1 de septiembre...junto al 1 de enero quizás sea la fecha que mayores buenos propósitos tenga. Ya saben...volver al gimnasio, embarcarse en un curso de algo, adaptarse al medio rutinario sin que resulte traumático...y envidiar a aquellos que gustan de irse cuando todos han vuelto, esos que pasan un verano sin complejos al sol de los halógenos y toman el testigo hasta que el verano toca su fin. Yo ya he disfrutado una tanda de vacaciones veraniegas pero también pertenezco a ese último grupo, así que me siento verdaderamente afortunada y sin motivo alguno de queja.
Además, estas tres semanas entre el aterrizaje vacacional y el próximo día 6 de septiembre han estado bastante ocupadas. Por un lado, fiestas de Sanse, con sus elementos festivo-taurinos típicos y la I quedada frikitecaria en Madrid, donde por fin pude ver las caras de los que se esconden tras el alceo de ceja. La crónica de la cena se puede ver aquí y aquí gracias a Geekteca. Sólo añadiré que estuve rodeada de expertos en gastronomía japonesa y que voy a practicar habitualmente con los palillos para estar a la altura en la próxima ocasión.
Mientras eso ocurre y para ambientarme en el ambiente japo, esta misma tarde he vuelto a ver una joyita que hace años me cautivó y que está localizada en Tokio: Lost in translation. Una historia dramática y cómica a partes iguales, de una profundidad que te obliga a ir más allá de la imagen, donde los protagonistas se encuentran para sobrevivir a la soledad y logran absorberte. En definitiva, una película en la que ocurre todo aunque parezca que no ocurre nada, obra de la directora Sofía Coppola, hija de Francis Ford Coppola y actual pareja de Quentin Tarantino. Totalmente recomendable.
Además, estas tres semanas entre el aterrizaje vacacional y el próximo día 6 de septiembre han estado bastante ocupadas. Por un lado, fiestas de Sanse, con sus elementos festivo-taurinos típicos y la I quedada frikitecaria en Madrid, donde por fin pude ver las caras de los que se esconden tras el alceo de ceja. La crónica de la cena se puede ver aquí y aquí gracias a Geekteca. Sólo añadiré que estuve rodeada de expertos en gastronomía japonesa y que voy a practicar habitualmente con los palillos para estar a la altura en la próxima ocasión.
Mientras eso ocurre y para ambientarme en el ambiente japo, esta misma tarde he vuelto a ver una joyita que hace años me cautivó y que está localizada en Tokio: Lost in translation. Una historia dramática y cómica a partes iguales, de una profundidad que te obliga a ir más allá de la imagen, donde los protagonistas se encuentran para sobrevivir a la soledad y logran absorberte. En definitiva, una película en la que ocurre todo aunque parezca que no ocurre nada, obra de la directora Sofía Coppola, hija de Francis Ford Coppola y actual pareja de Quentin Tarantino. Totalmente recomendable.
4 comentarios:
Las noches de domingo a lunes son lo más parecido que recuerdo a la sensación envolvente de la tristeza que impregna la película que nombras.
Estoy tan cansado que sólo mi cuerpo podría explicarlo, pero no consigo dormir. Esa tristeza de que nuevamente sea lunes y además 1 de septiembre me lo impide.
Será cuestión de cerrar los ojos y que ya quede menos para volver a mirar por el retrovisor sin encontrar un cartel de una pareja feliz bailando en una playa con el atardecer de fondo.
Todo vuelve, también las vacaciones. Para esos momentos tristes y raros de domingo existe el consuelo de pensar en la siguiente tarde de viernes.
El curro, la rutina, ganarse la vida..la normalidad también tiene su punto necesario, aunque no se la eche de menos.
Ya queda menos para el próximo período de asueto. Atravesemos pues el otoño y el invierno que queda entre medias hasta llegar a ello.
el consuelo de pensar en la siguiente tarde de viernes
A mí no me consuelan nada a partir de ahora las tardes de viernes... me conformaré con las tardes de sábado, no cunden nada los fines de semana así :(
Aysss...y que luego digan que menuda vidorra se pegan los funcionarios...pues yo conozco a dos que son buen ejemplo de horarios completos y curro a destajo, ¿verdad Grine?
Sólo cabe esperar que los lugareños tengan tal ansia de cultura que las "cabezas pensantes" no tengan más remedio que ampliar el personal. Tiempo al tiempo.
Besos!
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