Después de este puente es lógico que me dé por hablar de la familia. Familia que aumenta con la llegada de Marcos, otro niño, por parte de hermano primerizo al que le llegan las ojeras al suelo estos días y familia que se junta para celebrar una boda a la manera tradicional, esto es, pasando por la iglesia, pero con el descubrimiento de que hasta eso puede tener su toque modernito. No sé cuál será la tendencia de los seminarios en la actualidad pero por lo menos el párroco que ofició esta boda, era un cruce de coleguita versado en religión y presentador de programa de testimonios...la misa convertida en show para reaproximar la religión al pueblo. O eso supongo.
Lo bueno de las bodas es que reúne a los que no suelen reunirse por otro motivo, todo el mundo viste sus mejores galas, se pasa revista a los invitados, te pones al día, se baila lo imbailable y de vez en cuando acontece alguna movida familiar que acaba aplacándose con un venga, que para una vez que nos juntamos...en fin...bodas, un acontecimiento enternecedor para los novios y muy allegados, que pasan meses desplegando energías e ilusión para que todo sea perfecto durante unas horas.
Este sábado fue una de esas bodas a las que no se podía faltar por dos razones principales: parentesco, ya que se casaba una de las componentes del clan primal (y ya van 3 de 5) y afinidad, porque toda una vida da para conocer cada uno de nuestros pasos y saber que éste era con total seguridad, uno de sus sueños.
Como siempre, en el margen izquierdo, queda el testimonio gráfico del evento.
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