24 de octubre de 2010 | |

Cinco horas con Mario

Resulta muy agradable que de un minuto a otro, alguien te llame y te ofrezca un par de entradas para ir al teatro. De hecho a veces es casi una carambola y tiene que darse un redoble de circunstancias. A saber: primero que a la vecina de un amigo le sobrevenga la muerte de un conocido y no pueda acudir y después, que tu amigo ya tenga planes y tampoco pueda ir. Así que ahí estás tú para recoger el testigo después de un duro día de idas y venidas en el apasionante mundo del bricolage, coger a tu madre del brazo y encaminarse al teatro, a ver una de esas obras que están vinculadas a una determinada actriz: Cinco horas con Mario.

Lola Herrera ha sido la actriz que durante años ha encarnado a Menchu o Carmen Sotillo en este monólogo intenso que gira en torno al féretro de Mario, su marido, recién fallecido. Este año, justo cuando hace pocos meses que ha muerto Delibes, que ya había dado su beneplácito para buscar un reemplazo que estuviera a la altura de Lola Herrera, la obra se reestrena y sale de gira con Natalia Millán, una actriz a la que hemos visto bastante en televisión en series como El Súper o Un paso adelante y en teatro musical en obras como Chicago.


La obra, con una escenografía sencilla que no va a cambiar durante la hora y media que dura el discurso amargo de una mujer que rinde cuentas con su marido y le recuerda las penurias pasadas, traza a la vez un esbozo de lo que supone la época para una mujer de clase media alta: los cambios en la juventud, la sexualidad, la incorporación de la mujer al mundo laboral, el afán de progresismo y de apertura social que se vislumbran al final del túnel de la dictadura.

Una obra maravillosa donde la actriz está soberbia. De luto riguroso, Natalia encarna perfectamente a la mujer de mediana edad que ha quedado viuda de forma prematura y que va desnudando su verdad ante el cuerpo presente de su marido. Al final, un aplauso largo y gente de pie para una intérprete que lo da todo en el papel y sabe que éste puede ser el espaldarazo definitivo a su carrera. Que así sea.

1 comentarios:

Angel Luis dijo...

Si lo sé voy!!! ¡Qué envidia! Pero es que estuve donde Jesucristo perdió las sandalias haciendo y deshaciendo agujeros!!