Me quedan 48 horas para decir: Me largo, ahí os quedáis. Aunque no hace tanto que tuve vacaciones, recordemos que eso fue a principios de mayo y las dediqué a hacer 185 kilómetros del Camino de Santiago, así que de descanso, nada de nada.
Así pues, queda la tanda anual de vacaciones en Levante con la familia. No es que sea mi destino vacacional favorito porque me encantan las playas desérticas como a todo hijo de vecino y ésta precisamente no lo es, pero significa estar con mi familia, en mi segunda casa, en la playa a la que llevo yendo los últimos veinte veranos, que se dice pronto, por lo cual, es un lugar al que siempre me apetece ir y como tal, me voy con ganas de desconectar, de descansar y de coger aire para el largo y crudo invierno.
Me llevo el portátil para ver si consigo encontrar wifi y estar mínimamente conectada, me llevo unos cuantos libros para pasar el rato y sobre todo, me llevo mucha paciencia, porque durante unos días ejerceré de tía con dos fieras...Creo que los libros de la universidad se quedan aquí, este año la convocatoria de septiembre me parece que queda anulada...creo que me he ganado un verano sin tocar un libro y que ya remontaré el año que viene.
Entre medias, Uri se viene de visita y disfrutaremos del regalo que me hizo por mi cumpleaños: concierto de Joaquín Sabina y noche en un hotel de ensueño...Dolce vita, ni más ni menos.
Lo dicho, nos vemos a la vuelta, al menos con otro color más saludable.
0 comentarios:
Publicar un comentario