Hay mañanas en las que la ronda matutina de diarios no tiene mayor importancia que la de releerse las noticias que ya se leyeron antes de dormir. En apenas 8 horas el mundo no cambia tanto y pocas veces ocurre que al emerger la página de inicio, salte hasta nuestro ojos una noticia en la tipografía de mayor alcance dispuesta por los medios de comunicación para los casos excepcionales.
Cae la cúpula de ETA en Burdeos y la alegría podría ser compensatoria por los días en los que uno se ha levantado y ha ido conociendo los pueblos vascos no por su gente ni por sus tradiciones, sino por los actos terroristas que cometen los que se consideran legítimos ciudadanos. Así conocimos Mondragón y Legutiano, Galdakao y Amorebieta y la tristeza de entonces no acaba de estar compensada, porque ya conocimos la tregua y la caída de otros tantos números 1 y números 2, pero el fin definitivo es aún un capítulo por definir.
Sólo cabe esperar que la debilidad en la organización sea el mal último que dé fin a esta negra página de la historia.
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