Ante un 2008 regulero - que no malo - 2009 parecía prometedor...y lo ha sido, porque un deseo, y he ahí la importancia de un solo deseo, me ha reportado una gran cantidad de felicidad. Cada cual tiene sus cuotas de felicidad repartidas de la manera que quiere y en mi balanza, esa estabilidad laboral que tanto ansiaba, ocupaba un hueco enorme. Ahí está, conseguida, lograda, alcanzada. Hoy me siento recompensada y libre. Y para los que no logren asociar estas palabras con el verbo trabajar, les digo, que sí, que es así.
Otra obviedad que ha hecho de este año, un buen año ha sido que - salvo algún susto puntual - tuvimos meses tranquilos, sin hospitales y que desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre he tenido a alguien a mi lado que sigue teniendo la capacidad de apoyo, aguante y todo aquello que viene a componer una relación. Con él he paseado Valladolid, Galicia, Santander, Burgos, Segovia...y con él están pensados muchos proyectos a corto, medio y largo plazo.
Los momentos de gloria han seguido estando protagonizados por los de siempre, y eso es una de esas cosas fundamentales que hace a los años malos, superables y a los buenos, inmejorables. Con ellos me veo pasando un calor horrible en el sur de Portugal, tomando cañas por León, disfrutando de un Dublín sin lluvia, inaugurando casas...el gran hobby de este año y por lo que veo, el del año que viene.
Brindo por lo que será hecho remarcable del año que viene: hipoteca, entrega de piso e independencia. El resto lo debe poner la suerte...y el destino.