El arte tiene como base la creación de algo nuevo. Un creador, sea cual sea el arte que cultive, debe innovar, sacar a la luz algo que no se haya visto hasta la fecha o, a lo sumo, tomar el arte de otros y reinventarlo, haciendo una nueva versión que podrá llevar su sello, pero que siempre sera sometida a comparación.
Versionar una obra no equivale a mejorarla, aunque ese caso pueda darse, sobre todo cuando se trata de determinadas obras que han perdurado durante siglos y llevan el calificativo de clásicos que las hace inviolables. En esa categoría hay obras que no deberían tocarse y hay otras que han de prestarse a la versión de forma obligatoria, para que de cuando en cuando puedan ser revisitadas y mantengan su vigencia y por tanto, puedan poner de relieve la excelencia que las hace ser obras universales.
Una de esas obras de reinvención obligatoria es La vida es sueño, que fue llevada a escena por primera vez en 1635 y que 373 años después sigue prestándose a las mas diversas escenografías sin que por ello el texto pierda fuerza. La versión de Juan Carlos Pérez de la Fuente introduce en el texto versado del siglo de oro elementos que van más allá de la modernidad, una escenografia sobria y un vestuario decididamente futurista, sin que se pierda en ello una trama excelente en el que confluyen personajes de fuerte calado.
Segismundo, el preso abocado a ser un tirano, interpretado por Fernando Cayo en esta versión de la Compañía del Siglo de Oro de la Comunidad de Madrid, resulta absolutamente apabullante, consigue que el espectador le crea la brutalidad y le conmueva un monólogo que es de lo mejor que existe en género dramático. Lo mismo ocurre con Clarín (Daniel Huarte), con Rosaura (Ana Caleya) y con el rey Basilio (Chete Lera), por poner algunos ejemplos. Buenos, muy buenos actores, de los que te suenan por la televisión y cuya verdadera dimensión se reconoce sobre las tablas.
Si alguien sigue mi consejo y quiere ver este clásico imprescindible, que tome nota, estará en el Teatro Albéniz de Madrid del 4 al 21 de diciembre.
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