17 de julio de 2010 | |

Treintena

De tus deseos serás dueña. Yo de polvo cogido le mostré un puñado: cuantos tuviera de cuerpos ese polvo, tantos cumpleaños a mí me alcanzaran, vana, le rogué. Se me pasó pedir jóvenes también en adelante esos años: éstos con todo él me los daba, y la eterna juventud, si su Venus padecía.” La Metamorfosis. Ovidio.

Ha llegado el cambio de década, el abandono de esa juventud que se materializa tanto en los veinte y que procura alargarse más allá. Soy joven, sí, no lo niego, pero ya no de esa forma indudablemente juvenil, valga la redundancia.

En lo que va de año, he visto a los que han pasado esta barrera echar un vistazo atrás como nunca antes, y no es para menos, es inevitable reaccionar haciendo balance, intentando sacar conclusiones. Los treinta llegan con un claro matiz nostálgico propio de los cambios de década, el tiempo pasa muy deprisa y se constata con cada cero que coincide con tu efeméride.

Pero lo importante es saber que se cumplen años, que las cosas están en el sitio que debieran estar, que mirando a tu alrededor es fácil localizar y poder mirar a los ojos a aquellos que hacen que tu vida sea plena. También es importante tener la sensación de haber aprovechado el tiempo, señal inequívoca de que se ha vivido.

Espero de los treinta tantas cosas como esperé de los veinte, aunque el tiempo te cambie y ya no le pidas lo mismo a la vida. Ayer era acabar los estudios, encontrar un trabajo, quizás incluso encontrar un amor, hoy sin embargo, los objetivos difieren hacia el progreso profesional, la salud de los tuyos, la estabilidad económica y la consolidación de esa relación, quizás incluso formar una familia.

Llegan los treinta con una carta de dimensiones sentimentales inimaginables, con unas tartas preciosísimas que da pena comerse y con muchas ganas de brindar por lo que todavía nos queda por delante...ójala sea mucho, todo bueno y en la mejor compañía.

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