21 de abril de 2010 | | 4 comentarios

Paso previo: los fallos

¿Srta. Mentxu? - Sí, soy yo -
Le llamamos para comunicarle que el día 27 se realizará la visita para ver los fallos del piso.

Así empezó todo. Conatos de ilusión, de emoción y también preocupación a raudales. Todo eso cabe en una visita a ver los fallos y la evidencia de que queda muy poco.

El día que me compré el piso creo que no sabía ni lo que hacía: no tenía trabajo fijo ni sabía cuánto tardaría en tenerlo...simplemente pensé que en un par de años, necesitaría una vivienda en mi vida y que las cosas progresarían hacia donde yo deseaba. Los cálculos salieron bien. ¡Menos mal!

Ahora que se acerca el momento, todo se traduce a $$$$$$$. Lo curioso de todo esto es la facilidad con la que nos hipotecamos durante los próximos treinta años de nuestra vida y este enfrentamiento repentino con la cruda realidad que supone saber que el banco va a pasar a tener más dominio sobre ti que tú mismo.

Además he sacado otras conclusiones no menos valiosas: da igual las cuentas que hagas, que estimes en base a el peor de los casos, que hagas números por lo alto...la cantidad siempre será mayor de la esperada cuando eres tú el que tiene que abonarla y menor siempre que te la tienen que abonar a ti...así son los números.

Acojone señores, eso es lo que se me ocurre ahora. Este momento es una mezcla de crisis de madurez porque ya ha llegado el momento de volar, de sensaciones encontradas con respecto a lo que se ha de dejar y a lo que se ha de construir, de hacer números de forma constante hasta tener ganas de mandar la hoja excel a tomar viento fresco y de racionalizar como si estuviéramos en periodo de entreguerras para que todo llegue, para que todo cuadre...

Por eso, a veces no me extraña mi falta de emoción, es que el panorama es tan ambivalente que uno no sabe si reír o llorar.

En todo caso, tengo ganas de entrar por la puerta de esa casa y verla con mis propios ojos. Tengo la esperanza de que en ese momento, se me quiten todos los miedos.

15 de abril de 2010 | | 0 comentarios

Credenciales

Ya se va acercando ese día de mayo que será día de partida a la aventurilla. Poco a poco nos hemos ido haciendo con la equipación gracias a que hemos podido tomar prestado de aquí de allá (por cierto, gracias a todos porque no sé si todavía queda alguien a mi alrededor que no me haya dejado algo) y al Decartón, que para algunas cosas, aunque sinceramente no todas, no tiene competencia.
Así pues, estamos en fase de entrenamiento y de concienciación de lo que parece que va a ser el camino: madrugones, dormir con tropecientas personas en literas (si es que no tenemos problemas de masificación peregrina) y las caminatas en torno a los 25 km. diarios con los utensilios básicos colgados a la espalda.
Parece un plan poco apetecible, pero les puedo asegurar que las tres que nos aventuramos, tenemos muchísimas ganas, que es lo fundamental y estos días andamos mirando foros, pidiendo opiniones, repartiendo peso entre las mochilas y por último, el otro día nos acercamos a la Asociación de Amigos del Camino de Madridpara hacernos con la credencial.
Ahora mismo está en blanco, pero al final del camino estará repleta de sellos que nos habrán puesto en aquellos sitios por los que habremos pasado a fin de que podamos demostrar que hemos hecho andando al menos los últimos 100 km. del recorrido y que se nos reconozca como peregrinas a la llegada a Santiago.
Por ahora no nos imaginamos todo lo que está por suceder, sabemos que el tramo del camino francés que vamos a recorrer es un negocio económicamente muy rentable, pero aún así, seguro que encontramos tranquilidad, naturaleza, gente de todo tipo y dificultades. Por otra parte no he encontrado todavía (y creo que he leído todos los foros habidos y por haber) una mala opinión de nadie que haya hecho el camino sobre la experiencia y a duras penas cuesta averiguar si hay alguien que no lo ha acabado.
Así que, como se dice entre peregrinos para dar ánimos: ¡ULTREIA!

9 de abril de 2010 | | 0 comentarios

Un viernes como cualquier otro

La verdad es que hacía mucho que no tenía una tarde así, de viernes tranquilo. Sólo empaña la escena la presencia de un libro de Macroeconomía que para más inri, no me cae mal, se me atragantan un poco los gráficos y tengo que volver una y otra vez a releer los conceptos para no perder el hilo, pero no está del todo mal esta materia que hasta la fecha no existía en mi vida.

Aparte de eso, todo está en orden, sospechosamente en orden. Supongo que alguien habrá vivido esas épocas en la vida en la que todo está bien, tan bien hasta que de repente todo se tambalea. La primera vez todo esto te sacude, pero las siguientes ya te acostumbras y empiezas a tener esa sensación que tengo yo...la de que todo está sospechosamente bien, lo que en términos económicos se traduce a un período de expansión y al que siempre le sigue un período de recesión, me temo.

Esta reflexión es la prueba irrefutable de que soy una pesimista al más puro estilo Woody Allen, pero no crean, que todavía queda un resquicio de esperanza, porque de vez en cuando me da por decir: bueno, mientras tanto, disfrutemos del momento. Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para Mentxu.

Así que este fin de semana me invade el carpe diem y pienso en
esto y en aquello. También pienso en que mañana me estaré probando un maravilloso vestido para la boda del fin de semana que viene y espero con todas mis fuerzas entrar en él y que me iré de cañas con mis amigas un sábado por la noche. También pienso que esta noche me voy al cine a ver En tierra hostil y que espero encontrar un belicismo bien hecho y no cualquier cosa.

Por último, aunque el fútbol me da igual, espero que nadie tenga mala cara el domingo. Ya ven, me conformo con poco. Tan poco como que soy feliz cinco minutos mientras acabo de escribir este post con la nueva canción de Ismael Serrano de fondo. Ya lo decían las viejas inscripciones en latín de los relojes: Acuérdate de vivir.

4 de abril de 2010 | | 3 comentarios

Toletum

Se acaba la cortísima Semana Santa. Como viene a ser costumbre no he salido de Madrid, porque el tema de los atascos para ir y para volver me desmotiva y aburre soberanamente, así que ya habrá otras fechas más propicias. Para estas fechas me reservo el viernes para comer en familia, que como buenos andaluces que son mis padres, celebran la Semana Santa con una mesa repleta y muchos platos tradicionales.

El sábado, para quitarnos la espina de no participar en la operación salida, Uri y yo nos fuimos a Toledo, ciudad que yo no pisaba desde hace diez o doce años, ahí es nada. El tiempo fue regular, cielo gris y bastante viento y al final, cuando cogíamos el coche para volver, comenzó a llover, así que nos libramos por poco del aguacero. No obstante, lo pasamos muy bien subiendo y bajando cuestas empedradas y rememorando rincones que a pesar de los años, a uno no se le olvidan.

Para darnos el gustazo, recabamos información en Internet sobre dónde podíamos comer y reservamos en el restaurante La Abadía. Las referencias acertaban de pleno, el sitio era muy bonito y dimos buena cuenta de una sartén de huevos con patatas y txistorra, solomillo de ciervo, solomillo ibérico con envoltura de foie y boletus y un brownie. Todo buenísimo, así que si alguien va a ir a Toledo próximamente, que tome nota.

Sólo una pega a esta ciudad: los precios prohibitivos. Entiendo que la forma de conservar las cosas es pagando por verlas, pero haciendo cálculos, si se quiere ver bien Toledo y entrar en todos los monumentos, el presupuesto sale por unos 50€, lo cual es una barbaridad. Punto y aparte es pagar 2,30€ por entrar a ver El entierro del Conde de Orgaz y no recibir ni una simple cuartilla (no hablamos ni de visita guiada ni mucho menos) en la que venga explicado mínimamente el cuadro y los personajes, tan sencillo como eso. No sé, creo que hay que esmerarse un poco ya que se cobra.

La visita a la Catedral de Toledo eran ni más ni menos que 7€ y lo que más nos interesaba, el Alcázar y la casa-museo de El Greco, estaban cerrados por reformas, así que nos quedamos con las ganas. Aparte de eso, mi flamante carnet de estudiante sólo sirvió en un sitio, así que pobres de los padres de familia que quieran enseñar Toledo a sus hijos porque tendrán que ahorrar para ir en familia.

Pero no todo son pegas, porque pasear por ciudades como Toledo, que está a apenas una hora de Madrid es una delicia. Espero que no pasen otros diez años antes de volver.