Originalidades

Cada día resulta más difícil sorprender, pero cuando ya parece que está todo inventado aparece una cosa así de original en tu buzón...

Vacaciones sensacionales

Estoy de vacaciones desde el pasado martes, o más bien de días libres, porque me niego a llamar a "esto" vacaciones.

Difícilmente podríamos encontrar un paquete vacacional así en una agencia. Imagínense: Pase ocho días inolvidables en un hotel que le hará sentirse como en su propia casa, bajo la fabulosa luz de un flexo, disfrutando del aire puro que entre por la ventana a primera hora de la mañana y de la mejor cocina casera, con todo incluido.

Vamos, que estoy frita: jornadas maratonianas de 9.30 a 2 de la tarde y de 4 hasta la hora que mis neuronas ya empiezan a flaquear, lo cual varía según el día y lo que me haya tocado estudiar.

Me quedan 5 días de ansioso repaso. Justo esos malditos días en los que uno no sabe qué ha estado haciendo durante los últimos 4 meses porque no se acuerda de nada. Normal, porque objetivamente esto es una locura, la Constitución artículo por artículo, cada personajillo que puebla la administración y el gobierno con sus correspondientes funciones, el procedimiento administrativo que es un infierno en toda regla y como postre, la administración local, enrevesada y rarita.

Qué quieren que les diga desde mi torre de marfil, pues que estoy deseando que pasen estos días con una extraña mezcla de esperanza y miedo a hacer el cafre. Pensando que quizás las próximas vacaciones sean bajo otro sol que no tenga watios.

Inolvidable

No está mal mirar la cartelera y no saber qué elegir, suele suceder una vez al año, en la temporada previa a los Oscar. Este fin de semana mis ojos saltaban de Benjamin Button a Slumdog millionaire y de ahí a Frost contra Nixon hasta que finalmente repararon en El lector.

Qué maravilla. El lector, basada en el libro homónimo de Bernhard Schlink, es una película que cuenta en tres planos cronológicos el idilio entre el adolescente Michael y la revisora de tranvías, Hanna. Encuentro que arranca en la década de los 50 en la Alemania post-nazi, continúa a finales de los 60 y 70 y finaliza en los 90, con esa diferencia de edad de los protagonistas que lejos de ser la misma, se acrecienta con los años. La historia juega con la cronología y se mueve en otros dos planos, de un lado una bella historia de amor que ofrece preciosas imágenes eróticas y de otro, el holocausto, la culpabilidad y los secretos.

Sobre el reparto: exquisita Kate Winslet, natural y perfecta en las tres edades, que tiene merecida la candidatura al Oscar. Perfecto también David Kross, que al principio no dice mucho, pero que luego va creciendo en todos los aspectos y por último, Ralph Fiennes del que se pueden decir muchas cosas, pero lo más destacable es que no podía ser otro el que le pusiera voz a Michael en su edad madura.

Dicen que tengo la lágrima fácil, pero ya sé que no he sido la única a la que esta película le ha emocionado, tanto por la historia de amor como los detalles que hacen de El lector una historia profunda e intensa, con más de una lectura para cada espectador.

Resumen: una película que no se olvida y que además, ofrece un inglés perfecto para los que gusten de enterarse de algo cuando ven cine en versión original.

Un primer paso

La verdad es que me gustaría estar gritando a los cuatro vientos mi aprobado, pero por estos lugares uno se siente como Nadal ante Federer y casi siente la obligación de lanzar vivas en tono bajito. Desde ayer formamos parte de ese 9% de probabilidad de aprobar o de lo que es lo mismo, de la fracción 190 partido de 1999...mañana ¿quién sabe? porque el fantasma de la impugnación planea sobre nuestras cabezas amenazando con convertir nuestra carroza en una calabaza.

El factor suerte al que tantas veces aludo como parte indispensable de una oposición me ha venido a visitar cual fantasma de Dickens. Mala suerte sería que al verme se diera media vuelta y saliera espantado sin mirar atrás y sobre todo sin tener en cuenta que yo había hecho mis deberes en los últimos 4 años. Así pues, tengo ganas de verme las caras de nuevo con los competidores el día 26, ir a por todas, gastar las energías que quedan con todo el gusto del mundo en este último tirón.

Se me pone la carne de gallina al pensarlo...es que si todo saliese como tiene que salir, los fastos estarían realmente cerca.

Muerte digna

Si todo va según lo estipulado, mañana debería desvelarse el misterio. Mientras tanto, para aplacar la ansiedad de las difíciles esperas, me dedico a ratos al estudio, a ratos al cabreo y a ratos, al entretenimiento.

El cabreo de la temporada viene dado por mi militancia por una muerte digna. Esa chica, Eluana, que lleva 17 años en coma y cuya elección de poner punto y final a lo que no es vida, está siendo torpedeada con medidas urgentes sacadas de la manga del estado italiano y por la iglesia, que es lo que subyace bajo la máscara del gobierno.

Me parece indignante que a estas alturas, un coma irreversible, no constituya un punto de inflexión para la sociedad, no tanto para la comprensión generalizada, sino para el respeto. La decisión sobre la propia vida, una vez que las circunstancias son irreversibles, debería ser un ejercicio íntimo sobre el que todo el mundo debería reflexionar, decidir y sobre todo, donde la opinión pública y los sectores religiosos y extremistas, no deberían tener cabida.

Llevo un tiempo siguiendo ese caso y pese a que cada día suceden acontecimientos terribles en el mundo, no puedo evitar seguir este caso con especial interés. No puede ser tan difícil ponerse en el lugar del otro, hacerse a la idea de que lo más difícil de afrontar para un padre es la pérdida de un hijo, máxime cuando se intenta alcanzar ésta de la forma más digna posible, manteniéndose siempre en el más estricto ámbito de la legalidad.

Mientras que los grupos pro-vida consideran la muerte de Eluana una aberración y un atentado contra los principios morales, para los que lo vemos desde otro punto de vista vemos la clara usurpación de un derecho: el derecho a morir con dignidad.

Salimos en los papeles

Leído en el diario gratuito 20 minutos, edición de Madrid, el 3 de febrero de 2009. Era de esperar que el asunto trajera cola, así que por ahora sólo queda esperar a ver qué ocurre finalmente, si el proceso sigue su curso o si en el peor de los casos, se impugna.

Sea como fuere, yo sólo deseo que el tema no se dilate mucho ya que, sea cual sea el resultado, me esperan unas largas vacaciones opositoras.

El destripe

Y el Goya a la mejor película fue para...Camino.

Generalmente defiendo el cine español y este año me había visto unas pocas: Los girasoles ciegos, Los crímenes de Oxford, Fuera de carta e incluso las españolizadas para la ocasión como Che, el argentino o Vicky, Cristina, Barcelona y se me quedaron algunas otras que quería ver, en el tintero: El patio de mi cárcel, Una palabra tuya y Sólo quiero caminar, a las que esperaba en dvd como agua de mayo.

La reposición en las carteleras de Camino sería una buena oportunidad para verla, pero si me remonto algunos meses atrás, recuerdo que en algún recorrido por carretera hubo quien me preguntó que si la había visto y ante mi negativa, me la contó de principio a fin, no diré su nombre para que no salgan huyendo cuando el sujeto de marras comience a hablar de la última película que ha visto. Así pues, intentaré verla, pero ya no tendrá misterio. Culpa mía que me dejé.

Cosas del destripe. Boyero contaba el otro día en la crítica de Valkiria, lo difícil que es hacer una buena película sobre un hecho real que se sabe como acaba. Yo tengo algo que añadir: lo difícil que es ver una película que sabes cómo acaba y que además, sabes como empieza y cómo se desarrolla.

Creo que pese a todo invertiré unos eurillos en cine español y veré Camino un día de estos.