Reconozco que la ciudad de León me ha decepcionado un poco. Culpa mía porque tenía la errónea idea de que era mucho más monumental, pero bueno, eso se arregla echándole un vistazo a la provincia, a su famosa zona del Bierzo y a otras ciudades como Astorga. También reconozco que León tiene un barrio húmedo que puede considerarse parte misma de su monumentalidad, como le pasa en cierto modo a Logroño.
El recorrido comenzó a última hora de la tarde del viernes en León, como ya no era hora de hacer visitas turísticas, nos fuimos de cañas y vinos por el húmedo. El sábado lo dedicamos a una intensa excursión por Las Médulas. Teníamos intención de llegar a una visita guiada, pero las dos horas de viaje en coche desde León nos desajustaron los horarios y tuvimos que hacerlo por nuestra cuenta, luego nos alegramos de no haber llegado, porque hicimos muy cómodamente el itinerario de 3 kilómetros por la Senda de las Valiñas y vimos la cuevona y la encantada sin tener que invertir las excesivas dos horas de la guía.
Imagen de la inmejorable promoción turística de León
Después de pasear entre el paraje mismo de Las Médulas que, para quien no lo sepa son los restos de una antigua explotación minera de la época romana (corta y pega de wikipedia), nos dirigimos a un pueblo cercano donde está el mirador de Orellán, desde el que se ve una impresionante y preciosa vista panorámica. Tras eso, nuestro plan era comer en un restaurante en Cacabelos y no me pregunten la causa ni el por qué, pero nunca llegamos a nuestro destino.
Donde sí llegamos fue a Ponferrada (varias veces, de hecho y alguna de forma involuntaria) y a Astorga, donde nos entretuvimos en ver el Palacio de Gaudí y la catedral. Ya de vuelta a León nos quitamos el pesar de no haber podido comer en el Bierzo, con una cena estupenda en un restaurante llamado La Esponja, en la Plaza del Cid, que nos recomendó el señor del hostal y acabamos la noche de copas por la Plaza Mayor.
El domingo nos tocó la visita turística por las tres cosas que destacan en León: la impresionante catedral con sus preciosas vidrieras, el panteón de San Isidoro y San Marcos, que al ser el parador, poco más se puede ver que la fachada.
Así que con esta escapada a León se completa un poco más el periplo por las ciudades que llevaba un tiempo queriendo recorrer y auguro que próximamente me acercaré a algunas de las que me quedan, entre ellas, Santander, Pamplona y Santiago de Compostela, pero no sé en qué orden hacerlo. Además, si por mí fuera, institucionalizaría una visita anual a Logroño con una única excusa: recorrer la Laurel. Por ahora y si todo sale bien, a finales de mes me escapo a la playa. No me quejo, esto es vida.
3 comentarios:
Se me ha olvidado apostillar una cosa, que lo más importante de este viaje no era el destino, sino la compañía, porque hacía mucho que las chicas no nos marcábamos un viaje.
Me alegro de que se lo hayan pasado tan bien, da gusto salir de vez en cuando y desconectar de los madriles. Muy chulas las fotos de las Médulas y del Palacio de Gaudí, espectacular.
Pues sí...da gusto desconectar y vivir así la vida...ahora hasta los viajes en metro me parecen una experiencia ;)
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