Comenzando por la pésima organización, pasando por el escandaloso y desproporcionado concurso y finalizando en un tribunal más propio de Mira quién baila, he asistido a uno de esos procesos ceñidos a la vieja idea de las plazas dadas y la España del pucherazo.
Ayuntamiento...¿está usted obligado a hacer público por ley un proceso selectivo donde las plazas ya tenían nombre y apellidos? ¡No hay problema!, se elaboran unas bases con una buena dosis de manga ancha donde no se concreten tiempos, ni programas a utilizar, ni puntuaciones, se asigna un concurso para que el pobre incauto que lo intente sin haber pisado el excelentísimo término municipal no aspire a plaza ni aunque saque un 10 y se deja bien abierto el texto a cualquier interpretación...¡éxito garantizado!
En fin...con cosas así, uno ya no sabe si lo que siente es rabia por ver qué mal se hacen las cosas o envidia por que no ser el afortunado al que le ponen la plaza en bandeja de plata.