27 de mayo de 2008 | |

El callejero

Me entero de mano de un futuro (y muy preocupado) habitante de un nuevo barrio en construcción en el municipio de Alcobendas, que se está haciendo una votación popular en referencia a los nombres que recibirán sus calles.

Ya se sabe que, por un lado, los políticos son muy dados a hacer concursos de ideas para promover la participación ciudadana y que por otro, el ser humano es malo por naturaleza, así que la unión de ambas circunstancias puede provocar nefastos resultados que ya se han constatado en otras ocasiones, léase elección de Rodolfo Chikilicuatre como representante eurovisivo.

Como decía, en Alcobendas han pedido sugerencias para nombrar las calles y una vez recogidas las propuestas, se ha procedido a la votación. Cuál es la sorpresa al ver que la opción más votada por ahora en Internet es aquella denominada bajo el epígrafe magia e ilusión y que pronostica que los vecinos del barrio tendrán que poner en sus datos postales que viven en la calle de los sueños, la calle de la buena suerte, o la del buen humor…No es por nada, pero a mí vivir en alguna de las calles citadas me parece que suena a coña marinera…¿y tú dónde vives?, yo en la calle de los sueños. Me suena más propio a la distribución de algún parque temático infantil que a municipio de gran población. Como siempre, todo sería acostumbrarse.



Pero ya puestos, le he echado un vistazo a las posibles opciones existentes y a parte de las opciones convencionales, nombres de filósofos, de mares y océanos y esas cosas tan corrientes y vistas, hay un montón de propuestas con sus peculiaridades. En Alcobendas hay quien podría llegar a vivir en la calle maracas, en la calle del níspero, en la calle fucsia o en la calle del Alcázar de Toledo. Hecho éste último, ante el cual, mi amigo, convencido militante de la izquierda, se muestra especialmente sensible.

Y es que todo es posible cuando al ciudadano le dejan votar. Siempre me acuerdo de que hace algunos meses en Hungría votaron la denominación de un nuevo puente sobre el Danubio y la opción más votada fue Chuck Norris y hace poco, en un pueblo de Guadalajara, casi cambian la calle del General Franco por la de chiki chiki. No digo que esté mal el cambio, al fin y al cabo han tardado algunas décadas en hacerlo, sino en la opción barajada.


En fin, este fenómeno no resulta nuevo. Ccuando uno pasea por Madrid puede encontrarse con la calle Válgame Dios o la calle de la alegría de la huerta, pero no por ello, deja de ser curioso.

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