4 de abril de 2010 | |

Toletum

Se acaba la cortísima Semana Santa. Como viene a ser costumbre no he salido de Madrid, porque el tema de los atascos para ir y para volver me desmotiva y aburre soberanamente, así que ya habrá otras fechas más propicias. Para estas fechas me reservo el viernes para comer en familia, que como buenos andaluces que son mis padres, celebran la Semana Santa con una mesa repleta y muchos platos tradicionales.

El sábado, para quitarnos la espina de no participar en la operación salida, Uri y yo nos fuimos a Toledo, ciudad que yo no pisaba desde hace diez o doce años, ahí es nada. El tiempo fue regular, cielo gris y bastante viento y al final, cuando cogíamos el coche para volver, comenzó a llover, así que nos libramos por poco del aguacero. No obstante, lo pasamos muy bien subiendo y bajando cuestas empedradas y rememorando rincones que a pesar de los años, a uno no se le olvidan.

Para darnos el gustazo, recabamos información en Internet sobre dónde podíamos comer y reservamos en el restaurante La Abadía. Las referencias acertaban de pleno, el sitio era muy bonito y dimos buena cuenta de una sartén de huevos con patatas y txistorra, solomillo de ciervo, solomillo ibérico con envoltura de foie y boletus y un brownie. Todo buenísimo, así que si alguien va a ir a Toledo próximamente, que tome nota.

Sólo una pega a esta ciudad: los precios prohibitivos. Entiendo que la forma de conservar las cosas es pagando por verlas, pero haciendo cálculos, si se quiere ver bien Toledo y entrar en todos los monumentos, el presupuesto sale por unos 50€, lo cual es una barbaridad. Punto y aparte es pagar 2,30€ por entrar a ver El entierro del Conde de Orgaz y no recibir ni una simple cuartilla (no hablamos ni de visita guiada ni mucho menos) en la que venga explicado mínimamente el cuadro y los personajes, tan sencillo como eso. No sé, creo que hay que esmerarse un poco ya que se cobra.

La visita a la Catedral de Toledo eran ni más ni menos que 7€ y lo que más nos interesaba, el Alcázar y la casa-museo de El Greco, estaban cerrados por reformas, así que nos quedamos con las ganas. Aparte de eso, mi flamante carnet de estudiante sólo sirvió en un sitio, así que pobres de los padres de familia que quieran enseñar Toledo a sus hijos porque tendrán que ahorrar para ir en familia.

Pero no todo son pegas, porque pasear por ciudades como Toledo, que está a apenas una hora de Madrid es una delicia. Espero que no pasen otros diez años antes de volver.

3 comentarios:

Nazario de Casia dijo...

Diga usted que sí Srta. Mentxu, que no se pueden pagar esas barbaridades por ver Toledo.

Ese dinero sólo me lo gasto yo en alguna que tra cervezuela en diversos pubs de Madrid.

Cuestión de prioridades.

Ays... cómo estaba la comida.

Beeesos

Grine dijo...

Qué casualidad, el finde anterior estuvimos en un curso en Toledo (márketing para bibliotecarios) y casi comemos en el mismo sitio, aunque al final nos decidimos por otro un poco más pijín, el Casón de los López, absolutamente maravilloso aunque no muy recomendable para el bolsillo...

Mentxu dijo...

Pues nada, apuntamos para cuando volvamos a Toledo y el bolsillo esté más saneado :)