30 de diciembre de 2010 | | 1 comentarios

Fin de año y década

A cada año su acontecimiento. Si 2009 fue el año del trabajo, 2010 ha sido el año del piso. Tengo que decir que estos años se están desarrollando en torno a un elemento clave y otro montón de acontecimientos de otra índole. Mientras la primera mitad del año se desarrolló haciendo cuentas y cábalas bancarias, la segunda mitad dio paso a la acción, a los millones de cosas que hacen que un piso, además de tener paredes, sea habitable. No puede menospreciarse esa labor porque es ciertamente ardua, procura bastantes dolores de cabeza y deja maltrecho el bolsillo...vamos, que estamos encantados.

Este año se ha focalizado en eso, pero ahí están los viajes para hacer más ameno el devenir de los acontecimientos y permitir que desconectes por un momento de las responsabilidades. Dos viajes muy importantes, inolvidables por el contexto, por su tipología, por las circunstancias en las que se desarrollan...primero un viaje para uno mismo: el Camino de Santiago, un viaje de esfuerzo, con lo imprescindible en una mochila cargada a la espalda, de kilómetros en los que las relaciones personales se tornan distintas en pro de una solidaridad hacia el desconocido que sólo suele verse en este tipo de circunstancias...un viaje con un punto de partida y un punto de llegada, a veces me cuesta convencerme de que tengo esos 185 kilómetros en las botas y también en la retina.

Y un viaje para vivirlo con otro...París. Maravillosa, impresionante, sin cabida en un epíteto. Una ciudad para los sentidos, para los sentimientos, para el cuerpo y el alma sin me lo permiten. París es un lugar para enamorarse, a pesar del estereotipo y lo manido de la imagen...no se puede evitar, es así y creo que Uri lo supo. Otro de los momentos estupendos que viví con él fue el fin de semana en Alicante como regalo de cumpleaños. He de reconocer que si este año tiene una banda sonora, ésta es la de Sabina.

Esos son los elementos que se sitúan estratégicamente en un año y lo localizan en la memoria con el paso del tiempo. Pero 2010 también fue el año en el que la familia tuvo salud a pesar de los achaques y aumentó con otro chico (y ya van cuatro), Hugo, que se adelantó y me pilló concluyendo la etapa siete que concluía en Arzúa.

2011 tiene el augurio de ser un año animado e intenso. Comienza la convivencia, lo que se traduce en cambio y sobre todo en la certeza de que hay pasos que se dan y que no permiten vuelta atrás. Son años de trasformaciones vitales tan importantes que es difícil no sentirse asustado o incluso, a veces, abrumado, pero también y sobre todo, esperanzado. Pero entre toda esta vorágine también hay hueco para la emoción, los acontecimientos sumamente alegres que les ocurren a los que están a tu alrededor. Qué bonito es oír ciertas noticias.

Sea como sea, 2011 nos pilla con planes y proyectos, con ganas de que las cosas salgan bien, de que todas las empresas emprendidas, en todos los sentidos de la palabra, prosperen y que el tiempo mientras pase nos vea alegres, satisfechos y juntos.
¡Feliz año a todos!

23 de diciembre de 2010 | | 2 comentarios

Con buen pie

Ya pasó la lotería sin pena ni gloria, qué vamos a hacerle...el empujoncillo para el piso, la hipoteca y el día a día tendrá que seguir viniendo de la nómina corriente y moliente, que no es poco, pero bueno, uno no deja de soñar que descorcha una botella de champán frente a la administración de lotería.

Pero el día 22 trajo otros dos regalos muy pero que muy especiales y que hicieron que no parara de sonreír en todo el día. El primero vino vía Facebook, donde las firmas y empresas aprovechan para lanzar campañas de márketing y Menbur, una firma de zapatos de fiesta regalaba un par a quien les convenciese de por qué se los pondría en nochevieja.

Mi comentario fue de los primeros, me serví de una sucesión de fotogramas cinematográficos para decir que en unos zapatos así me sentiría como las grandes actrices de Hollywood en ciertos momentos llenos de glamour...et voilà...los zapatos son míos, y no sólo eso, al ser el mejor comentario me llevé los zapatos y el bolso a juego.

Los zapatos son altos, altísimos, negros, con pedrería en la parte de delante, muy elegantes. Los típicos zapatos-capricho que te comprarías sólo con motivo de una ocasión súperespecial en la vida, así que estoy encantada de tenerlos en mi armario, porque sé que son unos zapatos para siempre, es decir: sencillamente di-vi-nos.

Llegaron a casa vía mensajero al día siguiente, así que aquí tenéis las pruebas del glamour hecho complementos:

Por otro lado, vía correos, recibí una carta con un billete de avión a un destino que no desvelaré hasta más adelante, por aquello de que para la fecha del vuelo quedan aún unos cuantos meses, pero que me hizo una ilusión tremenda. El sobre era anónimo, pero la letra era de Uri :)

Este año agosto no será playero ni caluroso...será mucho más y creo que si quiero sobrevivir a ese viaje, tendré que reaprender a montar en bici. Creo que va a ser genial...y con tantos meses por delante tengo tiempo de sobra para leerme todas las guías de viaje que existan sobre ese paradero por ahora desconocido.

12 de diciembre de 2010 | | 2 comentarios

Serge Gainsbourg

Cuando viajé con Uri a París en septiembre visitamos los cementerios de Montparnasse y Pére Lachaise. En ambos cementerios es obligatorio hacer un recorrido para reencontrarse con clásicos franceses y no franceses que por unas razones y por otras, han decidido que sus restos reposaran en tierra parisina para siempre.

Lo bonito de esta visita es que los cementerios se convierten en museos al aire libre. El turista puede hacerse con un plano y tiene que ir buscando por las diferentes cuarteles dónde está el número de tumba que pertenece a Oscar Wilde, el de Edith Piaf o el de Cortázar. A veces, hasta que coges el ritmo, puede costar un poco, pero puedes encontrar incluso algún operario que te ayude amablemente o que te diga que es una lástima que no haya una visita de escolares a la que seguir para no perderse ninguna.

Pero además de ver aquellas tumbas que uno está dispuesto a visitar, hay otra cosa bonita en esta forma tan diferente de turismo y es la de encontrarse tumbas de personajes a los que tienes especial estima y que ni siquiera sabías que estaban allí. A mí me ocurrió con la magnífica y solemne tumba de Susan Sontag. Iba paseando por el cementerio y de repente encontré su nombre a mis pies.

Ir en companía de alguien que tiene más de cultura francesa que yo también hizo que descubriera a gente de la que no había escuchado hablar y cuya tumba estaba especialmente animada con flores, dedicatorias y cajetillas de gitanes. Eso me ocurrió con Serge Gainsbourg, Uriel me dijo que era un cantante muy famoso y yo me limité a hacerle una foto a la tumba y a quedarme con la impresión de que debía rellenar esa laguna cuando volviera a Madrid, pero sinceramente, ni siquiera asimilé bien el nombre.

Pero bueno, uno vuelve a Madrid, guarda las fotos en un CD y se acuerda de los croissants más que de los cantantes muertos y no fue hasta finales del mes de noviembre cuando en una cena de mis antiguos compañeros de biblioteca, dos de ellos comenzaron a hablar sobre si habían visto la película biopic del un tal Gainsbourg. Yo ni recordaba el nombre, pero me metí en la conversación y me quedé con la curiosidad de nuevo de saber si era el tipo del que me había hablado Uri en el cementerio de Montparnasse.

Efectivamente, al día siguiente rescaté el CD y allí estaba, el mismo Gainsbourg, así que lo primero fue visitar el enlace en la wikipedia para enterarme de que, entre otras muchas cosas, mantuvo un romance con Brigitte Bardot y estuvo casado con Jane Birkin, ver sus fotos, sus videos en youtube, escuchar algunas canciones y por supuesto, hacerme con la película biográfica para saciar mi curiosidad.

La película se llama Gainsbourg: vida de un héroe y me ha gustado bastante, sobre todo porque además de contar la trayectoria del cantante desde un punto externo, también incluye elementos imaginarios que le dan un toque diferente al biopic. Recomendada queda para quien crea que pueda interesarle.

Si queréis saber más de los cementerios parisinos, visitad este post.

7 de diciembre de 2010 | | 0 comentarios

I-letrados

"Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado" ha dicho Mario Vargas Llosa en el discurso pronunciado en la entrega del Premio Nobel de literatura y son palabras que han de emocionar a cualquiera que se identifique mínimamente con la definición de ser alfabetizado.

¡Qué de cosas están vinculadas al acto de la lectura! No les hablo de la lectura como instrumento para adentrarse en los vericuetos de los grandes obras, conocer a los clásicos o saber diferenciar un soneto de una silva. Les hablo del simple acto de comprender literalmente lo que contiene una línea, de reconocer los caracteres o de ser capaz de leer los subtítulos que le ponen a un extranjero cuando habla en el telediario al primer golpe de vista.

No sé si al resto le pasa lo mismo, pero yo también siento que aprender a leer es lo más importante que me ha pasado y he tenido la mucha o poca fortuna de comprobar la diferencia abismal que ese simple hecho puede ejercer sobre las personas. He aprendido con el método infalible de la educación básica que personas muy cercanas nunca recibieron porque el primer día que acudieron el colegio se derramaron el tintero en el vestido y les dijeron que al día siguiente no volvieran.

Hoy en día hay personas cuyas vidas están construidas sobre la base siempre endeble del analfabetismo y a pesar de ello, han sabido luchar y labrarse un porvenir esquivando los golpes que da la ignorancia. Dios sabe qué serían si hubieran tenido la suerte de saber leer...lo mismo hasta hubieran podido ocupar el mismo lugar que Vargas Llosa y ni siquiera ellos lo saben.