20 de julio de 2010 | | 2 comentarios

La vie en rose

Hay un algo en esos restaurantes que se eligen con una intención. Anticiparse a la esencia de los viajes a través de la gastronomía típica del lugar es una forma de recrearse en el futuro, en lo que aún no se ha visto, aumentar las expectativas e ilusionarse con este tipo de elecciones es obligado y casi mágico.

En septiembre me espera París, oh là là, la ciudad de las luces, del amor, de la Gioconda, de Rodin, de la torre Eiffel, de los Campos Elíseos...y como mi impaciencia puede más, decidí celebrar mi cumpleaños en el bistrot más puramente francés que pudiera conseguir en Madrid y que pudiera adaptarse a mi bolsillo.

Lo encontré. Se llama
Le petit bistrot, hay varios, pero el que visité está en la Plaza de Matute, a cinco minutos de Santa Ana, lindando con la Calle de las Huertas. La entrada, separada del local mediante una cortina ya hacía presagiar que durante las siguiente dos horas podía imaginarme en Montmartre sin problemas. Los camareros amabilísimos tienen ese acento tan marcado que ni siquiera Uriel pudo reprimir hablar en francés, la composición de lugar era completa...madera, pizarras con referencias a vinos franceses y un ambiente de luces tenues muy íntimo.

Para comenzar, un aperitif, un Pernord Ricard antes de pasar a las copas de vino tinto. Para compartir una divina ensalada de magret de pato y como platos principales, Muslo de pato confitado, patatas al bacon y ajo dulce y Berenjena y Tomate relleno de conejo gratinado al Parmesano. Como colofón, Tarta Tatín de Manzanas caramelizadas con helado de vainilla.

Les aviso de que si esto no es más que una pequeña imitación de París, yo voy a querer quedarme a vivir allí.

17 de julio de 2010 | | 0 comentarios

Treintena

De tus deseos serás dueña. Yo de polvo cogido le mostré un puñado: cuantos tuviera de cuerpos ese polvo, tantos cumpleaños a mí me alcanzaran, vana, le rogué. Se me pasó pedir jóvenes también en adelante esos años: éstos con todo él me los daba, y la eterna juventud, si su Venus padecía.” La Metamorfosis. Ovidio.

Ha llegado el cambio de década, el abandono de esa juventud que se materializa tanto en los veinte y que procura alargarse más allá. Soy joven, sí, no lo niego, pero ya no de esa forma indudablemente juvenil, valga la redundancia.

En lo que va de año, he visto a los que han pasado esta barrera echar un vistazo atrás como nunca antes, y no es para menos, es inevitable reaccionar haciendo balance, intentando sacar conclusiones. Los treinta llegan con un claro matiz nostálgico propio de los cambios de década, el tiempo pasa muy deprisa y se constata con cada cero que coincide con tu efeméride.

Pero lo importante es saber que se cumplen años, que las cosas están en el sitio que debieran estar, que mirando a tu alrededor es fácil localizar y poder mirar a los ojos a aquellos que hacen que tu vida sea plena. También es importante tener la sensación de haber aprovechado el tiempo, señal inequívoca de que se ha vivido.

Espero de los treinta tantas cosas como esperé de los veinte, aunque el tiempo te cambie y ya no le pidas lo mismo a la vida. Ayer era acabar los estudios, encontrar un trabajo, quizás incluso encontrar un amor, hoy sin embargo, los objetivos difieren hacia el progreso profesional, la salud de los tuyos, la estabilidad económica y la consolidación de esa relación, quizás incluso formar una familia.

Llegan los treinta con una carta de dimensiones sentimentales inimaginables, con unas tartas preciosísimas que da pena comerse y con muchas ganas de brindar por lo que todavía nos queda por delante...ójala sea mucho, todo bueno y en la mejor compañía.

13 de julio de 2010 | | 1 comentarios

Triunfadores

Parece que ya escampa el subidón futbolístico. No está mal ganar de vez en cuando y ver cómo todo el mundo ensancha su ego y se siente el mejor del mundo, aunque sólo haya participado en la gesta mirando a una pantalla, eso sí sujetando con todo el arte del que es capaz, un botellín de cerveza, como es mi caso y el del 99,9% de los que se desgallitan con eso del yo soy español, español, español...

Pero viene bien ese baño de masas para entretenernos, anima el verano una barbaridad, nos hace a todos más felices, la humanidad se une y se echa a la calle y de repente, del resto del mundo no queda ni rastro. El telediario es rojo, los periódicos son rojos, la gente se viste de rojo aunque no favorezca y el país sale a la calle para gritar que somos los mejores. Sin complejos...y así durante horas.

En estos días he hecho un esfuerzo y me he dejado arrastrar por la marabunta...ya saben aquello de "si no puedes con ellos, únete a ellos". Al principio ví un par de partidos sola en casa, después fue imposible, la sensación de ser un bicho raro si no me unía a la comitiva o de ser una marginada social pudo conmigo, me convertí en carne de bar con pantalla gigante, de botellín en la mano y de ¡¡¡uyyyyyy!!! cuando el balón no entraba en la portería y pasaban los minutos.

Al final, transformación absoluta, acabé gritando desaforadamente con banderitas en las mejillas. Por si hubiera pocos, el Mundial había creado otro monstruo. Al final ví llorar e hice el esfuerzo de entenderlo, me tomé una copa a la salud del triunfo e incluso hice algo tan extraordinario como restarle horas al sueño.

Menos mal que ahora la perspectiva magnificada vuelve a su lugar. Ya solo envidio saber cómo se sentirán en la cima del mundo aquellos pocos elegidos para la gloria, algo que no está hecho para el común de los mortales...eso... y el beso del capitán a Sara Carbonero.

5 de julio de 2010 | | 0 comentarios

Veraniadas

Tanto desear que llegue el calor y al final, cuando llega, uno enseguida se asfixia. Estoy en una de esas épocas de poco hacer, han acabado los exámenes satisfactoriamente, así que me limito a trabajar mi jornada reducida y por las tardes, organizo un poco la casa, vagueo, a veces voy al gimnasio y por lo general...pierdo el tiempo.

Será una situación deseada por la mayoría, pero yo ME ABURRO.

Debería hacer unas cuantas cosas: ver más tiendas de cocinas, leer más revistas de muebles, ponerme a organizar y a rematar ese libro de poemas, empezar a mirar ya qué asignaturas voy a intentar sacarme en septiembre, coger una guía de París, empezar a esbozar el itinerario del viaje, salir más a correr para no sentir el rechazo del espejo en bikini, acabar el libro que lleva un mes en el cabecero de la cama, escribir más en el blog o incluso ver más la tele.

PERO NADA.

No es cuestión de fuerza de voluntad ni de no saber qué hacer...simplemente holgazaneo como nunca en la vida había hecho...¿será grave?