Hoy me estoy acordando de todos los que estén con un pie fuera de Madrid, que serán muchos, lo dice un indicador fiable: la transacción de guías de viajes y el estante 908 vacío.
A principios de la semana empecé a sugestionarme con la distancia que media entre las últimas vacaciones (enero) y las próximas (agosto) y me apeteció escaparme al hogar playero, yo sola y mis apuntes, para no dejar de lado lo que estoy obligada a hacer estos días pero con la ventaja de poder pasar algunos ratos al sol, quitarme la palidez enfermiza y tomar fuerzas para lo que se avecina. Sin embargo, lo que se avecinaba se ha adelantado y ha dado al traste con mis intenciones. Otra vez será.
Así que haré acopio de fuerzas tomando el sol en el solarium del gimnasio, buscaré entre los restos del éxodo a los supervivientes de la ciudad y me iré con ellos a tomarme todas las cervezas con limón que se merecen estos puentes obligadamente urbanitas.
Habrá que aprovechar ahora, que el mes de mayo nunca vino con tantas responsabilidades.
Esperamos sus crónicas viajeras a la vuelta.
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