Pues sí, ya estoy de vuelta de la tranquilidad, de hacer el muerto en el agua, de las carreritas matutinas por el paseo marítimo, de los desayunos, comidas y cenas en la terraza, de estar tirada a la plancha durante horas enganchada a un libro y...aunque había ganas de volver, esa vuelta siempre es agridulce, porque aquí están las terracitas de verano y los amigos y la falsa independencia y una vidilla que no había en estas fechas por allí, pero allá se quedan "las saludes" delicadas y un remanso de paz que alivia cualquier estado de ánimo trastocado. No sé si vengo nueva, pero sí descansada.
Como mi salida fue tan apresurada y no sabía si finalmente habría o no vacaciones, me llevé un solo libro, el primer volumen de Millenium de Stieg Larsson: novela negra sofisticada y objeto de culto gracias a una gran campaña de márketing. Cuando éste se acabó intenté hacerme usuaria de la biblioteca, pero me pedían fotocopia del DNI y fotografía y como no suelo viajar con ello, tuve que correr al Carrefour a buscar algo de bolsillo, así que me leí La bodega de Noah Gordon: ficción histórica ideal para tumbona.
Tampoco me llevé las películas que había recopilado, así que hice lo que no hago el resto del año: ver la televisión y pasó lo peor que podía pasar, que se murió una celebridad y he visto todos los especiales (funeral inclusive) y todas las repeticiones de We are the world que sean capaces de imaginar. A cambio, he descubierto un programa maravilloso al que le agradezco infinitamente los ratos de entretenimiento: Desafío extremo de Jesús Calleja.
Y después de esta tanda tan tranquila y relajada, quedan dos semanas en agosto muy bien repartidas: una en el Algarve y otra en Galicia. Una vez pasado lo difícil: la planificación y la búsqueda de rutas y hoteles, ya sólo queda lo mejor: disfrutarlas en la mejor compañía.
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