22 de mayo de 2009 | |

El último post oposicional


Las cosas no suelen suceder exactamente como uno imagina. Visualicé este momento muchas veces en mis horas bajas como el día más feliz de mi vida y aquí estamos, ocupando un puesto trece de treinta y tres y con una mezcla de sentimientos que me ha llevado horas desmadejar. Había hilado una teoría demasiado optimista y a raíz de eso, mi primera impresión ha sido agridulce, decepcionante, después he llorado los cuatro años y medio que duró la inversión personal y finalmente creo que he llegado al momento sereno del alivio.

Se acabó la incertidumbre machacona, el sacrificio hecho a la deriva y las cosas que se dejaron ir. Por el contrario, se quedan las cosas buenas y malas que me sucedieron y que hicieron mella hasta dejar su poso, así como las personas que se pusieron en mi lugar y me llevaron arriba (cuántas veces la digo y cómo me gusta esta frase).

No he conseguido el objetivo que me marqué profesionalmente, ése era mucho más alto y no era imposible, pero sí poco viable con las horas disponibles. Los que han seguido la trayectoria saben que acometí el estudio de esta oposición con un temario bastante desconocido pero, eso sí, con mucha capacidad de estudio ganada en los años previos e impulsada por las ganas de amarrar algo en firme que me diera la seguridad de poder pagar mi casa más que por vocación profesional (lo que viene a ser: más vale pájaro en mano que ciento volando). Ha sido una oposición diferente en temas, en procedimientos y como paradoja, la más difícil de conseguir estadísticamente de las que me he presentado. Además de todo ello, doy fe de que la suerte es un factor importantísimo en este tipo de asuntos.

Lo dicho, las cosas no suelen suceder nunca como uno imagina, ni mejor ni peor, sino diferentes. Gracias a todos los que lo han vivido y han estado ahí. Prometo que serán correspondientemente invitados a la celebración que seguro habrá con motivo de este día, 22 de mayo, festividad de Santa Rita, patrona de los funcionarios para más señas.

2 comentarios:

Grine dijo...

A mí me pasó una cosa curiosa después de conseguir el objetivo y es la sensación de vacío que me quedó, como si me faltara algo que hacer con mi tiempo. A qué cosas más tontas se acostumbra el cuerpo...

Lo principal es que todo ese trabajo y sacrificio por fin tuvo su recompensa. ¡Enhorabuena y a por ellos!

Mentxu dijo...

Ya conozco esa sensación...así estaba yo el viernes...entre cabreada, triste, poco convencida...supongo que se me ha mezclado el fin de una etapa y el vacío con la toma de decisiones difíciles y no me está resultando nada gratificante...pero es lo que toca. Ya te contaré dónde acabo y de qué forma...