Érase una vez que se era, dos muchachas que se conocieron en la universidad. Como suele ocurrir con demasiado frecuencia, los años pasaron volando y con ellos, la diplomatura, la licenciatura, las becas, las oposiciones, los amigos comunes, las rupturas, las reconciliaciones y los viajes.
La amistad creció a través de los infinitos mails que recorrían a diario la distancia norte-sur hasta hacerse parte indispensable y salvadora de la rutina. Hubo subidas y como no, bajadas, como en toda relación que se prolonga en el tiempo y se adapta a las circunstancias.
Un año, una de ellas olvidó una fecha clave en la vida de la otra. No se sabe quién lo sintió más, si la que sufrió el olvido o la que dejó caer la fecha en algún cráter de su atosigado cerebro. El caso es que allá quedó flotando la felicitación que nunca debió zarpar, que naufragó durante un año completo sin ninguna alternativa más que la de esperar pacientemente a que pasara otro año para poder llegar a tiempo.
Y esta vez sí, llegó y pudo decirle lo que tanto sentía no haberle dicho el año anterior de una forma un tanto bizcochona: Gracias por los ánimos y las confidencias Gemuqui y por perdonar los olvidos imperdonables. Y felices (más que nunca) 30.
La amistad creció a través de los infinitos mails que recorrían a diario la distancia norte-sur hasta hacerse parte indispensable y salvadora de la rutina. Hubo subidas y como no, bajadas, como en toda relación que se prolonga en el tiempo y se adapta a las circunstancias.
Un año, una de ellas olvidó una fecha clave en la vida de la otra. No se sabe quién lo sintió más, si la que sufrió el olvido o la que dejó caer la fecha en algún cráter de su atosigado cerebro. El caso es que allá quedó flotando la felicitación que nunca debió zarpar, que naufragó durante un año completo sin ninguna alternativa más que la de esperar pacientemente a que pasara otro año para poder llegar a tiempo.
Y esta vez sí, llegó y pudo decirle lo que tanto sentía no haberle dicho el año anterior de una forma un tanto bizcochona: Gracias por los ánimos y las confidencias Gemuqui y por perdonar los olvidos imperdonables. Y felices (más que nunca) 30.
2 comentarios:
Vaya, vaya...y yo pensando que había otro escollo superado, qué surprise. Y sí, obviamente me he emocionado, no era para menos.
Lo del año pasado ya queda en el olvido y nos centramos en el presente. Nadie es perfecto y todos tenemos derecho a equivocarnos.
Gracias por dedicarme unas líneas y muchos besotes.
pd: la semana que viene la que volverá a nacer serás tú, está hecho.
Nada hija...esta vez la entrada era entera para ti, ¡no todo van a ser oposiciones!
Espero que lo celebres tal y como lo tenías pensado, al fin y al cabo, sólo se entra en la treintena una vez en la vida.
Esta vez no podré estar, ya sabes cómo ando, así que me comprometo a que la celebración, o al menos una quedada, se celebre a partir de la semana que viene.
Felicidades!
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