. De todo lo que ocurra a partir de hoy poco se sabrá aquí, en este blog que comenzó en marzo de 2008 y que a su vez daba continuidad a otro blog que ya ni recuerdo cuándo empecé, por lo que supongo que han pasado 4 ó 5 años. Vuelvo la vista y creo que me hubiera gustado escribir otro tipo de cosas, haber tenido más constancia. Uno siempre quiere ser mejor, obtener otros resultados, pero somos los que somos y tenemos las cualidades que tenemos, por lo que éste es el inestimable resultado de unas cuantas horas frente al ordenador contando pequeños trocitos de mi vida, lo que me ha sucedido en este tiempo (y lo que me ha pasado por encima), lo que he disfrutado, he reído, he leído, he querido y he viajado...no puedo pedir más...sólo que este blog no desaparezca del espacio virtual y esté ahí cuando yo quiera releerlo porque en el fondo es un diario, una hoja escrita olvidada en alguna parte, una confesión escuchada a través de una rendija...un placer que me he permitido durante un tiempo pero que me pide darle fin porque un blog sin continuidad no tiene sentido.

Muchas gracias a todo el que haya llegado hasta este blog y hasta esta entrada por arte de buscador o de forma voluntaria. En el aire queda cualquier posibilidad de escribir de nuevo y empezar alguna vez desde cero. Quizás, quién sabe, algún día me atreva con unos versos. Con tiempo y con ganas de darle rienda suelta a la poesía, todo es posible.

Gracias por haber sido testigos de mi paso por la red. Gracias
ad infinitum por presenciar este final feliz...como en las películas.

27 de octubre de 2011 | | 0 comentarios

Downton Abbey

Aunque la oferta de canales sea cada vez más apabullante, hace ya tiempo que en mi caso, la televisión se redujo a las series, en su mayoría de producción estadounidense. Boyero ha dicho en numerosas ocasiones que el mejor cine se encuentra en la actualidad en algunas series, ficciones que enganchan por su calidad y por su variedad.

Soy fiel a unas tres o cuatro series según la época, en verano la cifra baja bastante y para mí, son puro entretenimiento. Un capítulo para acabar el día los días que puedo es ya una costumbre y algo que me encanta seguir, no me importa "engancharme", sobre todo cuando eso supone un buen rato y además la serie es de calidad.

Una de esas series que a uno le encantaría volver a ver desde el capítulo 1 sin saber nada es Downton Abbey, una serie ambientada en la sociedad británica del primer cuarto del siglo XX: clases sociales muy diferenciadas, una gran mansión, una gran familia, la I Guerra Mundial como telón de fondo, unos personajes sólidos y bien construidos...la serie tiene todos los ingredientes para que cualquiera se aficione.
En concreto, hay un personaje que me resulta apasionante. Maggie Smith es para mí la piedra angular de esta serie, encarna el clasismo de una manera impecable y es capaz de generar simpatía y antipatía a partes iguales, una actriz ganadora de dos Oscar que le da el toque final a esta ficción que parece que sólo tendrá 3 temporadas, una razón más para verla...nadie tendrá que perderse en culebrones de interminables tramas ya que cada temporada apenas supera los 8 capítulos.

24 de septiembre de 2011 | | 1 comentarios

Bolonia y Verona

Volver a Italia siempre es un placer, así que los cuatro días que hemos pasado en Bolonia y Verona han sido una forma estupenda de cerrar la carpeta vacacional y meternos de lleno en el nuevo curso que comienza cada septiembre.


Mis anteriores viajes por Italia han cubierto una parte de este país, pero es un sitio con tantas cosas por ver, que cualquier zona merece una visita. Conozco las ciudades principales, las apabullantes Roma y Venecia, lugares que tengo claro que he de revisitar alguna vez más en los próximos años y conozco también esa parte encantadora de Italia que es la Toscana gracias a un viaje que hicimos unas amigas en el que recorrimos las extensiones de viñedos parando en esos pueblos que nunca se olvidan: Lucca, Montepulciano, San Gimignano, Florencia por segunda vez de nuevo, Pisa...

Bajo la premisa de que Italia siempre merece la pena, aterrizamos en Bolonia un jueves con la idea preconcebida de una ciudad universitaria, con ambiente, con uno de los mayores cascos históricos de Europa y con el encanto único que le otorgan sus omnipresentes pórticos...y no defrauda. Lo bueno de esta ciudad es que es muy abarcable y lo mismo puede verse en una visita rápida de un día o también puede ser disfrutada de forma más detenida.

El recorrido turístico pasa por las dos torres, de las cuales, solo puede llegarse a lo más alto de la Asinelli, eso sí, la subida no es cosa fácil, pero la visión desde lo alto es imprescindible para valorar la ciudad roja que queda a nuestros pies. La plaza maggiore, lugar donde se concentran los palacios, el ayuntamiento y la catedral. En un lado también está la plaza de Neptuno, allí donde puede encontrarse uno de los sette segreti de la ciudad.

El misterio, por tanto, es recorrer la ciudad y perderse bajo sus pórticos, visitar el barrio judío y si hay tiempo y sobre todo, ganas, se puede subir al Santuario de la Madonna della madonna di Luca, situado en una colina de la ciudad al que se llega a través de un camino que empieza en
porta Saragossa y, he aquí lo curioso, está totalmente porticado y consta de 666 arcos. Las leyendas dicen que al traspasar el último arco puede pedirse un deseo y nosotros damos fe de que el camino se hace lo suficientemente duro como para merecer pedir un deseo si se llega hasta allí andando.

Italia y su gastronomía son en sí todo un mundo. Hay lugares donde uno sabe perfectamente que no va a pasar hambre y éste es un caso...de hecho, ocurre lo contrario, por lo general, uno sabe que volverá con mala conciencia de lo mucho que ha comido. De esta zona hay que destacar un tópico: el estupendo helado italiano, así como una comida y una costumbre. La comida: los tortellini, concretamente los típicos de Bolonia, los tortellini in brodo, con caldo de gallina, sencillamente deliciosos y la costumbre: el aperitivo. A partir de las 6 de la tarde es costumbre en casi todos los bares, que con la consumición, el cliente acceda a un pequeño buffet en el que podrá comer lo que quiera. La consumición puede ser más cara de lo habitual, pero contando con que uno puede acabar cenando de picoteo, compensa de sobra.

En Verona la visita fue más apresurada. Tomamos el tren regional desde la estación central de Bologna hacia Verona, situada a hora y media en la región del Véneto. Al ser sábado había mucho ambiente, muchas excursiones y mucho turismo, pero a pesar de ello, recorrimos su casco con aire medieval, entramos en su anfiteatro, llegamos hasta el puente de piedra donde pudimos ver el meandro del río Adigio y nos fuimos encontrando sin querer con los pasos de Shakespeare, porque Verona es ante todo, Romeo y Julieta.

El balcón es una de esas cosas que no dejan de ser legendarias y que por ello, uno no quiere irse sin verlo con sus propios ojos, pero la realidad dista a veces mucho de ser como la imaginamos. Las hordas turísticas hacen que lugares como éste pierdan mucho encanto, sobre todo por el llamado "callejón de los enamorados" que da al patio de la casa de Julieta y que está lleno de pintadas y de chicles que lo han convertido en un lugar simplemente asqueroso. Supongo que ante las malas costumbres poco puede hacer un organismo que se dedique a salvaguardar el patrimonio, pero desde luego, yo hubiera puesto un centinela con tal de que la puerta de entrada al monumento no desmereciera tanto.

Hasta aquí la crónica italiana. Oficialmente damos por cerrada la temporada veraniega. A ver si el año que viene el balance viajero es tan bueno como éste.

11 de septiembre de 2011 | | 0 comentarios

11/09/2001 - 11/09/2011

11 de septiembre de 2011. Los medios de comunicación se han afanado en recordar con especial ímpetu la efeméride, todos los años se repiten las imágenes y las historias, pero todos sabemos la importancia que otorgan las décadas, los decenios, los centenarios, los siglos, a un acontecimiento.

Nueva York, 2011. Atentado contra las Torres Gemelas. El mundo tal y como lo conocemos vivió el acontecimiento mediático que más impacto ha tenido en la sociedad en los últimos años. Cada día se repiten los conflictos, las guerras, las hambrunas, sobre todo en países tercermundistas, pero ese día,
la diferencia fue claramente la siguiente: el gran gigante capitalista, líder del primer mundo, fue atacado en su epicentro. El terrorismo islámico como nunca antes se había podido prever ni imaginar, voló el centro financiero de la ciudad más emblemática de los Estados Unidos en una acción que fue a la vez, amenaza y hecho consumado.

Todos guardamos memoria de ese día, por la dimensión irreal del hecho, al igual que guardamos una memoria desgraciadamente vívida sobre los atentados de Madrid el 11 de marzo de 2004. Una desgracia así, tal y como podemos percibirla ahora de forma inmediata y milimétrica, no se nos olvida nunca.

Estos días los medios andan recopilando experiencias, puntos de vista y supongo que en un intento por analizar cómo se recuerda el terror y el espanto diez años después, preguntan ¿Qué estabas haciendo cuando ocurrió el atentado contra las torres? Leer las experiencias te obliga a hacer memoria sin que esto te suponga mucho esfuerzo.

El 11 de septiembre de 2001 yo apuraba los días de un contrato de verano junto con otros compañeros de la diplomatura en la sección de documentación del periódico ABC. Salimos a las 14.30 de los edificios que la antigua Prensa Española, ahora Grupo Vocento, tiene en Josefa Valcárcel y me dirigí en coche a casa, llegué un poco de las 15 horas, mis padres estaban de vacaciones, así que fui a la cocina, encendí la televisión para ver el telediario de Telecinco que por entonces presentaba Angels Barceló. El telediario estaba acabando y contaba que había un incendio en una de las torres del WTC de Nueva York mientras mostraban las imágenes, unos segundos después, en la imagen aparecía un avión que se estrellaba contra la segunda torre. Yo, como tantas otras personas, no sabía si era una repetición o en verdad aquello estaba también sucediendo en la otra torre.


Vivir aquella noticia desde dentro de un medio de comunicación fue algo que no olvidaré. De aquel día guardo periódicos, suplementos especiales que se quedarán en una caja para la posteridad y también guardo una preocupación infinita por cómo se desarrollarían los acontecimientos tras un ataque frontal a la mayor potencia mundial del momento.

15 de agosto de 2011 | | 2 comentarios

Verano low cost 3ª parte: Estocolmo


El gran viaje de este año ha sido a Estocolmo. Una semana completa en tierras suecas, con un billete low cost, alojamiento low cost y un tiempo estupendo que nos ha permitido patear mucho y disfrutar de todas esas horas de luz que tienen los países nórdicos en esta época del año.

Estocolmo es una ciudad asequible para el turista, muy llana, bien comunicada. Si se tiene ganas, se pueden hacer grandes distancias andando. La orientación es un poco complicada debido a que en muchos puntos, si se mira a cualquier lado, uno siempre ve una frontera de agua, y es que esto es debido a que la ciudad está compuesta por 14 islas unidas por más de 50 puentes. Así que lo mejor para el turista es, más que nunca: un mapa.


Estocolmo, capital de Suecia, nos ha sorprendido con un tiempo amable, a ratos caluroso y sólo un día de lluvia y cielos grises que cambian por completo la tonalidad de la ciudad. Como viven sumergidos en un largo invierno, no son muy frecuentes las persianas, así que en verano a uno le aborda una sensación de extrañeza cuando se despierta por la luz y mira el reloj pensando que pronto será la hora de levantarse y la realidad es que está amaneciendo a las 4.30.

Su primer idioma es el sueco, muy difícil de entender para el extranjero que tiene que guiarse por Stortorget, Götgatan, Södermalmstorg y demás lugares imposibles de memorizar para un momento posterior, pero todo tiene solución y la mayoría de la gente se entiende perfectamente en el segundo idioma universal: el inglés. No nos ha hecho falta preguntar mucho, pero el sueco es amable y muy cordial y muy guapo, sobre todo en su género femenino. Constatamos fehacientemente que el mito de la sueca es una realidad y que están dotadas de una genética envidiable.

Para visitar la ciudad, compramos la Stockholm card, una tarjeta turística que incluye la visita a puntos de interés y el transporte, por lo que compensa la inversión siempre y cuando se vayan a visitar muchas cosas, hay de 24, 72 y 120 horas. Entre esas mejores visitas que se pueden hacer hay muchas posibilidades ya que puede varíar según el número de días que se va a estar en la ciudad, pero como imprescindibles diría que no hay que perderse:

El Vasa Museet, un barco naufragado que fue rescatado y que se expone en toda su integridad en un museo hecho a su medida. Es una visita obligada, el museo está muy bien estructurado y la vista imponente del barco es impresionante.

El Stadshuset. El Ayuntamiento y su salón azul donde se celebra cada año la cena en honor a los premiados por el Nobel. Es una visita guiada que merece la pena.

El Museo Nobel. Es sencillo y en su mayor parte interactivo, pero para los que gustamos de tener ese bagaje cultureta es muy interesante ver quién ha sido premiado y por qué.

El Palacio Real. Por su importancia dentro de Gamla Stan, aunque a nosotros ya nos pilló con cierto cansancio y no le dedicamos más tiempo que el imprescindible en recorrer las estancias. Hay un cambio de guardia dos veces al día. Nosotros tuvimos que hacernos a un lado para dejar paso al Porsche impresionante del Príncipe Carlos Felipe de Suecia, que ya es casualidad.

Skansen. Un parque temático, zoológico y de entretenimiento en general. No soy una gran aficionada al mundo animal, pero he de reconocer que es un espacio único, sobre todo si se visita con niños. Además de una parte dedicada a especies animales de todo tipo, también hay una parte dedicada a reproducir la vida tradicional sueca: casas, personajes vestidos con trajes tradicionales que muestran oficios antiguos. Es bastante curioso y bonito.

Kaknastornet/el mirador de Slussen/Skyview. Yo soy muy aficionada a ver la panorámica de las ciudades y en Estocolmo, con esa disposición curiosa de islas comunicadas, es muy conveniente verlo desde arriba para poder apreciarlo en su totalidad. En nuestro viaje sólo subimos a la Kaknastornet, que es la torre de la televisión, desde la cual se ven las islas. En el caso del mirador que hay en Slussen, la panorámica se centra en Gamla Stan, Östermalm y Djugarden. Al Skyview fuimos, pero con tan mala suerte que estaba cerrado, estaba más a las afueras, así que no sé si merece más la pena la panorámica o la atracción en sí, unas esferas de cristal que suben por un edificio con forma de globo.

Además, a nosotros nos dio tiempo a ir a palacio de Drottningholm, un Versalles en tamaño más reducido pero igual de interesante, sobre todo por la visita al Teatro más antiguo del mundo y también cogimos un tren que nos llevó a Uppsala, una ciudad universitaria a 40 minutos al norte de Estocolmo, donde pudimos ver su catedral, la universidad, su castillo rosa y el jardín botánico.

No cabe duda de que además de estas atracciones, museos, etc. El turista tiene que pasear mucho por las islas principales. Gamla Stan se presta a ser pateada de arriba a abajo, su calle principal es Vásterlangatan, hay que pasear por la plaza principal: Stortorget y las calles que hay por detrás en dirección al Palacio Real.

Östermalm me encantó. Es la parte más rica de la ciudad, se nota en los edificios y en su particular milla de oro. Disfruté mucho paseando por sus calles y viendo sus tiendas de ver pero no tocar. Hay un mercado absolutamente fascinante que se llama Östermalm Saluhall por el que merece la pena dar una vuelta sólo por ver los pescados frescos y los productos típicamente nórdicos en todo su esplendor, si se tiene la oportunidad, también se puede comer en alguno de los puestos.

Södermalm, al sur de Gamla y conectado por Slussen, es un barrio que ha resurgido como lugar de moda. Su calle principal es Gotgatan, llena de tiendas, cervecerías, centros comerciales...sin duda es allí donde está el ambiente de Söder. Nuestro alojamiento estaba aquí, un albergue llamado Zinckensdamm, como la parada de metro más próxima. Del lugar sólo decir que era grande, limpio y cumplía con la función esperada, dar alojamiento para el descanso. El viajero ha de saber que aunque pueda llegar a Estocolmo con un billete muy barato gracias a las compañías low cost, el alojamiento es prohibitivo: una habitación con dos literas con baño compartido cuesta aproximadamente 60 euros la noche. Hagan cuentas si la idea es ir a un hotel con una cierta categoría.

Creo que en Suecia he tomado contacto con un país avanzado, que conserva su estado del bienestar. Se nota en los precios, un nivel de vida alto que obliga a que sus ciudadanos tengan unos sueldos acordes y se nota también en ciertas actitudes, la tasa de natalidad es más alta y es un país muy cómodo para viajar con niños o ir con ellos, además de que por lo que yo he observado, lo más común es ver a cada sueca con dos niños, por lo que deduzco que la conciliación de la vida y el trabajo debe ser una quimera hecha realidad. Están muy concienciados con el cuidado del medio ambiente y con la utilización de productos ecológicos. Como tienen poca densidad de población da gusto ir en plena temporada alta y no tener ninguna sensación de agobio ni tener que hacer ninguna cola y por último, tienen ese horario comercial hasta las 6 que hace que uno se plantee por qué en España se trabaja de 9 a 22 horas y no tenemos ni por asomo, esa economía y esa calidad de vida.

Cuando se tomen unas cortas vacaciones, 4 días es suficiente, piensen en Estocolmo.Yo por mi parte lo recomiendo y me voy preparando para la siguiente y última parada del verano low cost, pero para eso todavía hay que esperar hasta el 15 de septiembre.

1 de agosto de 2011 | | 0 comentarios

Burdeos

Verano “de bajo coste”. La hucha vacacional se está repartiendo por diferentes lugares a los que afortunadamente, llegan las compañías con condiciones restrictivas, a saber: maletas enanas, nerviosismo generalizado por si la maleta no cumple las medidas establecidas y no cabe en el “molde” a requerimiento del personal de tierra, asientos estrechos, probabilidad de anulaciones, retrasos y cambios y un vuelo que parece una tómbola por la cantidad de cosas que pretenden venderte, pero por ahora, contentos con la experiencia de que todos los destinos de este verano comiencen en Barajas.

El primer destino fue un vuelo de apenas una hora con destino Burdeos con Easyjet. Allí nos esperaban cinco días con la encantadora familia política que nos agasajó, cuidó y procuró alojamiento mientras nos repartíamos entre celebraciones familiares ingentes y algo de turismo.

Los franceses cortan fatal el jamón y pongo en duda su gusto para dirimir la calidad de una sangría, pero la verdad es que tienen ese punto vitalista, ese amor por la comida y el buen vivir que en poco les diferencia de sus vecinos españoles. La zona se presta a ello: extensiones kilométricas de viñedos, cada uno de ellos con su chatêau correspondiente, diferenciando bien las denominaciones de origen y sobre todo, sacándole partido a la marca Bourdeaux en sus botellas. Por muy simple que parezca, ante ciertos pueblos y parajes, yo sólo podía decir: esto es…muy francés…siendo ese francés un calificativo sumamente positivo.

Dentro del marco general de la zona destaco tres cosas: Saint Emilion, la torre de Montaigne y Burdeos. Saint Emilion y su difícil pronunciación para una negada en el idioma galo, es un pueblo delicioso entre viñas, con una impresionante iglesia monolítica y un fervor único por el vino. El paseo por el pueblo y sus callejuelas es digno de aprecio y las tiendas-bodegas donde puede comprarse el vino son de absoluto diseño, con un cuidado de la estética bien enfocada al turista que llega con el bolsillo lleno o una visa oro. Ya que la botella se nos quedaba fuera de alcance, al menos no nos fuimos de allí sin tomarnos una copita de vino.

Atravesando pueblos, donde la envidia es una de esas casitas de una sola planta con un inmenso jardín, llegamos a la torre de Montaigne, rodeada por un jardín con un paseo central flanqueado por árboles. Montaigne pasó aquí su vida, ahí tenía su lugar de descanso y de trabajo, interesantísimas son las anotaciones que él mismo ejecutó en los techos de su despacho. Un entorno precioso, en el que hay que destacar la “vivienda” que había junto a la torre y que corresponde a un particular que a buen seguro debe tener una cuenta corriente bien saneada y algún título nobiliario para cuidar semejante palacio.

Por último, la ciudad que se ha ganado un nombre gracias a la fama de sus vinos que empezaron siendo de consumo propio y acabaron siendo aclamados de forma internacional: Burdeos. Me comentaron que en esta ciudad viven las grandes familias ricas que tienen viñedos en Saint Emilion y por ello, no extraña que sea ésta una ciudad señorial, con todos sus edificios muy parecidos con sus típicos tejados alineados y lisos, con algunas grandes construcciones neoclásicas que nos trajeron reminiscencias de París. La orilla del Garona ofrece una bonita panorámica de Burdeos y la calle Sainte Catherine, la avenida comercial más larga de Francia y una de las más largas de Europa, es una vía de varios kilómetros de gente y comercio, merece la pena verla desde alguno de sus puntos más altos para apreciar la longitud y la multitud.

Alrededor de ella, un barrio donde se concentra el encanto de los bares y rincones donde podemos encontrar que un antiguo garaje que ahora es un cine, es la plaza donde se concentran los estudiantes “burgueses e intelectuales” de la ciudad, o lo que podríamos definir como los gafapastas de aquí.

Una curiosidad es la catedral con su torre separada, el suelo no ofrecía una estabilidad que asegurara que la torre no fuera a derruirse, así que nos encontramos el campanario construido a varios metros. A cada paso podemos encontrarnos la constatación de que Burdeos también es una importante ciudad de paso del Camino de Santiago.

Se nos quedó corta la visita a Burdeos, pero como intuimos que habrá próxima vez, para entonces se queda un paseo más extenso y sobre todo, disfrutar del trayecto de los tranvías desde la terraza de un café mientras nos tomamos un vino…de Burdeos, por supuesto.

El final de julio lo disfruté en la playa que acostumbro a visitar sin falta desde hace más de 20 años, con un tiempo regulero y casi raro para esta época, pero hice lo que más me gusta hacer allí, tirarme en la arena mañana y tarde y desconectar.

El verano low cost no acaba aquí, la siguiente crónica: Estocolmo.

29 de junio de 2011 | | 1 comentarios

Cosas que se encuentran en una mudanza...

A veces, entre las cajas, entre los libros, aparecen esos trozos de papel, agendas o cualquier tipo de soporte que nos recuerda que una vez teníamos algo que hacer o algo que recordar. Con el trajín de la mudanza, entre las páginas de un bloc de notas apareció una cuenta de twitter a mi nombre, la fecha aproximada: año 2007, por lo que sospecho que en el dilema del huevo o la gallina, en mi caso, twitter fue antes que facebook, con el detalle de que con la misma ligereza con la que abrí una cuenta twitter, la ignoré para siempre.


Así que ante tal encuentro, no pude resistirme y entré en la cuenta, modifiqué el perfil, añadí una foto y ahora tengo una cuenta de twitter puesta a punto para ser utilizada con el fervor con el que se han de utilizarse estas herramientas si no quieres ser un analfabeto de las nuevas tecnologías y redes sociales.


Así que con ganas de adentrarme en el mundo del mensaje conciso e inmediato, el retwitteo y demás palabrejas de nuevo cuño, os dejo la dirección de mi perfil en twitter, por si alguien tiene el gusto de seguirme y a la vez, tenerme como seguidora.





26 de junio de 2011 | | 0 comentarios

Mudanzas

Domingo por la mañana. Mala noche de sueño. No sé si las sábanas nuevas que andan un poco tiesas todavía tras dejar el envoltorio, no sé si los ruidos y silencios nuevos, no sé si el cansancio mismo de una mudanza que a estas horas ya va por su cuarto día. El caso es que no sé. Me levanto de la cama, ando por una casa que hemos estado acondicionando durante trece meses antes de que llegara esta primera noche en la que irse a dormir y despertarse. Busco algo de desayuno, miro los millones de libros y DVD que están repartidos por el suelo y me cercioro de que no hay nada en su sitio. Todo está por encontrarse. Como yo. Como nosotros.

Siento la aleta herida de los cambios. El piso nuevo, el barrio por descubrir y reconozco el corazón apretujado, contraído. Es algo muy personal, de un tiempo a esta parte me he dado cuenta de que mi punto inmaduro está en los grandes cambios y ahora que queda un tiempo largo por delante en esta casa, me vuelve el mismo sentimiento que cuando abandoné el hogar paterno hace unos meses. La independencia, esa salida necesaria en la vida, ha dado paso a otro traslado. Ahora que acababa de acostumbrarme a otro lugar, vuelven las cajas, los paquetes, el no saber dónde pusiste aquello, el a saber qué hacer con esto, el tirar lo innecesario para que no te estorbe.

Ahora que escribo esto admito que lo que me aterra es la palabra caja. Ese contenedor de apariencia sencilla encierra una multitud de significados. Las cajas que se llenan y se vacían, que llevan y que traen, que acercan y que alejan. Las cajas comunes o las compartidas. Las cajas frágiles que hay que dejar con cuidado en el suelo. Las cajas que van al trastero para ser profundamente olvidadas porque no tenemos el valor de tirarlas a la basura aunque sepamos que nunca jamás las abriremos. Todo cabe en una caja. Nuestra vida cabe en una caja. Pura verdad.

Para tranquilizarme me repito que todo volverá a su sitio, que todo acabará encontrando el lugar en el que sentirse cómodo y sentir que pertenecemos a esta casa, como podríamos pertenecer a cualquier otra y sin embargo la vida nos ha traído hasta aquí. Ante todo, me repito, todos sabemos que nuestro lugar no está delimitado por las paredes, ni por la puerta de entrada, ni siquiera por el número del portal. La realidad es que nuestro verdadero lugar ha de ser aquel en el que habita el que comparte con nosotros la etiqueta que identifica cuál es nuestro buzón.




20 de junio de 2011 | | 1 comentarios

Irresistible low cost

Lo de los billetes low cost es un vicio. Una vez que empiezas, ya no puedes parar. Comienzas mirando vuelo para un destino concreto que te apetece visitar y acabas comprando vuelos a donde quiera que sea porque estaban a 4 euros.

Un ejemplo: este verano Uri me sorprendió en diciembre con un viaje para agosto. La verdad es que no habíamos hablado de las vacaciones (en diciembre, lo de agosto suena remoto) y de pronto, aparecieron en mi buzón dos billetes a Estocolmo. El precio es absolutamente escandaloso (en sentido inverso) y uno no tiene más remedio que pensar que dónde va a estar más a gusto que en Suecia con una temperatura primaveral por un precio con el que dificilmente llegarías por cualquier medio de locomoción a cualquier playa española. Así que allá nos vamos, a disfrutar del norte, a hacernos los suecos durante unos días.

Lo siguiente es que una vez que empiezas ya no hay vuelta atrás y te picas. Acabas mirando vuelo para tal fecha, total, por si hay algo interesante y entonces es cuando aparece ante tus ojos un vuelo a Bolonia por 6 euros, la vuelta es un poco más cara, pero en total, ida y vuelta sale por menos de 60 euros...Bolonia...pues allá que nos vamos. Total, por ese precio...

Rizamos el rizo. A Burdeos nos vamos vía Easyjet y a Alicante, vía ryanair, sin competencia que valga por parte de Renfe o la empresa de autobuses. Ni siquiera compensa coger el coche cuando haces el viaje solo.

Cuatro destinos en un verano y entre todos poco más de 200 euros. Así es imposible estarse quieto.

8 de junio de 2011 | | 0 comentarios

Reflexionemos

Últimos coletazos de la acampada. El movimiento 15M instalado en Sol leva anclas y se va, no sé sabe muy bien a dónde, las posibilidades se inclinan hacia una acampada itinerante por la plazas de España, por un puesto fijo en el lugar donde germinó una idea que secundó una multitud e incluso quedan unos cuantos radicales que dicen que no se van, que el asentamiento es un símbolo que no debe desaparecer.


Opino que desde hace algunos días se estaba perdiendo el hilo. El movimiento estalló, tuvo una gran repercusión, un seguimiento social que se palpaba, pero poco a poco, como casi todo lo que ocurre, pronto acaba siendo sustituido por una noticia de mayor alcance o más reciente. Me ha parecido que la acampada perdía fuelle, que muchos secundamos la idea y la aplaudimos, pero que, desgraciadamente, en esta época de inmediatez y rapidez, todo está destinado a desinflarse, y en este caso, el movimiento debería transformarse en idea, en propuesta, en asociación, partido político, comisión o cualquier cosa que permita la adhesión de ciudadanos y canalización de ideas para su posterior encauzamiento administrativo o político.


Mientras esto ocurre, el movimiento ha permitido que durante estos días las conciencias se remuevan y grandes comunicadores escriban lo que muchos ciudadanos pensamos. Los puntos son claros y comunes: la corrupción, el despilfarro, la especulación, el desinterés de la clase política hacia la gestión limpia y transparente.


Ahí les dejo un artículo de Antonio Muñoz Molina de esos que a uno le gustaría escribir en un periódico, en una carta al director o en un blog de medio pelo como puede ser éste porque lo suscribe desde la primera a la última palabra y porque es necesario que se diga en voz alta todas las veces que sea posible y necesario para que todo el mundo, sea de izquierdas o de derechas, exija una forma de organización política que no desvirtúe la palabra democracia. A falta del don para la escritura que tiene en este caso Muñoz Molina, sólo nos queda leer y sobre todo, reflexionar.

23 de mayo de 2011 | | 1 comentarios

Si no nos dejan soñar, no les dejaremos dormir

A estas horas de la mañana de un lunes, todavía estoy despertando. Me desperezo frente a la pantalla del ordenador cuando nadie me ve y bostezo involuntariamente cada 10 segundos. La apisonadora electoral parece que ha llegado a su fin, aunque queden coletazos de trabajo sobre la mesa. Esta mañana, el bucle electoral me ha pillado con el sueño profundo y con la insuficiencia de menos de 7 horas de sueño cuando se ha estado al pie del cañón durante 15 horas.

Ha sido más de un mes de inteso trabajo y aprendizaje, de toma de contacto con la realidad que muchas veces se oculta en un segundo estrato y que sólo se descubre cuando llega el momento de ponerse a trabajar en el relevo de una función que alguien conocía a la perfección y se posiciona tras tu nuca a la espera de ver cómo lo haces. Pensemos que hemos puesto toda la carne en el asador a la hora de acometer las responsabilidades que nos correspondían en el proceso electoral y que el mundo laboral tiene caras distintas según la ocasión, pero que estamos aquí para hacer un papel digno.

Entre tanto, mi primera experiencia electoral se ha convertido en inolvidable, ya no sólo por el carácter personal que pueda tener participar activamente en un proceso al que todo el mundo está convocado y por el que tantos han luchado activamente, sino también por la trascendencia que tiene para la sociedad la formación del Movimiento 15M. La verdad es que no tengo nada que añadir a lo que
el alba es difusa ha contado, tampoco puedo añadir nada al texto ¡Indignaos! de Herman Hesse o a lo que se puede leer al abrir los periódicos desde hace más de una semana. Lo que ví en la Puerta del Sol es un ejemplo de civismo, organización y heterogeneidad, las consignas son de todos, no sólo de unos pocos.

Como ciudadana y votante, espero que el movimiento continúe más allá de la acampada y de las concentraciones, más allá del resultado electoral que han arrojado las urnas el 22 de mayo. Espero que los cauces administrativos al alcance del indignado sean suficientes para impulsar esos cambios que se demandan y que considero necesarios para perfeccionar una democracia que ha de estar en constante evolución y no para mal.

Ojala podamos ver con nuestros propios ojos que otros políticos y otras formas de gobierno son posibles. Por encima de todo deseo, buenos profesionales que ejerzan la política desde la excelencia, la buena gestión, el interés general y empezar a castigar como se merece la corrupción. Sólo entonces pronunciaré la palabra político y no me sonará despectivo.

6 de mayo de 2011 | | 1 comentarios

Pamplona

Un viajecito puede tener varias intenciones: patearse una ciudad sin dejarse un monumento por ver o pasearla tranquilamente, sin prisas, encontrando los rincones sin buscarlos. En el caso de la escapada a Pamplona, optamos por la segunda forma. Anduvimos, anduvimos y anduvimos poco pendientes de la monumentalidad de la ciudad y más bien atentos al relax y al disfrute.

Tenía ganas de ver Pamplona y me he dado cuenta de que su dimensión turística gracias a los Encierros más famosos del mundo es inmensa. Pamplona tiene un casco viejo marcado por el recorrido que hacen los astados cada julio en honor a San Fermín y adornado por plazas, una ciudadela preciosa y sorprendente y algunas iglesias de interés. Una ciudad que se ve en poco tiempo pero, he ahí lo interesante, que permite que el viaje se prolongue todo lo que el visitante quiera en sus bares, con sus populares pintxos y vinos.

El capítulo de los pintxos merece mención aparte. La cocina en miniatura, cuidada hasta el máximo extremo es un placer para los que no decimos que no a una barra. La calle Estafeta es el lugar idóneo, los bares cuidan mucho su estética y es un placer acodarse para recorrer con la mirada los platos. No es barato, el pintxo oscila entre los 2 y los 3 euros, pero un buen pintxo bien lo vale.

No podemos imaginarnos cuál es el desbordamiento que debe sufrir cada verano la ciudad que atrapó a Hemingway y que supo reflejar en las novelas Fiesta o en Muerte en la tarde. El escritor está presente en el Hotel La Perla, en la Plaza del Castillo y se acoda eternamente en un rincón del Café Iruña, que mantiene su peculiar estética de los años 20. Nunca hubo mejor promoción para una ciudad que ésa.

Por último, un descubrimiento de esos que sólo Internet permite hacer cuando estás buscando información sobre lo esencial en Pamplona. En el número 22 de la calle Estafeta, la pastelería Beatriz, un modesto local, guarda en su interior un tesoro: los garrotes más ricos del mundo, napolitanas en miniatura que desbordan chocolate. No piensen en el aporte calórico ingente del dulce, simplemente disfrútenlo…como hemos hecho nosotros durante esta escapada.

19 de abril de 2011 | | 0 comentarios

Semana Santa 0 - Puente de mayo 1

Este año el resultado está así: Semana Santa 0 - Puente de mayo 1. No nos va la penitencia, pero sí las torrijas y la comida de Viernes Santo, que en mi casa es como si no fueras a comer más en tu vida pero sin carne. Es lo que tiene la Cuaresma, que menos filetes, la tradición permite que te pongas hasta arriba de todo, así que menudo esfuerzo para los que nos rendimos a la gula sin miramientos a la primera de cambio.

Además, no sé cómo lo hemos hecho, pero tenemos la agenda a tope y una intensa vida social de la leche y no precisamente dedicada a los actos religiosos, eso es que además de la penitencia, tampoco nos va el recogimiento, así que ya estamos por el mal camino.

El puente de mayo nos vamos a Pamplona, que también se dice Pampelune en francés que es una palabra que me hace mucha gracia sin saber muy bien porqué, es un regalito para Uri por los 31 que le cayeron el mes pasado para que siga completando el mapa turístico de España.

La verdad es que no sé muy bien qué vamos a hacer todavía allí, la ciudad debe ser pequeña, los monumentos unos poquitos y tenemos bastante tiempo, así que todo indica que si nada lo remedia, pasaremos mucho tiempo en bares bebiendo caldos navarros y probando sus pintxos por la zona vieja. Yo por si acaso, me llevo aprendidos dónde se comen los mejores pintxos y que no se me olvide tomarme un patxarancito de sobremesa.

Qué esfuerzo tan grande - Pienso al mirar la foto. Ya les digo yo que no sé si vamos a ser capaces...

7 de abril de 2011 | | 0 comentarios

Slow life

El otro día leía en un artículo un decálogo de diez puntos para no cerrar un blog. Entre otras cosas, un punto básico era la actualización. A veces, uno abre un blog con la sana intención de contar muchas cosas, pero no siempre se tienen muchas cosas que contar, y desde luego, éstas no siempre son interesantes. El caso es que como este blog no tiene un objetivo que le obligue a estar actualizado, ni pretende tener una legión de seguidores que a su vez estén interconectados por facebook y twitter, he decidido conmigo misma que a pesar de la tentación de no sentir nunca más el remordimiento de tener una cosa medio abandonada, este blog no cerrará por el momento. Quizás no hacía falta una explicación, pero era una buena excusa para contar algo.

La realidad es que para tener algo que decir, hace falta tiempo. Tiempo para leer, para contrastar y para desarrollar una opinión. El tiempo es una de esas palabras que más repito en estos días: tengo la sensación de no tener el tiempo suficiente para hacer todas las cosas que querría y eso, en ocasiones, me resulta tremendamente frustrante, ya saben todo aquello de: si tuviera tiempo leería, si tuviera tiempo escribiría, si tuviera tiempo...ay! si tuviera tiempo...y uno ya no sabe si lo malgasta o es que aspira a hacer demasiadas cosas.

Desde el principio de los tiempos no quise echarle la culpa al típico "ahora que me he independizado no tengo tiempo para nada, tengo que hacer muchas más cosas en casa que antes no hacía...", siempre creí en la máxima de que si te organizas, hay tiempo para todo, pero ahora estoy dándole vueltas a que la clave es no ser demasiado ambicioso, no querer abarcar tantas cosas, hacer menos en más tiempo.


La verdad es que no sé de qué voy a poder prescindir o qué es lo que hay que hacer, pero lo que tengo claro es que yo lo que quiero es pertenecer al movimiento slow.

24 de marzo de 2011 | | 0 comentarios

Escribir

Me gusta abrir de vez en cuando una pequeña rendija y confesar: soy poeta. Me gusta escribir y sobre todo, adoro la sensación de estar inspirada, que el poema sale, que tengo una primera frase con potencia que merece la pena ser continuada, me gusta sobre todas las cosas tener un final redondo, de esos que giran y sorprenden y gracias al cual le doy a "guardar como" y lo releo al día siguiente.

He escrito enfadada, triste, enamorada, desenamorada, frente al ordenador, frente a la hoja en blanco, de cualquier forma y siempre lo he hecho para decir algo que no podía decir de ninguna otra manera, con un espíritu un tanto desesperado o terapéutico para desahogarme como primera causa, para recordarlo tiempo después como segunda y para ser leída por otros de forma muy selectiva siempre como última.

Pero aunque no soy excesivamente prolífica, últimamente mi actividad poética está de capa caída, en barbecho como se suele decir. El traslado, la mezcolanza de sentimientos fue el último buen momento creativo, canalicé muchas emociones por ese camino de la misma forma en que otros buscan otras vías de escape y me quedaron un buen puñado de poemas. Pero una vez ejecutado el paso, agoté el tema, es necesario encontrar otro.

Ahora aguardo sin nada que decir, quién sabe si eso es bueno porque nada convulso me afecta en este momento o malo, porque la tranquilidad del poeta se puede convertir en una necesidad insatisfecha y poco agradable. Es lo que puede denominarse como ansiedad poética.

4 de marzo de 2011 | | 1 comentarios

Wind of changes

Abandono, dejadez, falta de tiempo, desidia, falta de ganas, acumulación de tareas, falta de inspiración...son tantas las palabras y los conceptos que ninguno se ajusta a las circunstancias y a la vez, todos forman parte de este tiempo que ha transcurrido entre el chocolate belga de la anterior entrada y el día de hoy.
Los traslados en el tiempo y el espacio necesitan un tiempo para que te reubiques. Primero fueron las mil y una enfermedades que se fueron sucediendo y después, los exámenes y después...ya no hay después, hay un ahora más tranquilo, más relajado y sobre todo más situado.
Irse de casa es una amalgama indescriptible, una apuesta por el cambio, una necesidad de quemar una etapa y de empezar otra, pero sin embargo, hay veces que los cambios son complicados emocionalmente por lo que implican, por lo que suponen y por las consecuencias que se van descubriendo y ser muy maduro/a no evita que cueste gestionarlos.
Echar de menos, tener nostalgia, ganar en muchos aspectos...al principio la sensación es de estar desorientado...ahora poco a poco, vamos poniendo los pies y sabemos por dónde andamos y nos vamos identificando más con lo que tenemos que con lo que tuvimos, sólo es eso, cuestión de darse un tiempo y un margen para adaptarse a otros lugares, otras distancias y otras compañías.
En todos esos días raros ayuda el chocolate, el calorcito del sofá y el sueño cuando éste es largo y profundo, no pensar en los suspensos y sobre todo, darse tregua, no exigirse...o por lo menos, dejarlo para cuando estemos a pleno rendimiento.
Seguimos al quite, a la espera de un nuevo tema del que hablar.

5 de febrero de 2011 | | 1 comentarios

Un placer en tres pasos

Un gracias enorme para aquellos amigos (léase Ismael) que viajan a Bélgica y te traen una muestra de exquisito chocolate belga para que paladees un rato la felicidad. ¡Gracias salao!

20 de enero de 2011 | | 0 comentarios

El día de la independencia

Frente a la estadística de días normales que tiene la vida, hay momentos que marcan un antes y un después y, sin duda, uno de esos días es el aquel en el que sales de casa con la intención de quemar una etapa.

En estos días me estoy trasladando de casa y estoy experimentando un montón de sentimientos encontrados, por un lado, uno no deja de sentir que ha llegado el momento, que como me dijo alguien el otro día abandonas tu casa pero vas a vivir tu vida, aquella en la que se acabaron las comodidades del todo hecho, pero que también pasa a ser tu territorio, tu feudo, con lo bueno y lo malo que eso conlleva.

Pero eso no evita que haya una nostalgia que te hace mirar atrás, añorar como nunca la habitación que abandonas y que para ti ha constituido el mundo entero, la casa en la que has crecido con tus hermanos y con tus padres. Ser la pequeña te hace decir adiós y mirar de reojo al que se queda, que sabe que la vida es así, pero eso tampoco evita la tristeza del nido vacío.

Pero al fin y al cabo...independencia y sobre todo...convivencia. Un nuevo compañero, unas nuevas costumbres y todo eso que cada cual te aconseja para la ocasión: paciencia, negociación, saber ceder y todas esas cosas que hay que poner en la base para que el resto del pastel no se tambalee.

Vamos a hacerlo lo mejor que podamos y vamos a intentar, sobre todo, ser felices en esta nueva etapa.

9 de enero de 2011 | | 1 comentarios

Nuevas formas de año nuevo

Tengo que reconocer que la alternativa navideña de este año ha sido perfecta. Aunque confieso que me resultó un poco raro desanclarme de las formas tradicionales de celebración de fin de año y año nuevo, el resultado no pudo ser mejor. Una vez celebrada la nochebuena en su vertiente más tradicional y familiar, pusimos rumbo a Las Palmas de Gran Canaria el mismo día que 2010 llegaba a su fin, en tan sólo unas horas estábamos a 15 grados más de lo acostumbrado, en una terraza estupenda desde la cual divisábamos toda la ciudad y sus confines, agasajados por un amigo y su familia de la forma más espléndida que uno pueda imaginar y agradecer. En definitiva, un lugar nuevo, unos acompañantes diferentes y un año a estrenar una hora más tarde como mandan las leyes del "una hora menos en la Comunidad Canaria".


El día de año nuevo como nunca: en la playa. Concretamente en Maspalomas. El faro, las dunas y también el viento y las piedras que traía la playa, hicieron del primer baño del año un momento algo accidentado, pero momento con mayúsculas al fin y al cabo. Excelente comida de año nuevo en un chiringuito rodeado de guiris, excelente conversación y compañía...planes de que esto no sea excepcional y se repita.


Por la noche, paseo de rigor por el precioso y colonial barrio de Vegueta con un guía insular derrochando historia y conocimiento de calles y localizaciones, para acabar cenando en un sitio canario pero no tanto, el Macabeo, una sugerencia para tener en cuenta si alguien pisa la capital de la isla.

El día 2 de enero también fue día de playa a 27 grados que fueron disfrutados en una playa urbana pero de las mejores que yo haya visto: Las Canteras. Ambiente dominical y aunque no lo parezca, de enero: una playa llena a rebosar, baños en el agua fresquita pero no congelada y comida en el paseo antes de poner rumbo al aeropuerto a poner fin a un fin de semana relámpago pero bien aprovechado y cundido. Esperemos que los pensamientos de año nuevo se hagan realidad y alguna que otra isla nos invite a pasar otro invierno, tengo que asegurar que la inyección de energía que da el sol es impresionante.

P.D. A pesar del mayúsculo enfado, gracias Uri.