Les recomiendo encarecidamente que lean el artículo titulado Nuestras autoridades contra el trabajo de El País Semanal de 11 de enero, donde, entre otros asuntos, Javier Marías expone un interesante tema, el derroche que supone el entretenimiento de los ciudadanos por parte de la Administración, notorio más que nunca en época de crisis.
Tiene toda la razón el Sr. Marías cuando manifiesta horripilado que no hay municipio español que no destine dinerales a las llamadas "Comisiones de Festejos" con el fin de organizar todo tipo de actividades que a mí, en particular, se me antojan superficiales desde hace mucho tiempo, pero que desde mi experiencia en ese sector, he podido comprobar que son un escaparate para las masas.
Intentaré ir más allá y decir que en muchas ocasiones he comprobado la querencia del ciudadano por “lo gratis”. Allá donde el ayuntamiento facilite algo – sea lo que sea, se lo aseguro – de forma gratuita, allá que se forman colas interminables. Ocurre con la cola de una hora que se forma para recibir un vaso de chocolate en navidad, las sardinas de carnaval o los almuerzos de las fiestas en verano. Quiero decir con esto, que la culpa de que se destinen partidas de dinero a actividades inútiles es del ciudadano, que pierde la percepción de que ese chocolate, sardina o almuerzo para el que ha esperado pacientemente (y a veces no tan pacientemente) durante una hora, ha salido de su bolsillo y que por tanto, no es gratis. Si el contribuyente rechazara que su dinero fuera destinado a estas actividades – por ejemplo, no arrimándose a ninguna cola – el ayuntamiento desistiría del gesto y el dinero iría a parar a otra cosa más o menos superficial, esa ya es otra historia.
Pero ¿qué ocurre cuando el ayuntamiento decide no hacer una actividad porque no considera conveniente acarrear con ese gasto, o porque no tiene suficiente tirón? que el ciudadano se enfada. Volví a comprobarlo el pasado día 5, en la cabalgata del municipio, cuando los ciudadanos vociferaban al paso de las carrozas contra el Ayuntamiento porque éstas no tiraban suficientes caramelos. ¡¡Rácanos!! – gritaba la señora que tenía al lado. Así – pensaba yo – así me gustaría verte gritar cuando vayas a quejarte porque te impongan la ORA o porque te han subido algún impuesto o porque no te respondan con la eficiencia debida.
Caramelos, sardinas, chocolate...elementos que individualmente no valen nada y que casi cualquiera podría sufragarse y que multiplicados por 1000, suponen un mordisco significativo del presupuesto municipal. Cosas que el ciudadano debería rechazar pero que al contrario, acepta alegremente de manos de políticos que se sirven de estas cosas porque saben que el contribuyente, no se sabe por qué causas, tiende a fijarse más en la cantidad que en la calidad. Pueden comprobar esta estrategia ustedes mismos en los programas de festejos que precedan al año de elecciones municipales.
Tiene toda la razón el Sr. Marías cuando manifiesta horripilado que no hay municipio español que no destine dinerales a las llamadas "Comisiones de Festejos" con el fin de organizar todo tipo de actividades que a mí, en particular, se me antojan superficiales desde hace mucho tiempo, pero que desde mi experiencia en ese sector, he podido comprobar que son un escaparate para las masas.
Intentaré ir más allá y decir que en muchas ocasiones he comprobado la querencia del ciudadano por “lo gratis”. Allá donde el ayuntamiento facilite algo – sea lo que sea, se lo aseguro – de forma gratuita, allá que se forman colas interminables. Ocurre con la cola de una hora que se forma para recibir un vaso de chocolate en navidad, las sardinas de carnaval o los almuerzos de las fiestas en verano. Quiero decir con esto, que la culpa de que se destinen partidas de dinero a actividades inútiles es del ciudadano, que pierde la percepción de que ese chocolate, sardina o almuerzo para el que ha esperado pacientemente (y a veces no tan pacientemente) durante una hora, ha salido de su bolsillo y que por tanto, no es gratis. Si el contribuyente rechazara que su dinero fuera destinado a estas actividades – por ejemplo, no arrimándose a ninguna cola – el ayuntamiento desistiría del gesto y el dinero iría a parar a otra cosa más o menos superficial, esa ya es otra historia.
Pero ¿qué ocurre cuando el ayuntamiento decide no hacer una actividad porque no considera conveniente acarrear con ese gasto, o porque no tiene suficiente tirón? que el ciudadano se enfada. Volví a comprobarlo el pasado día 5, en la cabalgata del municipio, cuando los ciudadanos vociferaban al paso de las carrozas contra el Ayuntamiento porque éstas no tiraban suficientes caramelos. ¡¡Rácanos!! – gritaba la señora que tenía al lado. Así – pensaba yo – así me gustaría verte gritar cuando vayas a quejarte porque te impongan la ORA o porque te han subido algún impuesto o porque no te respondan con la eficiencia debida.
Caramelos, sardinas, chocolate...elementos que individualmente no valen nada y que casi cualquiera podría sufragarse y que multiplicados por 1000, suponen un mordisco significativo del presupuesto municipal. Cosas que el ciudadano debería rechazar pero que al contrario, acepta alegremente de manos de políticos que se sirven de estas cosas porque saben que el contribuyente, no se sabe por qué causas, tiende a fijarse más en la cantidad que en la calidad. Pueden comprobar esta estrategia ustedes mismos en los programas de festejos que precedan al año de elecciones municipales.
Que nadie se extrañe por tanto, si digo que miro mal a algún que otro ciudadano cuando se acerca a la biblioteca y pregunta perplejo ¿y todo esto es gratis?
4 comentarios:
Sí, sí, todo lo que usted quiera, pero se confirma o no que este año hay chocolate gratis o no??
O no?
Llega usted un poco tarde. El chocolate se reparte al final de la cabalgata de Reyes. Pero no se preocupe, sólo tiene que esperar un poco por que en las fiestas patronales se repartirá limonada (pero sin chorrito de ginebra ni nada, no vaya usted a creerse) y en carnaval podrá usted comerse un par de sardinas, que por la experiencia de otros años, hay impacientes que se las comen crudas.
Tiene usted toda la razón, si la gente entendiera que todas esas chorradicas salen de sus bolsillos y que se prescinde de otras cosas más necesarias (más personal para atender mejor los otros servicios que ofrece, por ejemplo, o un mayor presupuesto para actividades culturales o para compra de fondos de las bibliotecas que a veces son irrisorios...) otro gallo cantaría. O no, porque en este país la cultura de "lo gratis" está demasiado arraigada...
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