Estoy de vacaciones desde el pasado martes, o más bien de días libres, porque me niego a llamar a "esto" vacaciones.
Difícilmente podríamos encontrar un paquete vacacional así en una agencia. Imagínense: Pase ocho días inolvidables en un hotel que le hará sentirse como en su propia casa, bajo la fabulosa luz de un flexo, disfrutando del aire puro que entre por la ventana a primera hora de la mañana y de la mejor cocina casera, con todo incluido.
Vamos, que estoy frita: jornadas maratonianas de 9.30 a 2 de la tarde y de 4 hasta la hora que mis neuronas ya empiezan a flaquear, lo cual varía según el día y lo que me haya tocado estudiar.
Me quedan 5 días de ansioso repaso. Justo esos malditos días en los que uno no sabe qué ha estado haciendo durante los últimos 4 meses porque no se acuerda de nada. Normal, porque objetivamente esto es una locura, la Constitución artículo por artículo, cada personajillo que puebla la administración y el gobierno con sus correspondientes funciones, el procedimiento administrativo que es un infierno en toda regla y como postre, la administración local, enrevesada y rarita.
Qué quieren que les diga desde mi torre de marfil, pues que estoy deseando que pasen estos días con una extraña mezcla de esperanza y miedo a hacer el cafre. Pensando que quizás las próximas vacaciones sean bajo otro sol que no tenga watios.
2 comentarios:
Tú puedes!!!!!!!!!!!!
En estos momentos no puede uno dudar de si mismo. Nosotros no lo hacemos, estamos convencidos de que podrá con ello. Vendrán tiempos mejores y todo esto quedará como una simple anécdota. ¡Mucha suerte!
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