El domingo 7 de noviembre, tras unos días con un tiempo bastante anómalo para esta época del año, Míkel, Uri y yo nos colocamos las mallas, algo de abrigo y la camiseta con el dorsal y nos dirigimos al Paseo de la Castellana para recoger el chip y colocarnos al final de la marea azul, donde esperamos a Camilo, corredor experimentado donde los haya, que esta vez invirtió sus energías ya no sólo en hacer el mismo recorrido, sino que además andaba y desandaba sus pasos para ilustrar gráficamente el momento.
Siete minutos tardamos en pasar por el arco de salida gracias a los casi 10000 corredores, tantos como metros se recorren, que se habían dado cita. El pistoletazo de salida nos distanció primero de Míkel, que tomó una delantera que mantuvo durante toda la carrera, mientras que Uri y yo, a un ritmo aceptable y constante, nos quedamos un poco más atrás.
Lo más destacable de una carrera popular es el ambiente festivo, un montón de gente madruga un domingo para pasar un buen rato con los amigos, hacer deporte y como no, sufrir un poco en alguna cuesta como la que antecede al ángel caído en el Parque del Retiro, para al final conseguir la recompensa moral de haber sido capaz.
La llegada, con un orgulloso y digno sprint, se materializó en el minuto 63. Una vez cumplido este reto, nos marcamos el siguiente: llegar antes de que el crono marque el minuto 60.
1 comentarios:
Eso, eso. Hay que bajar de la hora... que no se diga. Todo es cuestión de entrenar un poco más...
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