Como ya comenté por aquí, este puente me tocó viaje a Bilbao con el propósito de acudir a una boda. He ido unas siete u ocho veces a esta ciudad y aún así, tengo la sensación de conocerla poco, cada vez que voy suele coincidir con una visita o una celebración familiar, así que voy conociéndola por partes: en un viaje voy al Guggenheim, en otro voy de pintxos por el casco viejo, otro voy a ver lugares de la provincia...y es que allá donde acaba la árida Castilla, comienza una tierra que si no fuera por el conflicto imperecedero, disfrutaríamos mucho más.
No es que haya recorrido España de boda en boda...pero estos eventos en el norte tienen fama y es por algo. En esta caso lo que destacó fue el paisaje. Ésta fue una ceremonia al aire libre en la reserva de la biosfera de Urdaibai, entre montañas y con un tiempo estupendo en esta impredecible primavera y todos estos factores hicieron que ésta me pareciera una de las bodas más bonitas que he visto. También ayudó que el juez era de lo más animado que he visto en bodas civiles, primero describió a modo de guía turístico el paraje en el que nos encontrábamos y después aportó un chascarrillo para cada artículo del código civil referente al matrimonio.
Comimos muchísimo, como suele ser costumbre, bebimos en la misma medida y nos lo pasamos muy bien entre primos...es lo que tiene pertenecer a una familia numerosa, que siempre somos muchos aunque falten algunos.
El lugar en el que se celebró la boda es el punto de partida para visitar las cuevas de Santimamiñe y el bosque pintado de Oma, así que allí había una mezcla bastante curiosa de gente vestida de boda y excursionistas que dejaban el coche para comenzar la caminata. Ésta vez me quedé en el bando de los celebrantes, pero me he apuntado la excursión para hacerla dentro de poco.
No es que haya recorrido España de boda en boda...pero estos eventos en el norte tienen fama y es por algo. En esta caso lo que destacó fue el paisaje. Ésta fue una ceremonia al aire libre en la reserva de la biosfera de Urdaibai, entre montañas y con un tiempo estupendo en esta impredecible primavera y todos estos factores hicieron que ésta me pareciera una de las bodas más bonitas que he visto. También ayudó que el juez era de lo más animado que he visto en bodas civiles, primero describió a modo de guía turístico el paraje en el que nos encontrábamos y después aportó un chascarrillo para cada artículo del código civil referente al matrimonio.
Comimos muchísimo, como suele ser costumbre, bebimos en la misma medida y nos lo pasamos muy bien entre primos...es lo que tiene pertenecer a una familia numerosa, que siempre somos muchos aunque falten algunos.
El lugar en el que se celebró la boda es el punto de partida para visitar las cuevas de Santimamiñe y el bosque pintado de Oma, así que allí había una mezcla bastante curiosa de gente vestida de boda y excursionistas que dejaban el coche para comenzar la caminata. Ésta vez me quedé en el bando de los celebrantes, pero me he apuntado la excursión para hacerla dentro de poco.
2 comentarios:
Es estupendo tener celebraciones fuera de Madrid, una excusa estupenda para viajar y pasárselo en grande...
Y que lo digas...aunque el lunes suele ser especialmente duro en esos casos...
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