2 de noviembre de 2010 | |

Sin brakets y a lo loco

Pues al fin llegó el día en el que los brakets ya no estaban allí. Liberada, no sin antes sufrir bastante porque van cementados y quitarlos es mediante lo que se puede denominar casi "fuerza bruta", vamos, que me pasó lo que nunca me había pasado, que al tercer intento de quitar uno que se resistía lloré, no que se me escapara una lágrima tonta, sino que lloré de dolor.

Todavía recuerdo el día después de ponérmelos, cuando no sabía si me podía acostumbrar a llevar aquello durante una duración indefinida que al final ha resultado ser dos años. Dos años de evitar comer los bocatas con pan normal, la fruta a mordiscos o comer pipas o chicle si no quería un resultado nefasto. Todavía recuerdo el primer filete (de restaurante, grueso y al punto) que intenté comerme una semana después de que me pusieran el aparato: un auténtico desastre. Imposible masticar con todas aquellas cosas metálicas.

No puedo quejarme mucho porque sólo he llevado brackets abajo, por lo que lo único que he solucionado ha sido un problema estético: el apiñamiento de los dientes inferiores. Ahora los tengo alineados, pero me falta un premolar que hubo que extraer para conseguir ese resultado y la verdad es que salvo eso, mi dentadura sigue siendo la misma de siempre, así que sigo siendo, como diría mi madre, un poco picona.


Me los puse convencida de que sería para mejor, pero la verdad es que no tenía mucha confianza en mí, pensaba que me pasaría el día quejándome, pero me acostumbré y lo he llevado bastante bien. Supongo que mi entorno habrá agradecido que no haya persistido en mis lamentos por todas las molestias que ocasiona. En definitiva, que la ortodoncia es algo que se sufre en silencio.

Así que quien tenga la idea de iniciarse en el maravilloso mundo de la ortodoncia, que no se lo piense, que piense en los resultados, que siempre serán buenos y sobre todo que se haga con un arsenal de cepillos de dientes (creo que la media es de uno por mes), de cera dental para las llagas que se producen al principio y que aprenda a sonreír durante unos cuantos meses sin abrir demasiado la boca, sobre todo después de haber comido. También recomiendo atesorar kilos y kilos de paciencia, para el proceso en sí y para las horas de espera en la salita del dentista, que con tanta visita, el tiempo perdido leyendo revistas del corazón será considerable.

2 comentarios:

Grine dijo...

Pues me alegro mucho, yo todavía seguiré sufriéndolos en silencio durante un poquito más...

Gracias por avisar de que también duele quitarlos, iré drogada el día en cuestión.

bocatas con pan normal, la fruta a mordiscos o comer pipas o chicle

Quién diría que se puede añorar tanto comer chicle o un buen filete grueso y en su punto...

Mentxu dijo...

Bueno, quizás tenía que haber omitido la parte dolorosa...a lo mejor usted tiene más suerte y no sufre tanto.

Se añora, sí...pero la verdad es que yo he sido muy bruta y me ha dado igual...si eliges la vía "fina" de no comer entre horas o cosas que te manchen mucho, además de una dentadura perfecta, puedes conseguir un tipo envidiable...jeje.

Mucho ánimo. Va a quedar usted monísima y no se preocupe, que todas las delicias parisinas son aptas para ortodoncia ;)