28 de enero de 2010 | | 0 comentarios

El guardián

Ha muerto J.D. Salinger. Su exigua obra y su poca exposición pública no dan para mucho, por eso es un poco absurdo echar de menos al escrito enigmático, que no permitía que se le fotografiara ni que se escribieran reseñas biográficas, y podemos dedicarnos mejor a recordar la obra. Así que comencemos de nuevo y de forma correcta.

Ha muerto "El guardián entre el centeno". Cojo la parte por el todo. Un libro que leí hace muchos años, tantos, que recuerdo haberlo leído dos veces, y puedo asegurar que casi nunca releo, y si lo hago, es por la imperiosa necesidad que tiene mi memoria de recordar qué era lo que hizo que el libro dejara un poso tan profundo. Así que mi edición de bolsillo de Alianza, a la par que el libro más sobrio que puede haber en una estantería con sus tapas blancas es uno de los más sobados.

El guardian entre el centeno (The Catcher in the ryde), además de tener uno de los títulos más absolutamente preciosos de la literatura (y me atrevo a pensar que buscar un título es casi igual de difícil que escribir un libro), es un libro para leer en la adolescencia y perderse con todo descaro en la historia de Holden Caulfield. No sé si me produciría las mismas sensaciones si lo releyera ahora, pero presupongo que no, que hay una edad para hacer algunas cosas, y al igual que hay quien crece con Ivanhoe, con el Capitán Trueno o con 20.000 leguas de viaje submarino, yo conservo este libro con esa marca con la que los escritores evocan los libros imprescindibles en su biblioteca cuando les preguntan en una entrevista.

Salinger escribe una historia para que la lea un adolescente y sienta el niño que ya no es, se familiarice de forma literaria con las drogas o la prostitución y vea el agresivo mundo que de alguna forma, hay ahí afuera para todos. Una obra no edulcorada y necesaria en un punto de cualquier vida.

Ha muerto Salinger. La verdad es que me importa poco qué hizo, qué dejó de hacer, cuántas veces se casó, qué penurias le rodearon en su vejez y todas esas cosas que tanto rellenan una efeméride, pero lo que verdaderamente importa de verdad y supongo que de ahí el parapeto a su intimidad, fue el rastro que deja un escritor reducido a cenizas: su obra.

No puedo resistirme, tecleo ese invento llamado wikiquote y busco frases del libro, impresionantes frases que me encantan, especialmente la última, la que da nombre al libro y que particularmente consigue ponerme los pelos de punta:


No importa que la sensación sea triste o hasta desagradable, pero cuando me voy de un sitio me gusta darme cuenta de que me marcho. Si no luego me da más pena todavía"

"La vida es una partida y hay que vivirla de acuerdo con las reglas del juego"

"Me alegro de que inventaran la bomba atómica: así si necesitan voluntarios para ponerse debajo cuando la lancen, puedo presentarme el primero"

"Los libros que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras"

"Aquel hotel estaba lleno de maníacos sexuales. Yo era problamente la persona más normal de todo el edificio, lo que les dará una idea aproximada de la jaula de grillos que era aquello"

"No hay sala de fiestas en el mundo entero que se pueda soportar mucho tiempo a no ser que pueda uno emborracharse o que vaya con una mujer que le vuelva loco de verdad"

"Me paso el día entero diciendo que estoy encantado de haberlas conocido a personas que me importan un comino. Pero supongo que si uno quiere seguir viviendo, tiene que decir tonterías de ésas"

"No sé por qué hay que dejar de querer a una persona sólo porque se ha muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo"

"Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo cuando van entre el centeno, muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños, y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde del precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan en él. En cuanto empiezo a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Yo sería el guardián entre el centeno"

25 de enero de 2010 | | 2 comentarios

Exámenes de febrero

Estos días ando más centrada (o más bien descentrada) en los exámenes de febrero del grado en los que me auguro un nivel de desastre que puede oscilar entre grave y muy grave. De las cinco asignaturas cuatrimestrales, tengo en mente presentarme a tres...pero dado mi ritmo de estudio incluso me estoy pensado reducir el número y quedarme con dos que tampoco creo que lleve demasiado allá, pero bueno, por ahora las aguanto por puro orgullo, por aquello de que pagué la matrícula y me metí con todas las consecuencias...

Al ser primer curso todas las asignaturas empiezan con la palabra Introducción o con la palabra Fundamentos y continúan con las palabras Economía, Historia, Política, Derecho y Sociología. El caso es que el temario es interesantísimo (para mí, que me va el tema masoca y me matriculo a estas alturas en la universidad) y leo con muchísimas ganas un montón de información que tiene aplicación en la vida real y de la cual tendría que haber más conocimientos generales...eso sí, cuando llega el momento de analizar, memorizar y desarrollar temas por escrito, entro en modo bloqueo.
Lo peor de todo esto es certificar que nos pasamos la vida engullendo datos sin parar para soltarlos sobre cualquier examen y dar paso a cosas más interesantes. Resulta que tengo una asignatura de Historia idéntica a otra que estudié en 5º de carrera hace exactamente 6 años y medio. Tan exacta es que estoy estudiando por los apuntes de aquel año en vez de con el infumable libro de narrativa histórica que me han puesto por temario, y tengo que empezar de cero porque lo que recuerdo es insignificante...dato preocupante y que me crea no poca ansiedad al ver que he subrayado páginas, he hecho resúmenes y esquemas de cosas que ahora mismo me suenan a chino mandarín.

Si no me da un arrebato y quemo los libros antes, seguiré aguantando un par de semanas dedicándole tiempo y deseando que acabe el cuatrimestre terrorífico...diciendo eso de "haré lo que pueda y si no apruebo ninguna no pasa nada". Sabiendo que es una gran mentira y además de las gordas
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18 de enero de 2010 | | 3 comentarios

La valentía de la temeridad

Cuánto cuesta tomar a veces algunas decisiones. Hay ocasiones en las que uno se pierde entre tanta indecisión, entre tanto miedo a tomar un camino equivocado, entre tanto tiempo intentando dar un salto hipotético para adivinar qué es lo que será de nosotros si tomamos una u otra decisión.

Lo pensaba ayer cuando tenía frente a mí a dos personas que han decidido casarse sin haber llegado a cumplir el primer aniversario de su relación. Los veía y recapacitaba sobre lo que me contaban: la vida son fases, hay que tomar las cosas como vienen, estamos viviendo las cosas con la espontaneidad que queremos.

Porque una cosa es decidir sobre uno mismo y tomar decisiones sobre tu propia vida que pueden o no salirte bien y otra muy distinta es decidir compartir la vida con alguien. Es más, una cosa es compartir a ver cómo sale y otra, firmar un papel de por vida. Al margen de sentimientos, arrebatos y pasiones, que nadie discute, creo que en menor o mayor medida, todos llegamos a ese tipo de encrucijadas con pies de plomo. Lo hacemos, no porque no estemos enamoradísimos o nos estemos anticipando a lo peor como pesimistas patológicos, sino porque hemos visto cómo algunos han fracasado en el intento y eso, quieras que no, te pone en alerta. Ante eso, solemos encomendarnos al tiempo como único indicador de que las cosas se afianzan y fluyen.

Ayer veía a dos personas que se han olvidado de todas esas cosas con una facilidad asombrosa y están dando un paso importantísimo a la vez que les oyes decir que tener una relación larga no te asegura que todo vaya a salir bien como argumento irrebatible. Hay que darles la razón, aunque también habría que puntualizar, que una relación muy corta, tampoco te asegura nada. No sé a estas alturas sin son maduros o inmaduros, si son temerarios o por el contrario, muy valientes...el caso es que ahí están, olvidándose de los miedos, tomando la vida como viene, con lo difícil que a veces resulta hacer eso.

13 de enero de 2010 | | 3 comentarios

Artes culinarias

En relación directa con el tema pisos está el tema de las labores del hogar y en concreto, la cocina. Tantos años en casita acostumbrada a la deliciosa comida de mamá sólo me han servido para sobrevivir en verano con la nevera a tope de comida congelada y cocinando algún que otro plato que me ha dado por hacer. Lo bueno es que veo que todo el mundo está igual, haciendo cursos acelerados para no comer cocido sólo cuando vas a casa de tus padres; ahí está mi amiga Gema haciendo pasta por primera vez en su vida o Uri, que dice que ha hecho una tortilla de patatas y supongo que habrá que creerle...
Mi madre es una cocinera estupenda, de las que clavan las recetas de Arguiñano y se queja de que no tiene los electrodomésticos y las herramientas adecuadas cuando algo le sale mal, así que me ha instado un millón de veces a que aprenda a cocinar...hasta ahora mi respuesta era: no puedo, estoy estudiando. Ahora que el estudio quedó en un segundo plano resulta que me cambié al turno de mañana, así que cuando llego, el plato me espera metido en el microondas. Conclusión: me encanta comer, así que tendré que aprender unas cuantas cosas más sobre la cocina para defenderme dentro de unos meses.
Para solucionar este problema, estoy haciendo un libro de recetas. Me planto junto a mi madre con la cámara de fotos y fotografío hasta cómo pela las patatas. Me está quedando muy bien y además creo que con las imágenes me costará menos porque con la receta sola no me apaño, qué le vamos a hacer...
Lo siguiente será empezar a ir a comprar con ella, porque parece mentira, pero no distingo los pescados, ni las partes del cerdo ni nada de nada...un desastre...En fin...qué duro va a ser convertirse en ama de casa...

4 de enero de 2010 | | 3 comentarios

Torpedo's house

Adelantando que 2010 viene monotemático, acabamos 2009 visitando (que no inaugurando, que para eso hacen falta unas botellas) otra entrega de llave en mano: la del futuro hogar del torpedo.

Hace ya mucho que nos adentramos en el tiempo de los pisos, de las interesantes conversaciones sobre el alisado, el gotelé, el mobiliario, lo carísimas que son las cocinas, decidir la dureza del colchón, el euribor pa'rriba, el euribor pa'bajo...y el tema tiene visos de prolongarse en el tiempo, porque las entregas no paran y eso que la venta de vivienda no para de bajar.


Reconozco que he estado unos meses renegando un poco del tema debido al acojone que me produce la avalancha de números que se aproxima. Pero con la visita a este piso de dos habitaciones y estancias alargadas de mi amigo Ismael, he percibido que detrás de todo eso hay también un momento para el disfrute. Vamos, que por fin me he oído decir: ¡qué ganas!

En fin, ya seguiremos contando paso a paso cómo se van sucediendo las cosas, por ahora, esperamos ansiosamente la oferta hipotecaria del banco, después vendrán los defectos y por último la entrega de llaves, todo ello supuestamente debe sucederse de aquí a marzo...Por ahora, disfrutemos de las casas de esos amigos que al entrar siempre te dicen estás en tu casa y no pueden parar de sonreír de satisfacción. No es para menos.