Otros hablaran de playa, de atascos, del tiempo que les hizo o de las ciudades estupendas que pueden verse en 4 días. Yo, en Semana Santa, siempre hablo de lo mismo, porque nunca salgo...y mira que me ha tocado pasar puentes y vacaciones en casa a merced de los temarios y no hay ni una sola ocasión que no me haya fastidiado...salvo en Semana Santa, que paso de cualquier plan.
Este año todo el mundo esperaba que hiciera algo en plan viaje liberatorio, pero nada...estos cuatro días los he pasado en casa aprendiendo a hacer una cosa muy sana que he descubierto últimamente y que se llama: tocarse el pie.
Además de eso, he aprendido a hacer otra cosa: torrijas. Con esto de la oposición siempre prometí que cuando acabase, me arrimaría a la cocina, así que el Jueves Santo pasé toda la mañana en la cocina observando y fotografiando el proceso milagroso que convierte el pan y la leche en una delicia cubierta de azúcar.
Está claro que no sólo de torrijas vive el hombre, así que no se preocupen, que iré poco a poco aprendiendo otras cosas más cotidianas y menos calóricas como sopitas, legumbres y demás.
Tienen buena pinta ¿eh?
Y es que tengo que admitir que lo que más he hecho este puente ha sido comer. Más que nada porque en mi casa es tradición hacer una gran comida de vigilia en Viernes Santo. No se trata de extremismo religioso ni nada parecido, simplemente es una tradición muy común en Jaén, la tierra de mis padres, que han seguido llevándola a cabo año tras año.
Así pues, el viernes santo nos juntamos alrededor de una mesa que puede variar, pero que esta vez consistió en sopa de pescado, pimientos rellenos, albóndigas de atún, croquetas de gambas, bacalao, natillas, arroz con leche, torrijas y borrachuelos. La única premisa, además de no comer carne, es que, sea mucho o poco, tienes que comer de todo lo que se ponga en la mesa.
Si es que con homenajes como éste...¿quién piensa en salir de casa en Semana Santa?
3 comentarios:
Me han dicho que se puso usted a ver mi historia en cine y no pudo acabarla.
En fin, sólo le pido que me dé una segunda oportunidad. Sería imperdonable que no supiera conociera la forma de ver y valorar la vida de un hombre que tantas veces estuvo rodeado por la muerte.
Un saludo.
Tiene usted razón...esto es a todas luces un hecho imperdonable que raras veces sucede. Quede claro que lo que produjo dicha reacción fue la mosca del sueño y en ningún caso la grandiosa actuación del Sr. Munny.
¡¡Olé y olé por esas tradiciones que reúnen gastronomía y familia!!
no sólo de torrijas vive el hombreYa le digo... la cocina del día a día es la más aburrida, lo de los días especiales/festivos ya es otro cantar...
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