Parece que ya escampa el subidón futbolístico. No está mal ganar de vez en cuando y ver cómo todo el mundo ensancha su ego y se siente el mejor del mundo, aunque sólo haya participado en la gesta mirando a una pantalla, eso sí sujetando con todo el arte del que es capaz, un botellín de cerveza, como es mi caso y el del 99,9% de los que se desgallitan con eso del yo soy español, español, español...
Pero viene bien ese baño de masas para entretenernos, anima el verano una barbaridad, nos hace a todos más felices, la humanidad se une y se echa a la calle y de repente, del resto del mundo no queda ni rastro. El telediario es rojo, los periódicos son rojos, la gente se viste de rojo aunque no favorezca y el país sale a la calle para gritar que somos los mejores. Sin complejos...y así durante horas.
En estos días he hecho un esfuerzo y me he dejado arrastrar por la marabunta...ya saben aquello de "si no puedes con ellos, únete a ellos". Al principio ví un par de partidos sola en casa, después fue imposible, la sensación de ser un bicho raro si no me unía a la comitiva o de ser una marginada social pudo conmigo, me convertí en carne de bar con pantalla gigante, de botellín en la mano y de ¡¡¡uyyyyyy!!! cuando el balón no entraba en la portería y pasaban los minutos.
Menos mal que ahora la perspectiva magnificada vuelve a su lugar. Ya solo envidio saber cómo se sentirán en la cima del mundo aquellos pocos elegidos para la gloria, algo que no está hecho para el común de los mortales...eso... y el beso del capitán a Sara Carbonero.
1 comentarios:
Sí sí, no parecías muy a disgusto cuando gritabas desaforada y te tomabas una copita para celebrarlo un domingo por la noche a horas intempestivas!!!
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