El amor de aula es algo muy manido, pero créanme, no hay nada mejor que disfrutar de una clase que trate sobre una materia interesante y profesar profunda admiración al docente que la imparte. Esos casos excepcionales son los que tienen la capacidad de salvar cursos enteros rellenos de créditos de dudoso contenido o de eclipsar a malos profesores para que queden relegados al siempre agradecido olvido.
Entre la cantidad ingente de créditos que tuve que cursar (me maravillo con los planes de estudios que incluyen los viernes libres), confieso que hay asignaturas de nombre imposible realmente difíciles de recordar y otras que vienen a mi mente de forma inmediata porque tienen algo en común: que están vinculadas a un buen profesor.
Luego hubo otras, un pequeñísimo número, con las que disfruté especialmente, tanto por las materias: Literatura y Fuentes de información en Ciencias Sociales y Humanidades, como por el profesor, periodista y escritor. No tengo pudor en decir que el tipo me parecía apuesto y que me encantaba verle, escucharle y cruzármelo en los pasillos con su eterno paquete de ducados.
Hoy me he topado por casualidad con su nombre y he hecho uso de esa poderosa arma de rastreo que es Google para ver en qué anda metido. He podido ver que sigue en la facultad, que después de la poesía y el relato está cultivando la novela y que ha ganado algún premio de cierta importancia. Supongo también que habrá tenido alguna que otra alumna que haya seguido sus clases sin pestañear y que haya saciado su curiosidad leyendo sus obras fuera de horario.
Entre la cantidad ingente de créditos que tuve que cursar (me maravillo con los planes de estudios que incluyen los viernes libres), confieso que hay asignaturas de nombre imposible realmente difíciles de recordar y otras que vienen a mi mente de forma inmediata porque tienen algo en común: que están vinculadas a un buen profesor.
Luego hubo otras, un pequeñísimo número, con las que disfruté especialmente, tanto por las materias: Literatura y Fuentes de información en Ciencias Sociales y Humanidades, como por el profesor, periodista y escritor. No tengo pudor en decir que el tipo me parecía apuesto y que me encantaba verle, escucharle y cruzármelo en los pasillos con su eterno paquete de ducados.
Hoy me he topado por casualidad con su nombre y he hecho uso de esa poderosa arma de rastreo que es Google para ver en qué anda metido. He podido ver que sigue en la facultad, que después de la poesía y el relato está cultivando la novela y que ha ganado algún premio de cierta importancia. Supongo también que habrá tenido alguna que otra alumna que haya seguido sus clases sin pestañear y que haya saciado su curiosidad leyendo sus obras fuera de horario.
Os dejo, para quien quiera conocerle, el enlace a una interesante colección de relatos breves que publica en la web de una editorial. Sé que mi opinión puede parecer subjetiva, pero creo que no me equivoco si digo que son buenos.
3 comentarios:
Elea, Alea, Ilie u Oleo. Como sea, pero mucha suerte.
Cruzaremos los dedos desde la barrera.
Bonne chance!!
Lo dicho, un error tipográfico lo tiene cualquiera, a veces simplemente no se sabe cómo ha llegado esa E ahí.
Aseguro que mañana estaré sumamente atenta a no marcar la opción errónea por despiste. Sólo faltaba!
Gracias!
Estamos ansiosos...
Publicar un comentario