La verdad es que es fácil, sólo hacen falta tres cosas: amigos, comida, bebida et voilà, ya tenemos la base...el resto corre de cuenta de la improvisación, del ingenio cada año más agudo de las que preparan los regalos. Este año cayó un kit para las futuras casas (con estropajo, enseres para jugar a las cocinitas y un pack para el dormitorio que dejo a su imaginación). A parte de eso, hubo atrezzo deportivo para mi compañera de cumpleaños y unas Converse y un bolso para mí.
A pesar de que la celebración fue un viernes, lo que nos dejó a algunos sin poder de maniobra para hacer reposo vespertino, se aguantó bien el tirón por este orden: tapeo, copas y bailes. La cámara de fotos que iba de mano en mano, echó humo, se ha hecho una exhaustiva criba por que ya nos ha quedado claro que si sobrios no tenemos el don de la fotografía, no les quiero contar lo que resulta cuando los reporteros van cargaditos...en fin, écheles un vistazo y háganse una idea de lo que dio de sí la noche.
Esta celebración fue sin duda, la más larga y multitudinaria, pero hubo muchas versiones del cumpleaños, cada una de ellas fue especial por unas circunstancias y sobre todo, por las personas con la que compartí esos momentos, en grupo o individualmente. Me quedo con ese conjunto maravilloso que resulta de ese todo.
Al final, con tanto ajetreo, parece que el cuerpo no te va a dar ni para llegar al mediodía del lunes, pero aquí estamos, así que démonos ánimos y pensemos que lo que se ve al fondo es un puente y que la semana acabará como lo hacen las películas con final feliz, en boda.
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