30 de diciembre de 2010 | | 1 comentarios

Fin de año y década

A cada año su acontecimiento. Si 2009 fue el año del trabajo, 2010 ha sido el año del piso. Tengo que decir que estos años se están desarrollando en torno a un elemento clave y otro montón de acontecimientos de otra índole. Mientras la primera mitad del año se desarrolló haciendo cuentas y cábalas bancarias, la segunda mitad dio paso a la acción, a los millones de cosas que hacen que un piso, además de tener paredes, sea habitable. No puede menospreciarse esa labor porque es ciertamente ardua, procura bastantes dolores de cabeza y deja maltrecho el bolsillo...vamos, que estamos encantados.

Este año se ha focalizado en eso, pero ahí están los viajes para hacer más ameno el devenir de los acontecimientos y permitir que desconectes por un momento de las responsabilidades. Dos viajes muy importantes, inolvidables por el contexto, por su tipología, por las circunstancias en las que se desarrollan...primero un viaje para uno mismo: el Camino de Santiago, un viaje de esfuerzo, con lo imprescindible en una mochila cargada a la espalda, de kilómetros en los que las relaciones personales se tornan distintas en pro de una solidaridad hacia el desconocido que sólo suele verse en este tipo de circunstancias...un viaje con un punto de partida y un punto de llegada, a veces me cuesta convencerme de que tengo esos 185 kilómetros en las botas y también en la retina.

Y un viaje para vivirlo con otro...París. Maravillosa, impresionante, sin cabida en un epíteto. Una ciudad para los sentidos, para los sentimientos, para el cuerpo y el alma sin me lo permiten. París es un lugar para enamorarse, a pesar del estereotipo y lo manido de la imagen...no se puede evitar, es así y creo que Uri lo supo. Otro de los momentos estupendos que viví con él fue el fin de semana en Alicante como regalo de cumpleaños. He de reconocer que si este año tiene una banda sonora, ésta es la de Sabina.

Esos son los elementos que se sitúan estratégicamente en un año y lo localizan en la memoria con el paso del tiempo. Pero 2010 también fue el año en el que la familia tuvo salud a pesar de los achaques y aumentó con otro chico (y ya van cuatro), Hugo, que se adelantó y me pilló concluyendo la etapa siete que concluía en Arzúa.

2011 tiene el augurio de ser un año animado e intenso. Comienza la convivencia, lo que se traduce en cambio y sobre todo en la certeza de que hay pasos que se dan y que no permiten vuelta atrás. Son años de trasformaciones vitales tan importantes que es difícil no sentirse asustado o incluso, a veces, abrumado, pero también y sobre todo, esperanzado. Pero entre toda esta vorágine también hay hueco para la emoción, los acontecimientos sumamente alegres que les ocurren a los que están a tu alrededor. Qué bonito es oír ciertas noticias.

Sea como sea, 2011 nos pilla con planes y proyectos, con ganas de que las cosas salgan bien, de que todas las empresas emprendidas, en todos los sentidos de la palabra, prosperen y que el tiempo mientras pase nos vea alegres, satisfechos y juntos.
¡Feliz año a todos!

23 de diciembre de 2010 | | 2 comentarios

Con buen pie

Ya pasó la lotería sin pena ni gloria, qué vamos a hacerle...el empujoncillo para el piso, la hipoteca y el día a día tendrá que seguir viniendo de la nómina corriente y moliente, que no es poco, pero bueno, uno no deja de soñar que descorcha una botella de champán frente a la administración de lotería.

Pero el día 22 trajo otros dos regalos muy pero que muy especiales y que hicieron que no parara de sonreír en todo el día. El primero vino vía Facebook, donde las firmas y empresas aprovechan para lanzar campañas de márketing y Menbur, una firma de zapatos de fiesta regalaba un par a quien les convenciese de por qué se los pondría en nochevieja.

Mi comentario fue de los primeros, me serví de una sucesión de fotogramas cinematográficos para decir que en unos zapatos así me sentiría como las grandes actrices de Hollywood en ciertos momentos llenos de glamour...et voilà...los zapatos son míos, y no sólo eso, al ser el mejor comentario me llevé los zapatos y el bolso a juego.

Los zapatos son altos, altísimos, negros, con pedrería en la parte de delante, muy elegantes. Los típicos zapatos-capricho que te comprarías sólo con motivo de una ocasión súperespecial en la vida, así que estoy encantada de tenerlos en mi armario, porque sé que son unos zapatos para siempre, es decir: sencillamente di-vi-nos.

Llegaron a casa vía mensajero al día siguiente, así que aquí tenéis las pruebas del glamour hecho complementos:

Por otro lado, vía correos, recibí una carta con un billete de avión a un destino que no desvelaré hasta más adelante, por aquello de que para la fecha del vuelo quedan aún unos cuantos meses, pero que me hizo una ilusión tremenda. El sobre era anónimo, pero la letra era de Uri :)

Este año agosto no será playero ni caluroso...será mucho más y creo que si quiero sobrevivir a ese viaje, tendré que reaprender a montar en bici. Creo que va a ser genial...y con tantos meses por delante tengo tiempo de sobra para leerme todas las guías de viaje que existan sobre ese paradero por ahora desconocido.

12 de diciembre de 2010 | | 2 comentarios

Serge Gainsbourg

Cuando viajé con Uri a París en septiembre visitamos los cementerios de Montparnasse y Pére Lachaise. En ambos cementerios es obligatorio hacer un recorrido para reencontrarse con clásicos franceses y no franceses que por unas razones y por otras, han decidido que sus restos reposaran en tierra parisina para siempre.

Lo bonito de esta visita es que los cementerios se convierten en museos al aire libre. El turista puede hacerse con un plano y tiene que ir buscando por las diferentes cuarteles dónde está el número de tumba que pertenece a Oscar Wilde, el de Edith Piaf o el de Cortázar. A veces, hasta que coges el ritmo, puede costar un poco, pero puedes encontrar incluso algún operario que te ayude amablemente o que te diga que es una lástima que no haya una visita de escolares a la que seguir para no perderse ninguna.

Pero además de ver aquellas tumbas que uno está dispuesto a visitar, hay otra cosa bonita en esta forma tan diferente de turismo y es la de encontrarse tumbas de personajes a los que tienes especial estima y que ni siquiera sabías que estaban allí. A mí me ocurrió con la magnífica y solemne tumba de Susan Sontag. Iba paseando por el cementerio y de repente encontré su nombre a mis pies.

Ir en companía de alguien que tiene más de cultura francesa que yo también hizo que descubriera a gente de la que no había escuchado hablar y cuya tumba estaba especialmente animada con flores, dedicatorias y cajetillas de gitanes. Eso me ocurrió con Serge Gainsbourg, Uriel me dijo que era un cantante muy famoso y yo me limité a hacerle una foto a la tumba y a quedarme con la impresión de que debía rellenar esa laguna cuando volviera a Madrid, pero sinceramente, ni siquiera asimilé bien el nombre.

Pero bueno, uno vuelve a Madrid, guarda las fotos en un CD y se acuerda de los croissants más que de los cantantes muertos y no fue hasta finales del mes de noviembre cuando en una cena de mis antiguos compañeros de biblioteca, dos de ellos comenzaron a hablar sobre si habían visto la película biopic del un tal Gainsbourg. Yo ni recordaba el nombre, pero me metí en la conversación y me quedé con la curiosidad de nuevo de saber si era el tipo del que me había hablado Uri en el cementerio de Montparnasse.

Efectivamente, al día siguiente rescaté el CD y allí estaba, el mismo Gainsbourg, así que lo primero fue visitar el enlace en la wikipedia para enterarme de que, entre otras muchas cosas, mantuvo un romance con Brigitte Bardot y estuvo casado con Jane Birkin, ver sus fotos, sus videos en youtube, escuchar algunas canciones y por supuesto, hacerme con la película biográfica para saciar mi curiosidad.

La película se llama Gainsbourg: vida de un héroe y me ha gustado bastante, sobre todo porque además de contar la trayectoria del cantante desde un punto externo, también incluye elementos imaginarios que le dan un toque diferente al biopic. Recomendada queda para quien crea que pueda interesarle.

Si queréis saber más de los cementerios parisinos, visitad este post.

7 de diciembre de 2010 | | 0 comentarios

I-letrados

"Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado" ha dicho Mario Vargas Llosa en el discurso pronunciado en la entrega del Premio Nobel de literatura y son palabras que han de emocionar a cualquiera que se identifique mínimamente con la definición de ser alfabetizado.

¡Qué de cosas están vinculadas al acto de la lectura! No les hablo de la lectura como instrumento para adentrarse en los vericuetos de los grandes obras, conocer a los clásicos o saber diferenciar un soneto de una silva. Les hablo del simple acto de comprender literalmente lo que contiene una línea, de reconocer los caracteres o de ser capaz de leer los subtítulos que le ponen a un extranjero cuando habla en el telediario al primer golpe de vista.

No sé si al resto le pasa lo mismo, pero yo también siento que aprender a leer es lo más importante que me ha pasado y he tenido la mucha o poca fortuna de comprobar la diferencia abismal que ese simple hecho puede ejercer sobre las personas. He aprendido con el método infalible de la educación básica que personas muy cercanas nunca recibieron porque el primer día que acudieron el colegio se derramaron el tintero en el vestido y les dijeron que al día siguiente no volvieran.

Hoy en día hay personas cuyas vidas están construidas sobre la base siempre endeble del analfabetismo y a pesar de ello, han sabido luchar y labrarse un porvenir esquivando los golpes que da la ignorancia. Dios sabe qué serían si hubieran tenido la suerte de saber leer...lo mismo hasta hubieran podido ocupar el mismo lugar que Vargas Llosa y ni siquiera ellos lo saben.

27 de noviembre de 2010 | | 1 comentarios

Remembering

Parece que todo vuelve y tal es así que dicen las revistas de moda que ahora estamos viviendo un momento muy "ochentero", es decir, que vuelven las rayban de pasta de colores y las hombreras.

Lo mejor de todo es que se rescatan cosas que nunca pierden vigencia. Una tiene sus debilidades y aunque no esté profundamente marcada por los 80 ya que nací en el mismo año que comenzaba la década y mis recuerdos de juventud se remontan más bien a los 90, tengo la vaga consciencia de que siendo bien jovencita mi hermana alquiló Dirty Dancing para que la viésemos en VHS una tarde. A sabiendas de que esta película se estrenó en el año 87, es bastante probable que yo lo viera en el 89 o 90 tranquilamente. Pues bien, cada cual tiene sus rarezas y la mía es que a partir de ese momento he debido verla unas 20 veces y sospecho que no soy la única. Hay quien tiene Grease, hay quien tiene Ghost, hay quien tiene La Princesa prometida y yo tengo debilidad por las películas de baile, incluso en la actualidad me trago cualquier cosa donde haya unos bailecitos, ya sea una peli moñas de Richard Gere o una de Chayanne que han puesto 500 veces en la televisión, incluso caí en la fatal trampa de ir a ver Dirty dancing 2, que fue como recibir una puñalada en el corazón.

Bueno, lo curioso de todo esto es que esta misma tarde mientras ojeaba la prensa digital de nuevo, he visto que los Black Eyed Peas han remasterizado la famosa canción de la película que todo el mundo ha oído alguna vez y que se llama Time of my life, y no he podido evitar escucharla. No es que sea fan de los Black Eyed o que me encante la música electrónica, pero tengo que reconocer que este grupo me cae muy bien y que me parece que saben hacer las cosas con bastante gusto, por lo que la versión tiene su aquel.

Pero aquí no acaba esto. Sigo leyendo y en un hecho sin precedentes, vuelvo a encontrarme con Dirty Dancing de nuevo, porque resulta que la que fue protagonista antaño, Jennifer Grey, una chica que yo no he vuelto a ver en más películas y por la que no había mostrado más interés, ha ganado el ¡Mira quién baila! americano frente a la hija de Sarah Palin nada menos.

Y ante esto, ¿qué puedo hacer yo? Bueno, pues de primeras, sentir curiosidad por saber cuál es el aspecto de la señorita después de tantos años y ver cómo baila y se defiende en unos brazos que no sean los de Patrick Swayze. Pues bien, entro en el enlace de ABC news y no doy crédito a lo que veo porque la mujer que baila lo mismo puede ser Jennifer Grey que su prima la de Arizona, en cualquier caso, es alguien que durante todos estos años se ha criogenizado o ha vendido su alma al diablo o ha encontrado el elixir de la eterna juventud.


Desde luego su paradero no ha sido desconocido, bastaba con llamar una por una a las clínicas de estética de América para encontrarla en alguna...¡madre mía! pero ¿habrá algo en esta mujer que sea suyo de verdad? Eso sí, la mujer baila muy bien, aunque sea una pena que ya no lo haga con el estupendo tipo de tupé y chupa de cuero.
Todo esto me recuerda que tengo que hacerme con una copia de la peli en DVD.

23 de noviembre de 2010 | | 2 comentarios

Chistes sobre políticos

Como las elecciones catalanas no me pillan en situación de derecho a voto, cosa que sí tocará el año que viene en Madrid, sigo con menos que más interés la evolución de las encuestas y las predicciones para el próximo domingo en Cataluña. Por ahí tenemos a Montilla retando a Mas en una grabación donde su asistente no sabe dónde meterse, a Puigcerdós metiéndose con los andaluces como si no le hubieran contado nada en el colegio de las emigraciones internas del campo a la ciudad en los años 60 y a Alicia Sánchez-Camacho como representante del Partido Popular y de paso, imagen de alguna clínica de cirugía estética para prevenir sobre los efectos del bótox.

El caso es que he leído en la prensa esta mañana que Alicia Sánchez-Camacho, en un alarde de no sé muy bien qué, va a participar en el Club del chiste, un programa de Antena 3. En fin, en los tiempos que corren, con la que está cayendo, sinceramente ya no sé qué es lo que queremos de la clase política, ¿qué nos cuenten chistes? Por lo que veo, los ciudadanos tenemos una tendencia bastante peligrosa a "desubicar" a los personajes públicos, nos encanta sobremanera ver cómo hacen cosas para las que no están especialemente dotados o por lo menos, no es su principal habilidad. Así nos gusta ver bailar a los futbolistas, cantar a los toreros, escribir una carta a Belén Esteban y un largo etc. que nos entretiene y divierte.

Pues muy bien. Pero sinceramente, llega un momento en el que al político deberíamos exigirle seriedad, buena gestión, que sea honesto y que no prometa cosas que no va a cumplir y dejáramos de solicitar como televidentes de lo absurdo que el candidato X nos cuente chistes sobre Zapatero o sobre chinos. ¿Es eso señal de algo? ¿puede empujar a alguien a meter una papeleta en un sobre el domingo que determinado candidato cuente bien o mal los chistes? ¿Habrá que olvidarse de los tediosos mítines y reconvertirlos en campeonatos de chanzas?

Ya sé que es pura imagen y márketing y que quizás las cosas no haya que tomárselas tan en serio, pero en verdad pienso que la política en la actualidad no está para perderse en chorradas y el político no está para divertir al pueblo si no para gestionarlo adecuadamente. Sin embargo, pienso que el grueso de la población no distingue entre una cosa y otra...una vergüenza.

9 de noviembre de 2010 | | 1 comentarios

10.000

Siempre hay una primera vez para todo, incluso para correr 10.000 metros, que ya es una distancia aceptable. Hace mucho que tenía pendiente la gesta y había probado con alguna carrerilla menor, pero nunca había surgido la oportunidad o me había decidido a lanzarme a completar el recorrido que hacen casi todas las carreras populares. Llevo años detrás de participar en la San Silvestre y por unas o por otras (incluida la de este año) no he podido hacerlo, así que me he estrenado con la Carrera BBVA, que además cuenta con fines solidarios.


El domingo 7 de noviembre, tras unos días con un tiempo bastante anómalo para esta época del año, Míkel, Uri y yo nos colocamos las mallas, algo de abrigo y la camiseta con el dorsal y nos dirigimos al Paseo de la Castellana para recoger el chip y colocarnos al final de la marea azul, donde esperamos a Camilo, corredor experimentado donde los haya, que esta vez invirtió sus energías ya no sólo en hacer el mismo recorrido, sino que además andaba y desandaba sus pasos para ilustrar gráficamente el momento.

Siete minutos tardamos en pasar por el arco de salida gracias a los casi 10000 corredores, tantos como metros se recorren, que se habían dado cita. El pistoletazo de salida nos distanció primero de Míkel, que tomó una delantera que mantuvo durante toda la carrera, mientras que Uri y yo, a un ritmo aceptable y constante, nos quedamos un poco más atrás.


Lo más destacable de una carrera popular es el ambiente festivo, un montón de gente madruga un domingo para pasar un buen rato con los amigos, hacer deporte y como no, sufrir un poco en alguna cuesta como la que antecede al ángel caído en el Parque del Retiro, para al final conseguir la recompensa moral de haber sido capaz.


La llegada, con un orgulloso y digno sprint, se materializó en el minuto 63. Una vez cumplido este reto, nos marcamos el siguiente: llegar antes de que el crono marque el minuto 60.

2 de noviembre de 2010 | | 2 comentarios

Sin brakets y a lo loco

Pues al fin llegó el día en el que los brakets ya no estaban allí. Liberada, no sin antes sufrir bastante porque van cementados y quitarlos es mediante lo que se puede denominar casi "fuerza bruta", vamos, que me pasó lo que nunca me había pasado, que al tercer intento de quitar uno que se resistía lloré, no que se me escapara una lágrima tonta, sino que lloré de dolor.

Todavía recuerdo el día después de ponérmelos, cuando no sabía si me podía acostumbrar a llevar aquello durante una duración indefinida que al final ha resultado ser dos años. Dos años de evitar comer los bocatas con pan normal, la fruta a mordiscos o comer pipas o chicle si no quería un resultado nefasto. Todavía recuerdo el primer filete (de restaurante, grueso y al punto) que intenté comerme una semana después de que me pusieran el aparato: un auténtico desastre. Imposible masticar con todas aquellas cosas metálicas.

No puedo quejarme mucho porque sólo he llevado brackets abajo, por lo que lo único que he solucionado ha sido un problema estético: el apiñamiento de los dientes inferiores. Ahora los tengo alineados, pero me falta un premolar que hubo que extraer para conseguir ese resultado y la verdad es que salvo eso, mi dentadura sigue siendo la misma de siempre, así que sigo siendo, como diría mi madre, un poco picona.


Me los puse convencida de que sería para mejor, pero la verdad es que no tenía mucha confianza en mí, pensaba que me pasaría el día quejándome, pero me acostumbré y lo he llevado bastante bien. Supongo que mi entorno habrá agradecido que no haya persistido en mis lamentos por todas las molestias que ocasiona. En definitiva, que la ortodoncia es algo que se sufre en silencio.

Así que quien tenga la idea de iniciarse en el maravilloso mundo de la ortodoncia, que no se lo piense, que piense en los resultados, que siempre serán buenos y sobre todo que se haga con un arsenal de cepillos de dientes (creo que la media es de uno por mes), de cera dental para las llagas que se producen al principio y que aprenda a sonreír durante unos cuantos meses sin abrir demasiado la boca, sobre todo después de haber comido. También recomiendo atesorar kilos y kilos de paciencia, para el proceso en sí y para las horas de espera en la salita del dentista, que con tanta visita, el tiempo perdido leyendo revistas del corazón será considerable.

24 de octubre de 2010 | | 1 comentarios

Cinco horas con Mario

Resulta muy agradable que de un minuto a otro, alguien te llame y te ofrezca un par de entradas para ir al teatro. De hecho a veces es casi una carambola y tiene que darse un redoble de circunstancias. A saber: primero que a la vecina de un amigo le sobrevenga la muerte de un conocido y no pueda acudir y después, que tu amigo ya tenga planes y tampoco pueda ir. Así que ahí estás tú para recoger el testigo después de un duro día de idas y venidas en el apasionante mundo del bricolage, coger a tu madre del brazo y encaminarse al teatro, a ver una de esas obras que están vinculadas a una determinada actriz: Cinco horas con Mario.

Lola Herrera ha sido la actriz que durante años ha encarnado a Menchu o Carmen Sotillo en este monólogo intenso que gira en torno al féretro de Mario, su marido, recién fallecido. Este año, justo cuando hace pocos meses que ha muerto Delibes, que ya había dado su beneplácito para buscar un reemplazo que estuviera a la altura de Lola Herrera, la obra se reestrena y sale de gira con Natalia Millán, una actriz a la que hemos visto bastante en televisión en series como El Súper o Un paso adelante y en teatro musical en obras como Chicago.


La obra, con una escenografía sencilla que no va a cambiar durante la hora y media que dura el discurso amargo de una mujer que rinde cuentas con su marido y le recuerda las penurias pasadas, traza a la vez un esbozo de lo que supone la época para una mujer de clase media alta: los cambios en la juventud, la sexualidad, la incorporación de la mujer al mundo laboral, el afán de progresismo y de apertura social que se vislumbran al final del túnel de la dictadura.

Una obra maravillosa donde la actriz está soberbia. De luto riguroso, Natalia encarna perfectamente a la mujer de mediana edad que ha quedado viuda de forma prematura y que va desnudando su verdad ante el cuerpo presente de su marido. Al final, un aplauso largo y gente de pie para una intérprete que lo da todo en el papel y sabe que éste puede ser el espaldarazo definitivo a su carrera. Que así sea.

19 de octubre de 2010 | | 1 comentarios

Mad Men

No es que tenga una serie para cada día de la semana, pero casi...y de hecho, para remediar cualquier intento de acercamiento a la televisión y a su espantosa programación (princesas de pueblo sobre todo) me ciño a ver series. Concretamente, hasta hoy seguía 4 series y desde hoy sólo 3: Mad Men, The good wife, Mujeres Desesperadas y Anatomía de Grey. Las dos últimas para los días de vaciado mental...cuando ya no doy para más y necesito no pensar, las otras dos las saboreo como se saborea el mejor cine.
Siempre hay series y SERIES. A lo largo de unos cuantos años he visto varias series que por una razón u otra, no se me olvidan y las recomiendo encarecidamente, una de ellas es A dos metros bajo tierra, absolutamente genial y la otra es Lost, pero el fenómeno que la hizo tan famosa ya parece un poco pasado. En este momento ya estoy en disposición de añadir otra que alcanza la categoría de fascinante: Mad Men, por su trama, por su escenografía, por su marco histórico y por el personaje que lo centraliza todo: Don Draper...un galán de los de entonces pero en el momento actual.



Acaba de terminar la cuarta temporada en Estados Unidos y ha sido espectacular. Las temporadas, de apenas 13 capítulos, se hacen cortas al final, pero los guionistas saben conducir la historia y darle los giros precisos. De hecho esta última temporada se podía ver sin haber visto las tres anteriores, la trama prácticamente empezaba de cero. Los Mad Men son los publicistas de la calle Madison de Nueva York en una época de traje, cigarrillos y whisky en el que la publicidad comenzaba a ser el gran imperio que es hoy.
La escenografía de los años 50 en el vestuario, en los modos y costumbres y en las grandes diferencias de género son otro de esos prodigios que enganchan, tanto que están propiciando una vuelta a esa época en las tendencias de moda de esta temporada. Mad Men ha trascendido la pantalla hasta dar el salto a las revistas como Vogue y además, ha sido la gran triunfadora de los últimos Emmy.
En definitiva, si buscan un entretenimiento con sustancia, no lo duden: Mad Men.

13 de octubre de 2010 | | 1 comentarios

Historias de supervivencia

Imposible no emocionarse al ver cómo van saliendo uno a uno a la superficie los trabajadores de la mina en Chile que llevan atrapados desde el 5 de agosto. No me extraña que los compatriotas de todo el mundo se hayan apostado frente al televisor para ver cómo se obra ese milagro llamado rescate y se sientan identificados, orgullosos y emocionados.

Curiosa similitud la de esta historia con la que vivieron los supervivientes de la tragedia de los Andes. Busco información y me encuentro con que precisamente hoy se cumplen 38 años del accidente del avión que trasladaba al equipo de rugby desde Montevideo hasta Santiago. La coincidencia es estremecedora.

Sesenta y nueve días de dura espera, a expensas de lo que se decida y programe en la superficie. Una experiencia extrema para unos hombres que unos días bajaron para trabajar y se vieron obligados a paralizar sus vidas durante más de dos meses. Algunos de ellos no bajarán nunca más, pero apuesto a que la mayoría sí lo harán. Ójala que todo esto sirva para mejorar las condiciones de este colectivo en Chile y en cualquier país del mundo.

4 de octubre de 2010 | | 6 comentarios

París y...sus monumentos

¿Qué tiene París para ser tan maravillosa? Buena pregunta.
Pues tiene la Torre Eiffel, que por mucho que la hayas visto en la tele, en los libros y en todo tipo de soporte analógico o multimedia, cuando llegas allí se te queda cara de tonto. Es, sencillamente, un monumento que no tiene igual, un esqueleto gigante de hierro que puede verse desde casi cualquier punto y que por ello, da la impresión de estar a un paseo, aunque estés a una hora andando de ella. Se puede subir de día para jugar a buscar los monumentos, pero también se puede subir de noche, para ver en todo su esplendor la ciudad de las luces. Una vez en la cima, impresiona, pero sinceramente, lo que más impresiona es la subida en los ascensores por el interior de ese armazón...que no acaba nunca. Hay que armarse de paciencia porque, como poco, entre las subidas y las bajadas, son un par de horas, siempre y cuando, la cosa no colapse. La entrada cuesta en la actualidad 13 euros.
- Tiene unos cementerios que merece la pena visitar. Peculiares cuanto menos. Allí está la crème de la crème del mundo literario y cultural de los últimos dos siglos. Père Lachaise y Montparnasse se llevan la palma. Pero no nos confundamos, que no son parques temáticos, sino que hay que armarse de paciencia, hacerse con un plano y jugar al escondite...las tumbas no están anunciadas con luminosos precisamente. Por allí andan Edith Piaf, Sartre y Beauvoir, Cortázar, Chabrol...a los que la gente sigue rindiendo tributo, lo cual es lo interesante de la visita. Sin ir más lejos, damos fe de que hay quien sigue colocándose junto a la tumba de Jim Morrison, verlo para creerlo.

- Tiene museos como el Louvre, en los que podrías perderte durante días enteros, en los que te facilitan un plano con los principales reclamos para que vayas a lo concreto y donde ver a La Gioconda es todo un ejercicio de alargamiento de cuello y un ejemplo de la nefasta influencia de las cámaras digitales en algunos lugares turísticos.Pero también tiene delicias en miniatura como el Museo Rodin, que es una casita con un jardín delicioso donde están El Pensador y El Beso, elementos prodigiosos del arte de la escultura.

También tiene la Saint Chapelle. Una capilla cuya entrada decepciona hasta que tu mirada se dirige hacia las escaleras que suben a la segunda planta, donde espera una explosión de vidrieras. También es de alabar la idea de rodear la capilla con sillas, por lo que puedes sentarte a disfrutar de las vidrieras e incluso, si hay suerte, te puedes encontrar a la tuna de Cuenca en el interior.

Tiene unos paseos en los que ejercitarse casi tanto como en el Camino de Santiago:


Los Campos Elíseos desde el Arco del Triunfo hasta la Plaza de la Concordia o incluso más allá si quedan fuerzas para atravesar los jardines de Tullerías.


Desde Trocadero, donde se puede aprovechar para hacer unas fotos espectaculares de la Torre, hasta el Arco del Triunfo.

Desde cualquier lugar de Montparnasse hasta la Torre, pasando por los Campos de Marte.

Por Belleville, por la rivera del Canal de St. Martin, el nuevo barrio de moda.

Por Montmartre, por la plaza de los pintores y las calles pintorescas, para bajar después desde Sacre Coeur hasta Pigalle y ver el Moulin Rouge, que es más leyenda que otra cosa y acercarse a ver dónde servía café la Señorita Amèlie.

Desde Place Vendòme, para ver el París del lujo, el glamour y la moda en los escaparates de Chanel y Bulgari hasta la Iglesia de la Madeleine y desde allí, continuar hacia Galerias Lafayette y la Opera.

Atravesar los puentes para ver cómo los franceses hacen picnic a base de queso, paté, vino y champagne en un banco aprovechando el buen tiempo y las vistas sobre el Sena (eso sí que es un botellón) y deleitarse con el río y lo que se puede contemplar en las dos orillas.

También tiene una catedral que es la señora madre de todas las catedrales góticas: Notre Dame. Donde el murmullo de cámaras es insufrible y la subida a las torres te deja sin aliento en cualquiera de los sentidos, los gemelos se resienten y la vista se nubla ante la panorámica que se despliega. Las gárgolas, esos seres de piedra que tanto inquietan, son de una belleza inexplicable.


Tiene unos jardines con lagos, sillas y tumbonas que misteriosamente, nadie roba ni destroza. La gente se sienta, descansa, charla, hace una pausa en el trabajo o hace footing...así son los Jardines de Luxemburgo o los de Tullerías.

Esto y mucho más es París...sólo hace falta pateárselo y disfrutarlo.

28 de septiembre de 2010 | | 5 comentarios

París y...la comida

Siguiendo con la serie París y...Antes que los impresionantes monumentos, que los peculiares cementerios y que cualquier otra cosa, ha de resaltarse que la "cuisine française" es un tema merecedor de todo tipo de elogios. No es de extrañar que hayan sido siempre por delante en estos temas hasta que el fenómeno español comenzó a tontear con las estrellas michelín que siempre han sido de su propiedad: tienen materia prima y buen gusto, un tándem infalible.

Me parece absolutamente fascinante la capacidad francesa para cuidar el detalle. No puedo decir que haya estado en un restaurante francés fuera de serie o en el mejor restaurante de París, pero en la variedad está el gusto y dentro de nuestra capacidad adquisitiva, hemos disfrutado de todo aquello que debería enmarcarse dentro de la categoría de "cosas que debes comer cuando estás en París". Porque disfrutar de París no es sólo sentarse en un restaurante con servilletas de tela, es mucho más, ya que si hay algo que saben hacer los parisinos es comer por la calle.

Aquí va un pequeño resumen de las cosas que probamos en París y apuntaré dos ó tres sitios en los que hemos comido o hemos comprado cosas y que nos han resultado especialmente interesantes por si alguien quiere tomar nota ya que yo me volví loca preguntando a todo el mundo sobre dónde comer y qué comer. A algunas hemos ido por recomendación y a otras, por simple casualidad, unos eran mejores y otros, simplemente normales.

Las crèpes son una de esas tentaciones que te persiguen en cada esquina. Me parece difícil elegir un lugar especial para las crèpes porque la verdad es que creo que el misterio está en comerse una en el lugar que más te apetezca: sentado en un banco, paseando o contemplando la Torre Eiffel...si a eso simplemente le añades una crèpe rellena de nutella...pues poco más hay que añadir. Nosotros las probamos por primera vez en Les Marais, en un sitio coqueto llamado La cidrerie du Marais donde pudimos sentarnos, con platos y tenedores. Nos apetecieron dulces: una de plátano y chocolate y otra de helado de nueces con salsa de frutos rojos y almendras, exquisitas e inacabables.


Pero también hay crepes estupendas en sitios a pie de calle y en puestos ambulantes. Hay sitios muy buenos en la Rue Mouffetard. Concretamente nos hablaron de un local en el que no había sitios para sentarse, así que entre esa descripción y la recomendación de la guía Lonely Planet, fuimos a parar a Chez Nicos, un local que servía unas crepes gigantescas y baratísimas. La única pega es que la masa de la crèpe ya estaba hecha (no sé si generalmente es así o también las hacen en el momento), sólo hace falta calentarla y le ponen lo que quieras, pero aún así estaban muy buenas.

Ya mencioné el tema pastelerías, ese mundo maravilloso que yo pensaba que sólo existía en mis sueños de glotona y que en realidad existe y ¡de qué forma! No pudimos dejar de caer en la tentación y además, con alevosía, porque en vez de dosificar, visitamos dos pastelerías seguidas y lo probamos todo en una misma tarde. Una de las pastelerías la encontré por casualidad en la web 11870 antes de irnos cuando buscaba cosas cerca del apartamento en el que nos alojábamos. Se llama Des gateaux & du pain. Es una tiendecita de diseño que vende pan y pasteles como si fueran joyas de la corona. Les pedí si podía hacer fotos a través del intérprete, pero nos dieron una negativa por respuesta, así que os remito a una página en la que tuvieron más suerte. De allí nos llevamos un pastel de chocolate y una hojaldre de manzana. El pastel de chocolate nos costó 8 € y era un delirio: chocolate sobre chocolate y cubierto de chocolate, la tarta de manzana era bastante más ligera y también bastante más barata.




De aquí nos fuimos a otra pastelería muy cercana: Pierre Hermè, famoso por un dulce típico parisino: los macarons, unos dulces que son como dos galletas unidas con crema de diferentes sabores. Son pequeñitas y en esta tienda, vas eligiendo por colores, los cogen con unas pinzas como si fueran de cristal, te lo meten en una bolsa transparente y te cobran alrededor de 1.5€ por macaron. El resultado fue desigual, unos me gustaron mucho y otros me gustaron menos, pero la textura de la galleta es muy delicada y a la vez crujiente. Una amiga me ha dicho después, que son archiconocidos los macarons de Ladurée.


En este viaje nos dimos el capricho de hacer un crucero por el Sena con cena incluida. Lo malo es que reservamos en uno de los primeros turnos y a eso de las siete de la tarde estábamos cenando, pero la verdad es que cuando uno lleva andando desde las 9 de la mañana y se ha comido unos sandwiches en los Jardines de Tullerías a la 1 del mediodía, a las 7 se come lo que le pongan por delante...y así fue. Pensamos que la cena del crucero sería poco significativa, pero la verdad es que no estuvo mal, elegimos un salmón con una salsa con eneldo que estaba bastante correcto y lo acompañamos con una copa de champán de aperitivo y una botellita de vino blanco. El tema del crucero es una de esas cosas que todo el mundo recomienda y en las que merece la pena gastarse los eurillos con cena o sin ella, eso es lo de menos, ya que en el fondo pagas por un rato la mar de romántico.




Un sitio interesante que nos recomendaron en Montmartre fue Le relais gascon, un restaurante situado en el número 6 de Rue des Abbesses especializado en ensaladas gigantescas servidas con patatas salteadas al ajo que están buenísimas. La salade gascon que rpobamos lleva foie y pato y está verdaderamente buena. Muy recomendable para cuando se vaya a visitar el Moulin Rouge y el café de Amelie porque está a dos pasos. Además, si se tiene suerte y se consigue una mesa junto a los ventanales de la planta de arriba, hay unas bonitas vistas del barrio.


Una noche salimos a buscar un sitio para cenar y tras la paliza, los pies no nos daban más que para llegar al primero que había a la vuelta de la esquina, que resultó ser el Au coin Pasteur. Aquí probamos el pòt au feu y el confit de pato y estaba bastante mejor lo primero que es una especie de cocido, que lo segundo. Lo mejor del restaurante era que el camarero era encantador. Se nos olvidó la cámara, así que no hay testimonio gráfico.

La zona con más ambiente de París es el quartier latin, que es la zona que rodea a la Sorbona. Hay todo tipo de restaurantes y sitios para tomar algo y las noches de viernes y sábados hay mucho bullicio. Aquí cambia un poco el rollo de café con cristaleras impoluto y súperelegante y hay más tascas. Íbamos sin una idea fija y acabamos comiendo dos fondues: una de carne y otra de queso en un restaurante de cuyo nombre no quiero acordarme, sólo sé que estaba en la rue Mouffetard y supongo que este lapsus es debido a la antipatía de la mujer que nos atendía.

Por último, la gran sorpresa. Voy a reconocer públicamente que no sabía lo que era un croissant hasta este viaje. Es decir, sabía que forma tenían, el color e incluso había probado unos cuantos a lo largo de mi vida, pero "saber", lo que se dice "saber", no tenía ni p*** idea de lo que era un croissant de verdad: crujiente, caliente y épatant, tampoco le hicimos miramientos al pain au chocolat. Ójala todos los días desayunáramos como lo hicimos aquel último domingo en París...yo creo que mi vida sería mucho más feliz.

París y su comida...un aliciente más, si es que le hacía falta alguno.

21 de septiembre de 2010 | | 2 comentarios

París

París es una ciudad maravillosa. Considero que no he viajado mucho, pero sin duda, creo que por algo, es la ciudad más visitada del mundo. No conozco a nadie que no le guste París, a lo sumo, prefieren otra ciudad, pero nadie duda de su importancia.

París es de primeras, lo que todo el mundo sabe: enorme, carísima, inabarcable para el visitante que cuenta con unos pocos días y preciosa. Si además luce el sol y el cielo está despejado, es casi perfecta. Digo casi porque como todas las grandes ciudades, también tiene sus defectos, aunque se le perdonen por la grandeza con la que puede ocultarlos.

Uno de esos defectos es que lo mires por donde lo mires, es una ciudad inaccesible. Soy joven y tengo plena movilidad, pero aún así no he podido dejar de reparar en la inexistencia de monumentos accesibles (excepto la Iglesia de la Madeleine) y en el hecho de que en el metro no existen las escaleras mecánicas salvo en contadísimas estaciones. Es decir, que creo que para ir a París y pateársela, hay que ser relativamente joven, así que no la dejen como viaje de celebración de las bodas de oro y tampoco se les ocurra llevar muchas maletas.

Otra cosa curiosa...yo sabía que París era famosa por sus cafés y restaurantes, pero no sabía que el número era tan exagerado. Además, no hay tascas, son todos elegantísimos, con terrazas acristaladas, mesas y sillas iguales, perfectamente ordenadas, a la misma distancia y con los clientes en hilera, todo el mundo mirando a la calle. Es decir, que tú quedas con tu colega para tomar un café y los dos os ponéis hombro junto a hombro a ver pasar a la gente. Eso es el café parisino por excelencia, luego, como en todos los sitios, hay sitios más pintorescos donde ese orden puede desmantelarse.

Hay pastelerías que parecen joyerías cuyas tartaletas, croissants, macarons y pan au chocolat, te llaman a gritos desde el interior. Sí, yo los he oído cientos de veces, y un par de ellas me arrastraron hacia las profundidades de un mundo maravilloso en el que me quedaría a vivir para la eternidad: perfectas cristaleras, con pastelitos perfectamente apilados y colocados sin romper en ningún caso la armonía de los colores. Sólo por ese detalle he decidido respetar profundamente a los franceses y alabar su buen gusto más allá de la Biblia-Vogue.

En París la diversidad cultural, racial y étnica es un hecho, pero lo que no esperaba era acabar pensando que todos los japoneses que no están en Japón, están en París. Su número es exagerado, así que me imagino que es su destino occidental preferido a fotografiar, porque su principal objetivo ha de ser ése, visto el despliegue tecnológico que atesoran en sus manos. Allá donde haya un japo, habrá una cámara, es un axioma.

París y sus jardines. París y sus puentes. París y sus cementerios...París y un añadido que siempre la hará así de divina. Auguro una serie monográfica parisina en el blog, puesto que habrá que explicar lo visto por partes, antes de que su imagen se vaya alejando en la memoria como los barcos que van atravesando, uno a uno, los puentes del Sena.

11 de septiembre de 2010 | | 1 comentarios

Sombra aquí y sombra allá

Tengo abandonado el blog, pero al menos sigo enlazando regalos, que no está mal. De un post sobre el regalo de Uri, a otro sobre el regalo que me hicieron mis amigas y que no había disfrutado hasta ahora: un curso de automaquillaje en M.A.C.

Me encantan los potingues y fijarme en los looks de las revistas, pero la verdad es que diariamente no paso de un poco de maquillaje y rimmel para despejarme la cara de recién levantada. Cuando salgo o tengo algo especial me esmero un poco más y la verdad es que más o menos me apaño, pero de ahí a conjugar tres sombras en el ojo y tener idea de cómo se utiliza un corrector, una prebase para sombras o qué es un iluminador, pues como que no.

Así que ayer me fui con mi bono y previa cita al stand de M.A.C. en el Corte Inglés, dispuesta a que me actualizaran un poco y que de paso, me hiciera la pelota, ya sabéis, todo eso de: tienes una piel divina, qué pestañas más estupendas, te voy a poner corrector pero apenas lo necesitas y esas cosas, que bueno, pueden ser más o menos verdad, pero que mientras estás en un tocador, te las crees.

Una de las maquilladoras del stand se colocó el cinturón con un millón de brochas y comenzó a elegir un montón de productos que iba poniendo en el tocador según veía mi tipo de piel. Así que, grosso modo, esto es lo que me aplicó para conseguir un look estupendo: Crema hidratante, acondicionador labial, base de maquillaje, corrector para las ojeras, prebase para las sombras de los ojos, iluminador para definir los pómulos, tres tipos de sombra marrón cada una aplicada de una forma y con un pincel distinto y un toque de sombra negra, eye liner negro para delinear el ojo por arriba y por abajo, lápiz de ojos negro para la línea interior del ojo, colorete y por último, brillo labial.

El resultado: pues estupendo para salir de allí, colocarse un Armani, irse a una fiesta Vogue, pasar por el photocall y recibir un premio, pero la realidad era otra bien distinta: tenía reunión de vecinos. Así que cuando aparecí todos me miraban como si la del 1ºE fuera una vedette...en fin...que no se hagan ilusiones.

Realmente el precio del curso de automaquillaje te lo reintegran en productos de la marca, así que tienes la oportunidad de llevarte alguna de esas cositas que te han puesto y que te quedan tan estupendas, lo malo es que si pretendes llevártelo todo, ya puedes preparar la tarjeta. Así que lo más difícil es decidir qué llevarte: no era usuaria de productos M.A.C. hasta ahora, así que tenía que elegir qué era a lo que más partido podía sacarle.

La conclusión del curso es que para un buen resultado, son imprescindibles las herramientas, es decir, que el truco está en los pinceles, pero a la vez, también es importante el producto. Así que al final, me llevé un estuche con un juego de pinceles que además me dijeron que había tenido una suerte loca porque no suelen tenerlo y que, cuando los tienen, están todos reservados (una suerte de 56€), la prebase para las sombras y el eye liner negro.

Salí de allí con mis cositas y con las instrucciones del maquillaje apuntadas para que practique cuando quiera, con unos cuantos € menos, pero estupendamente guapa, la verdad. Así que a partir del lunes me pasearé por los Campos Elíseos con el rabillo del ojo bien definido, para honrar como se debe a Madamemoiselle "Coco" Chanel.

22 de agosto de 2010 | | 0 comentarios

Alicante

Mi cumpleaños dejó para más adelante uno de esos regalos que una vez recibidos, uno está impaciente por que lleguen. Uri me había regalado las entradas para ir al concierto de Sabina en Alicante el día 14 de agosto, así que aprovechando que yo estaba por allí, cogió un vuelo y vino a pasar el fin de semana.

Las entradas del concierto también incluían el alojamiento en el Meliá Alicante, un megahotel entre el puerto y la Playa del Postiguet al más puro estilo turismo de Levante, con sus recepciones brillantes, sus tarjetas para todo, innumerables habitaciones, salones, ascensores y restaurantes, en definitiva, un mundo para bolsillos de americana y bolsos Gucci.

Al mediodía nos acercamos a comer a una taberna recomendada por la guía de 11870, a la que siempre acudo cuando voy a un sitio que no conozco y que una vez más, ha resultado ser 100% acertada y útil. Se trataba de la Taberna del Gourmet (Carrer Fernando, nº 10), un sitio que te recibe con un enorme cartel en el que indica que es Premio Nacional a la mejor barra del año 2009. La entrada es una barra de bastante amplitud en la que se puede tomar algo y al fondo, el local se divide en dos plantas con mesas a modo de restaurante.

La decoración frente a la barra estaba hecha con cristaleras decoradas con productos tradicionales y grandes pizarras en las que se podían leer los platos y sugerencias, así como los innumerables tipos de vinos. Dentro de la barra, había un espacio en el que el cliente puede ver la elaboración de las tapas y raciones frías. La carta era extensa, así que por elegir algo, probamos la ensaladilla de la taberna, los huevos rotos con patatas y el rulo de cabra con hierbas y miel de níspero. De postre, el helado de vainilla con toffee. Todo buenísimo. Como apunte curioso, uno de los camareros que nos atendía, nos comentó que en ese momento, al fondo del restaurante, estaba comiendo Benicio del Toro, que estaba esos días rodando una película en Alicante, así que antes de irnos pude hacer un barrido visual por la sala y le ví en la última esquina del local, casi de espaldas. Sinceramente, esperaba encontrarme al Ché y más bien me encontré a un tipo con camiseta negra y gafipasta, en fin, no deja de ser curioso ese tipo de casualidades, uno no siempre se topa en un bar con un galán con Hollywood.

Encantá de la vida

Por la tarde estuvimos en la Playa del Postiguet, playa urbana con hamacas y arena finísima donde el sol no acompañó demasiado pero sí lo suficiente como para darnos un buen baño. Después de eso, tocaba prepararse para ir al concierto.

De camino a la Plaza de toros de Alicante, teníamos otro sitio apuntado donde hacer un alto en el camino para picar algo antes de entrar. Se trata de El Foc (Carrer Tomás López Torregrosa, nº 13), otra taberna un poco más modesta que la que habíamos visitado al mediodía, pero con mucha solera. Como eran poco más de las ocho, conseguimos una mesa, pero cuando nos fuimos una hora después, el sitio ya estaba completo, así que debe ser uno de esos sitios muy conocidos entre los alicantinos. La taberna encalada con estilo rústico también ofrecía ensaladas, tostas y sobre todo, una amplia variedad de vinos, así que elegimos un par de tostas, una de focaccia de roast beef de caballo con ceboll, otra de solomillo y un hojaldre de queso de cabra con mermelada de tomate.

La entrada a la Plaza de toros no tiene nada que ver con las colas monumentales de Las Ventas, una entrada mucho más tranquila puesto que la plaza es más pequeña. Convencí a Uri para ver el concierto sentados en vez de estar de pie en el coso, así que cogimos un buen sitio casi frente al escenario.


Puntualísimo, a las 10 en punto comenzaron los acordes. Sabina saltó al escenario con un “Buenas noches Alicante” y cantando Tiramisú de limón, a partir de ahí seguiría Viudita de Cliquot y después, una sucesión de clásicos como Medias negras, Pacto entre caballeros, Aves de paso, Llueve sobre mojado, Peces de ciudad (una de mis favoritas), Y sin embargo, Por el bulevar de los sueños rotos, Contigo…Sabina hace un buen repaso a su carrera y sabe hacer pausas para que su voz, ya bastante cascada aunque inconfundible, aguante las dos horas cuarenta minutos que dura el espectáculo. Su acompañamiento toma las riendas del espectáculo en varias ocasiones, su fiel guitarrista Pancho Varona canta Conductores Suicidas, Antonio García de Diego canta la genial Amor se llama el juego y su nueva corista Marita Barros se arranca con Como un dolor de muelas y escenifica con Sabina muchas canciones de forma bastante digna. Por cierto, que a esta chica, que parece que ha salido de la nada, la recuerdo perfectamente de aquel concurso que emulaba a la primera edición de OT que se hizo en Telecinco y que se llamaba Popstars. Otra curiosidad más.

Feliz, Feliz

Eché de menos un poco más de movimiento en la plaza de toros, cierto es que las canciones de Sabina son en su mayoría nostálgicas, pero hay unas cuantas en las que el público podía haberse arrancado más. No obstante, Sabina jugaba con su fina ironía y acertaba en los comentarios, los adaptaba a Alicante (incluso cantó la primera estrofa de Contigo en valenciano) y no paraba de dedicar canciones e incluso el concierto entero a sus amistades. Con dos bises el concierto llegó a su fin con La del pirata cojo y con Pastillas para no soñar.

A la mañana siguiente no nos perdimos el desayuno buffet del hotel. Para los que no frecuentamos esas categorías hoteleras, las mesas repletas de cualquier cosa que te pueda apetecer al levantarte nos sigue pareciendo un espectáculo en sí mismo, y así acabó el maravilloso fin de semana, desayunando junto a la cristalera que daba a la Playa del Postiguet, con unas estupendas vistas, huevos fritos con bacon y unas tortitas con chocolate de pecado mortal un domingo por la mañana.

Las vistas de la ventana y de la mesa. Difícil elegir cuál era mejor.

P.D. Gracias infinitas Uri.

4 de agosto de 2010 | | 0 comentarios

El veraneo

Me quedan 48 horas para decir: Me largo, ahí os quedáis. Aunque no hace tanto que tuve vacaciones, recordemos que eso fue a principios de mayo y las dediqué a hacer 185 kilómetros del Camino de Santiago, así que de descanso, nada de nada.
Así pues, queda la tanda anual de vacaciones en Levante con la familia. No es que sea mi destino vacacional favorito porque me encantan las playas desérticas como a todo hijo de vecino y ésta precisamente no lo es, pero significa estar con mi familia, en mi segunda casa, en la playa a la que llevo yendo los últimos veinte veranos, que se dice pronto, por lo cual, es un lugar al que siempre me apetece ir y como tal, me voy con ganas de desconectar, de descansar y de coger aire para el largo y crudo invierno.
Me llevo el portátil para ver si consigo encontrar wifi y estar mínimamente conectada, me llevo unos cuantos libros para pasar el rato y sobre todo, me llevo mucha paciencia, porque durante unos días ejerceré de tía con dos fieras...Creo que los libros de la universidad se quedan aquí, este año la convocatoria de septiembre me parece que queda anulada...creo que me he ganado un verano sin tocar un libro y que ya remontaré el año que viene.
Entre medias, Uri se viene de visita y disfrutaremos del regalo que me hizo por mi cumpleaños: concierto de Joaquín Sabina y noche en un hotel de ensueño...Dolce vita, ni más ni menos.
Lo dicho, nos vemos a la vuelta, al menos con otro color más saludable.

1 de agosto de 2010 | | 3 comentarios

La pulserita

Después de unos meses cantando vivas por la recuperación milagrosa propiciada por un botánico curandero sobre mi dermatitis nerviosa, acaba de llegar a mi vida la pulsera Power Balance, otra de esas cosas que te hacen pensar si hay cosas con propiedades realmente demostrables o no son más que un placebo.

Ha sido un regalo, así que como tal, ahora luzco en la muñeca derecha una pulsera amarilla de silicona que lleva incrustrada dos hologramas. En el paquete únicamente me indica que aumentan el equilibrio y la fuerza y que para ello, puedo hacer un par de pruebas. Nada más, no me dicen nada de cuál es el secreto para que las pegatinas me vayan a ayudar a alcanzar todo eso, así que me dirijo a la web y a diferentes páginas en las que me encuentro de todo: por un lado, constataciones de que son maravillosas y por otro, declaraciones de la engañifa en la que acabo de entrar.


El colegio de médicos, la OCU y demás organizaciones de las que en principio tendría que fiarme, me dicen que esto es puro márketing, las revistas deportivas y la marca, sin embargo, te explican que los hologramas tienen elementos electromagnéticos de la naturaleza que afectan al cuerpo y procuran los efectos antes mencionados: fuerza, elasticidad, equilibrio...y que se basan en principios utilizados desde hace mucho tiempo por la sabiduría oriental. En definitiva ¿producto de laboratorio o esoterismo?


Como ando bastante parca en conocimientos de ciencia, mi pregunta es ¿cómo es posible meter elementos electromagnéticos de la naturaleza en una pegatina plateada? pero obviamente, no llego a entenderlo, así que al final, como no me cuesta nada llevar la pulserita, eso haré...no vaya a ser que por mi escepticismo me quede sin semejantes beneficios.

20 de julio de 2010 | | 2 comentarios

La vie en rose

Hay un algo en esos restaurantes que se eligen con una intención. Anticiparse a la esencia de los viajes a través de la gastronomía típica del lugar es una forma de recrearse en el futuro, en lo que aún no se ha visto, aumentar las expectativas e ilusionarse con este tipo de elecciones es obligado y casi mágico.

En septiembre me espera París, oh là là, la ciudad de las luces, del amor, de la Gioconda, de Rodin, de la torre Eiffel, de los Campos Elíseos...y como mi impaciencia puede más, decidí celebrar mi cumpleaños en el bistrot más puramente francés que pudiera conseguir en Madrid y que pudiera adaptarse a mi bolsillo.

Lo encontré. Se llama
Le petit bistrot, hay varios, pero el que visité está en la Plaza de Matute, a cinco minutos de Santa Ana, lindando con la Calle de las Huertas. La entrada, separada del local mediante una cortina ya hacía presagiar que durante las siguiente dos horas podía imaginarme en Montmartre sin problemas. Los camareros amabilísimos tienen ese acento tan marcado que ni siquiera Uriel pudo reprimir hablar en francés, la composición de lugar era completa...madera, pizarras con referencias a vinos franceses y un ambiente de luces tenues muy íntimo.

Para comenzar, un aperitif, un Pernord Ricard antes de pasar a las copas de vino tinto. Para compartir una divina ensalada de magret de pato y como platos principales, Muslo de pato confitado, patatas al bacon y ajo dulce y Berenjena y Tomate relleno de conejo gratinado al Parmesano. Como colofón, Tarta Tatín de Manzanas caramelizadas con helado de vainilla.

Les aviso de que si esto no es más que una pequeña imitación de París, yo voy a querer quedarme a vivir allí.

17 de julio de 2010 | | 0 comentarios

Treintena

De tus deseos serás dueña. Yo de polvo cogido le mostré un puñado: cuantos tuviera de cuerpos ese polvo, tantos cumpleaños a mí me alcanzaran, vana, le rogué. Se me pasó pedir jóvenes también en adelante esos años: éstos con todo él me los daba, y la eterna juventud, si su Venus padecía.” La Metamorfosis. Ovidio.

Ha llegado el cambio de década, el abandono de esa juventud que se materializa tanto en los veinte y que procura alargarse más allá. Soy joven, sí, no lo niego, pero ya no de esa forma indudablemente juvenil, valga la redundancia.

En lo que va de año, he visto a los que han pasado esta barrera echar un vistazo atrás como nunca antes, y no es para menos, es inevitable reaccionar haciendo balance, intentando sacar conclusiones. Los treinta llegan con un claro matiz nostálgico propio de los cambios de década, el tiempo pasa muy deprisa y se constata con cada cero que coincide con tu efeméride.

Pero lo importante es saber que se cumplen años, que las cosas están en el sitio que debieran estar, que mirando a tu alrededor es fácil localizar y poder mirar a los ojos a aquellos que hacen que tu vida sea plena. También es importante tener la sensación de haber aprovechado el tiempo, señal inequívoca de que se ha vivido.

Espero de los treinta tantas cosas como esperé de los veinte, aunque el tiempo te cambie y ya no le pidas lo mismo a la vida. Ayer era acabar los estudios, encontrar un trabajo, quizás incluso encontrar un amor, hoy sin embargo, los objetivos difieren hacia el progreso profesional, la salud de los tuyos, la estabilidad económica y la consolidación de esa relación, quizás incluso formar una familia.

Llegan los treinta con una carta de dimensiones sentimentales inimaginables, con unas tartas preciosísimas que da pena comerse y con muchas ganas de brindar por lo que todavía nos queda por delante...ójala sea mucho, todo bueno y en la mejor compañía.

13 de julio de 2010 | | 1 comentarios

Triunfadores

Parece que ya escampa el subidón futbolístico. No está mal ganar de vez en cuando y ver cómo todo el mundo ensancha su ego y se siente el mejor del mundo, aunque sólo haya participado en la gesta mirando a una pantalla, eso sí sujetando con todo el arte del que es capaz, un botellín de cerveza, como es mi caso y el del 99,9% de los que se desgallitan con eso del yo soy español, español, español...

Pero viene bien ese baño de masas para entretenernos, anima el verano una barbaridad, nos hace a todos más felices, la humanidad se une y se echa a la calle y de repente, del resto del mundo no queda ni rastro. El telediario es rojo, los periódicos son rojos, la gente se viste de rojo aunque no favorezca y el país sale a la calle para gritar que somos los mejores. Sin complejos...y así durante horas.

En estos días he hecho un esfuerzo y me he dejado arrastrar por la marabunta...ya saben aquello de "si no puedes con ellos, únete a ellos". Al principio ví un par de partidos sola en casa, después fue imposible, la sensación de ser un bicho raro si no me unía a la comitiva o de ser una marginada social pudo conmigo, me convertí en carne de bar con pantalla gigante, de botellín en la mano y de ¡¡¡uyyyyyy!!! cuando el balón no entraba en la portería y pasaban los minutos.

Al final, transformación absoluta, acabé gritando desaforadamente con banderitas en las mejillas. Por si hubiera pocos, el Mundial había creado otro monstruo. Al final ví llorar e hice el esfuerzo de entenderlo, me tomé una copa a la salud del triunfo e incluso hice algo tan extraordinario como restarle horas al sueño.

Menos mal que ahora la perspectiva magnificada vuelve a su lugar. Ya solo envidio saber cómo se sentirán en la cima del mundo aquellos pocos elegidos para la gloria, algo que no está hecho para el común de los mortales...eso... y el beso del capitán a Sara Carbonero.

5 de julio de 2010 | | 0 comentarios

Veraniadas

Tanto desear que llegue el calor y al final, cuando llega, uno enseguida se asfixia. Estoy en una de esas épocas de poco hacer, han acabado los exámenes satisfactoriamente, así que me limito a trabajar mi jornada reducida y por las tardes, organizo un poco la casa, vagueo, a veces voy al gimnasio y por lo general...pierdo el tiempo.

Será una situación deseada por la mayoría, pero yo ME ABURRO.

Debería hacer unas cuantas cosas: ver más tiendas de cocinas, leer más revistas de muebles, ponerme a organizar y a rematar ese libro de poemas, empezar a mirar ya qué asignaturas voy a intentar sacarme en septiembre, coger una guía de París, empezar a esbozar el itinerario del viaje, salir más a correr para no sentir el rechazo del espejo en bikini, acabar el libro que lleva un mes en el cabecero de la cama, escribir más en el blog o incluso ver más la tele.

PERO NADA.

No es cuestión de fuerza de voluntad ni de no saber qué hacer...simplemente holgazaneo como nunca en la vida había hecho...¿será grave?

23 de junio de 2010 | | 1 comentarios

Una de publicidad...

Lo bueno de este blog que no se sujeta a ningún tema es que se presta a cualquier cosa, publicidad inclusive.

Si tenéis un/a amig@, prim@, vecin@, compañer@ de trabajo, familiar, etc. que vaya a ser mamá o papá y queréis regalarle algo que se salga de lo habitual y que además sea 100% práctico, acordáos de las Tartas de pañales. Es decir, construcciones en forma de tarta o castillos hechos con muchos pañales y adornados con ropa para niños, productos y juguetes.

La idea es que se aprovecha todo, los padres estarán encantados con todos esos pañales que pueden usar y se puede completar con todos los elementos que quieran y los productos de las marcas que más les gusten. Todo se elige.

Aquí va un ejemplo de tarta:

Y aquí un ejemplo de castillo:


Si alguien está interesado en quedar así de bien la próxima vez que tenga que hacer un regalo de este tipo en Madrid y alrededores, que escriba un comentario o me escriba al mail y yo me pongo en contacto con el/ella rauda y veloz para darle detalles. Os aseguro que la relación originalidad-precio está muy bien.

14 de junio de 2010 | | 1 comentarios

El hombre pálido

Este año volví a la Feria del libro y lo hice un día concreto, con una intención concreta: acudir a una caseta para conseguir la firma de un autor.

Lo que puede parecer lo más normal del mundo para cualquier aficionado a la lectura, esta vez tenía una connotación personal. El lector había sido antes alumno y el autor, había sido antes profesor.

Alguna vez he mencionado lo grato que resultó para mí tener un profesor de literatura que me permitió seguir buscando ese algo que sólo tienen algunos libros. Entre el marasmo universitario, recuerdo especialmente a un docente y prueba de ello es que no haya podido reprimir hablar de él en alguna ocasión en este mismo blog.

La suerte hace que este hombre alternara la escritura con la docencia durante algún tiempo con relativo éxito, la mala suerte hace que haya podido encontrarle gracias a sus apariciones en algunos medios con motivo de una obra que está escrita desde la experiencia personal de un enfermo renal que ha convivido desde los 21 años con un riñón trasplantado y que ahora está a la espera de un nuevo trasplante mientras mantiene rutinarias sesiones de diálisis.

Tal y como anunciaba a algunos compañeros de aquellos tiempos, el profesor admirado no me recordaba, aunque tal y como también predije, sí que reconoció a otro alumno suyo que me acompañaba y que tuvo el detalle de regalarme el libro (muchas gracias Ismael). Charlamos un rato de los viejos tiempos de clase, de su estado actual, del libro y me llevé la dedicatoria que tanto deseaba.

Aprovechando que al día siguiente viajaba a Alicante, me llevé como lectura esa joya que se llama Diario del hombre pálido y literalmente lo devoré en tres jornadas de arena. Personal, escrito con un lenguaje espléndido, el diario es una muestra de sinceridad, de honestidad que consigue introducirte en el sentir de un enfermo asombrósamente lúcido con el problema que arrastra y la situación a la que tiene que hacer frente.

Acabé la carrera sin poder decir mucho de mi profesor, la distancia que se establece no da para saber mucho más que la ropa que llevaba ese día o si la clase fue más o menos amena o edificante. Poco sabemos de algunas personas a las que sin embargo, admiramos desde el silencio y desde la invisibilidad de una alumna que, como en mi caso, ni siquiera es recordada.

Ahora sin embargo, sé algo más de Juan Gracia Armendáriz y puedo completar esa idea borrosa con algunos toques entresacados del libro. No saben cuánto me alegro de ello.

4 de junio de 2010 | | 1 comentarios

Hipotecada

Todo se remonta al mes de mayo de 2008, fecha en la me lié la manta a la cabeza y dí la entrada para un piso y firmé un contrato de compraventa.

¿Tenía trabajo fijo? No.
¿Sabía con seguridad que iba a poder pagar la hipoteca? Tampoco.
¿En caso de aprobar las oposiciones sabía dónde podía recaer mi plaza? Nada de nada.

Por todo eso, hoy me pregunto cómo me aventuré y además, con tanta seguridad...pero el caso es que así fue, me dio por pensar que era hora de empezar a pensar en el futuro, que era una buena inversión y que siempre que mi futuro laboral estuviera en Madrid, no iba a tener problemas de localización y aquí estamos. Hoy ya soy propietaria de aquel piso en un barrio completamente nuevo al lado del aeropuerto y además, con un punto de frikismo: soy vecina de Belén Esteban, que no es cualquier cosa ;)


Tenía razón una amiga mía que cuando me vio agobiada con tanto número, tanto impuesto y tanta minuta, me dijo que todo cambiaría cuando pusieran las llaves en mi mano y así ha sido. De pronto te aflora el sentimiento de propiedad y más cuando comienzas a enseñarlo y tienes que empezar a planificar con qué lo llenarás (el cómo ya es otro asunto).

Hoy también podría hablar del tema de la sangría de los bancos, del chorreo constante de dinero que va a parar a mil y un sujetos visibles e invisibles que participan en el proceso de compraventa y un notario afín al Régimen (sí, ese Régimen), pero eso estropearía el momento y por suerte, ya está hecho: Ya soy propietaria (o lo seré, según se mire, en 2040).

26 de mayo de 2010 | | 2 comentarios

Etapa 9: Pedrouzo - ¡Santiago!

El último día sólo hay una idea: llegar. Esa mañana te pones en marcha sabiendo que el final de la etapa es el final del viaje y que al final del viaje está Santiago, que vas a entrar en la ciudad y que vas a llegar a pie hasta la Plaza del Obradoiro y te acuerdas de que lo que te empujó a hacer el camino era la imagen que tenías grabada del verano pasado cuando viste llegar a otros peregrinos y te dijiste: yo también quiero hacerlo. Es una mezcla de emoción porque sabes que el momento va a ser único, pero también de ganas de llegar para soltar la mochila y al fin, descansar.

Aquella etapa fue personalmente la peor y creo que mis compañeras de viaje también sufrieron lo suyo, Bea con dolor inguinal y Noelia con el mismo tendón que yo y también la rodilla. El tendón de aquiles del pie derecho me martirizaba, inflamado, dolorido...Y eso que la etapa es un regalo: 17 kilómetros que a esas alturas ya son pan comido. Si ahora mismo pudiera volver atrás, me encantaría poder haber hecho esa etapa sin cojear, disfrutándola más.



La entrada a Santiago es absolutamente decepcionante. El camino va paralelo a la autopista, pasa cerca del aeropuerto y la llegada al Monte do Gozo, donde antiguamente los peregrinos caían de rodillas al ver la catedral realmente tiene poca belleza. La entrada a la ciudad era como decía Noelia: entrar en Madrid por Vallecas. El casco histórico tarda en aparecer y pronto te encuentras en la Plaza de Cervantes y calle abajo por la rúa de la azabachería, tras pasar el túnel donde siempre suele haber un gaitero que acaba de darle sentido completo a la entrada triunfal, vas a dar a la Plaza del Obradoiro donde llega el momento de emocionarse y de soltarlo todo para tumbarse a admirar la catedral.

Es indudable que es un momento irrepetible, precioso, cualquiera que sea tu motivo para haber llegado hasta allí. Y lo curioso es que por mal que se haya pasado, el tiempo se lleva enseguida las malas sensaciones para dejar únicamente lo bueno de esta experiencia. Ahora mismo el recuerdo del viaje es increíble.

Después de aquello nos fuimos a recoger los correspondientes certificados y compostelas y a comprobar la imaginación de la iglesia a la hora de poner nombres en latín. A continuación nos fuimos a buscar alojamiento y a partir de entonces...una ducha, descanso y por la tarde, paseo por Santiago y unos ribeiros por la rúa do Franco. Por la noche habíamos quedado para cenar en un sitio en los aledaños de la Plaza de Cervantes. Así que allí fuimos, con las pintas aún peregrinas, a cenar y a tomarnos unas copas después. La noche acabo de madrugada, al día siguiente había que seguir madrugando, nos esperaba el abrazo al santo y la entrada en la catedral que aún no habíamos visitado.

25 de mayo de 2010 | | 0 comentarios

Etapa 8:Arzúa - Pedrouzo

Aquella mañana echamos a andar más pronto que nunca. Cuando miré el reloj al salir de Arzúa eran las 7:40 de la mañana. -Dios - pensé - ¡qué horas! También es verdad que nos dejamos el desayuno para más adelante y fueron pasando los kilómetros y las fuerzas mermaban hasta que apareció ante nosotros un oasis. En mitad de la nada, en uno de esos pueblos diminutos, alguien había reconstruido una vieja casa y la había convertido hacía escasos meses en una cafetería casi de diseño a pie de camino. Acostumbrados a los bares de pueblo, a las tabernillas gallegas, aquel sitio era como un espejismo y no es ninguna exageración.

Estábamos preocupadas con la nube de ceniza. Nos habían comentado que el impronunciable volcán islandés había vuelto a la carga y que esos días los aeropuertos del norte de España no operaban con normalidad, que el de Santiago de Compostela había estado cerrado todo el fin de semana. En definitiva, que no sabíamos muy bien si íbamos a poder volver a casa en avión o había que buscar alternativas.

El camino parecía dar una tregua. Después de los 30 del día anterior, pensar en los 20 kilómetros de este día no asustaba nada, pero la tendinitis empezó a hacer aparición. Cuando te salen ampollas, además del dolor más o menos soportable, el verdadero problema pasa a ser que cambias la pisada y que a continuación aparecen las molestias musculares: los gemelos duros como piedras, las rodillas que se resienten y en mi caso, ese peculiar mordisco en la parte trasera del pie que te indica que el tendón de aquiles anda tocado.

Por el camino nos fuimos encontrando con una manifestación de trabajadores de la construcción que hacían el tramo hasta Santiago como protesta para conseguir la jubilación a los 60 y a la entrada de Arzúa andaban montando jaleo e incluso la televisión gallega estaba grabando la marcha. De vez en cuando un megáfono estruendoso rompía la tranquilidad.
Como ya he mencionado, durante el camino, como las etapas están tan marcadas, era muy fácil coincidir casi todos los días con las mismas personas, sobre todo, si vas parando con asiduidad en los albergues públicos. Así que la tarde anterior, sabiendo que aquella era la última etapa antes de llegar a Santiago y perdernos la pista, quedamos en alojarnos todos juntos en algún albergue con cocina y comer y cenar juntos.

Miguel, el peregrino coruñés que se nos había unido la jornada anterior, nos acompañó durante todo el día hasta Arzúa, pero cuando llegamos allí, él siguió andando los 17 kilómetros que quedaban hasta Santiago porque tenía la obligación de llegar el martes por motivos personales. Nosotras nos quedamos y finalmente, el grupo al completo se quedó en el albergue de la Xunta que tenía cocina y que fue bastante permisivo con el tema de la hora de apagado de luces.

Por la tarde, fuimos a dar un paseo por Arzúa y a tomarnos un café en una terraza. De nuevo lucía el sol y por allí aparecieron los jubilados malagueños que se sentaron con nosotras a hacernos compañía. Fue la última vez que compartimos un largo rato con el profesor de Filosofía y con los dos orientadores escolares con los que no parábamos de reírnos.


Para comer, el italiano Franco, que había comenzado su andadura en Lourdes, hizo una pasta buenísima. Era muy curioso ver cómo llevaba en una riñonera de la que no se separaba, tres tarros de especias que eran el toque secreto y desconocido para el resto. Por la noche se repitió la misma operación con un risotto con gulas y gambas y unas botellas de vino. Parecía mentira, pero a pesar del cansancio, el ambiente era de auténtica celebración. No era para menos, el Camino tocaba ya su fin.