8 de julio de 2008 | |

Festejos populares

Confieso que es difícil hacer el amago de levantarse de la cama cuando no hay que fichar con puntualidad hasta las 14 horas, pero estas mañanas cumplo rigurosamente y a las 8 desayuno viendo el encierro.

Si no hubiera sido por las circunstancias, diría que a mí estos festejos taurinos ni fu ni fa...pero lo dicho, las circunstancias son otras y hay que atenerse a ello. Hace algún tiempo tuve un gran golpe de suerte y formé parte del departamento que organiza los festejos de un municipio de costumbres taurinas muy arraigadas, un entramado bastante complejo cuyo montaje dura algunos meses, cuya celebración dura apenas una semana y que milagrosamente, sale adelante con los mínimos recursos humanos que puedan imaginarse.

Llegué allí sabiendo de la organización de festejos lo que cualquiera puede saber, básicamente nada y sobre los festejos taurinos, menos. Cierto es que al haber crecido en el propio municipio tenía asimilado un orgullo autóctono sobre los mejores festejos populares de la Comunidad de Madrid, pero poner en marcha esa máquina y vivirlo desde dentro fue determinante en algunos aspectos de mi vida.

Aquella oficina fue una escuela. Además de una inmersión brutal en el mundo de la compleja administración local, allí aprendí que Sanse no es Pamplona ni quiere serlo y me empapé de cultura taurina, requisito imprescindible para sacar adelante el trabajo, lo que me ayudó a discernir sobre qué me gustaba y qué no en el arte de la tauromaquia.

Conocí a entendidos, a corredores expertos que cada año recorren la geografía para coger toro y hacer la carrera de sus vidas. Manejé las cifras que hay detrás del espectáculo, participé en la organización del tinglado, ví cómo se buscaba siempre la mejora, la excelencia, el encierro en estado puro lejos de la sombra de los sanfermines...y aprendí muchísimo, sobre todo que el encierro puede gustar más o menos, pero es un festejo en el que el toro y el hombre se miden en igualdad de condiciones y que hay quien se prepara para ello con suma seriedad. Son los mismos que desprecian a aquellos que se ponen delante de la manada de cualquier forma y ponen en peligro al resto.

Claro está que el encierro, un festejo considerado popular y menor, es precedente de otro espectáculo muy distinto, más conocido y bastante más controvertido. Considero que lo que sigue a la entrada del toro en la plaza es ya otro arte, harina de otro costal.

5 comentarios:

Grine dijo...

Cualquier día la vemos en la tele delante de los toros, avise que ponemos el vídeo en marcha ;)

Mentxu dijo...

Cualquier día la vemos en la tele delante de los toros

¿Y usted para qué cree que me entreno yo durante todo el año? ;)

No en serio...no sé de qué moriré, pero creo que de cornada de toro no será...

Anónimo dijo...

Decirle que estoy de acuerdo con lo apuntado sobre la ausencia de espectáculo una vez que el toro entra en la plaza.

Sería entrar en un debate sin final, pero ¿qué pueden ver en la muerte de un animal que les da tanto placer y regocijo?

En fin, una pena.

Oiga, como ha apuntado su amiga, si le da por ponerse a correr delante de un bicho de 600 kilos, no deje de decírnoslo.

Con todo esto, a uno le apetece que lleguen ya las fiestas, ¿verdad?

Besos

Mentxu dijo...

Alba, hay opiniones para todos los gustos sobre lo que ocurre una vez que el toro llega a la plaza. Por un lado sí que tiene elementos propios para ser considerado arte...pero como bien has dicho, es un tema muy complejo...

Con todo esto, a uno le apetece que lleguen ya las fiestas

Siii...cómo no.

Si le da por ponerse a correr delante de un bicho de 600 kilos, no deje de decírnoslo.

Les veo a ustedes la mar de macabros. Creo que deberían de dejar de ver los especiales sobre toros que echan en Impacto TV.

Grineeee!!

Martes 26 de agosto, Miguel Bosé pasa por Sanse. Cuento con verte por aquí!

Grine dijo...

Oído cocinaaaaaaaa... Ya sabe dónde me puede encontrar ese día, mil gracias por la información más útil de la semana :*