Día de antes de examen universitario. No me juego puesto de trabajo, ni castigo de papá sin veraneo, ni nada de nada, puro vicio esto de estudiar por estudiar, por saber simplemente, van a tener razón algunos...todos esos que me ponen cara de ¿pero tú no vas a parar nunca o qué? ¿O qué? pues eso digo yo, qué sensación más tonta ésta de estar tan insegura como siempre se está antes de un examen.
Y qué privilegio éste de estudiar por no tener otra cosa mejor que hacer y en la que invertir el tiempo libre. Qué sensación más rara la de mirar alrededor y pensar que no se forma parte de cuatro millones de parados y hacerlo con la sensación de haber escapado a tiempo de un laberinto al que se le cerraba la puerta...con la gota de sudor recorriendo la frente, tras dejar atrás la piedra rodante del templo maldito.
Y sin embargo, decepcionada, mucho. Porque no puede ser. Sencillamente no puede llegar a haber un 20% de desempleo en este país y no podemos dar pasos de cangrejo hacia una jubilación demasiado tardía. Y me da igual la lealtad partidista, no se puede avocar a una generación entera a tener un renglón en blanco en el currículum. Una generación preparada y sin embargo, acostumbrada al amparo paternal, bajo el cual he crecido yo misma: segura, caliente y bien alimentada.
Qué difícil resulta erigirse reivindicadora cuando se sabe que el mes siguiente se cobrará y el otro y el otro...pero cada cual tiene su historia y sus precariedades y su empleo mal pagado y no está de más quejarse y pensar que los demás también merecen lo que algunos tienen, y para ello, ha de existir una élite política preparada, que sepa lo que tiene entre las manos cuando coge el cetro, lo digo por estos y por aquellos, que nada surge de la nada. También lo digo por los ciudadanos, que deberíamos hacer bastante más uso de la reivindicación y de la petición de explicaciones a aquellos a los que concedemos el voto.
Mañana tengo examen de Fundamentos de Ciencia Política. Cuánta teoría y qué poquita práctica. Ése es el problema.
Y qué privilegio éste de estudiar por no tener otra cosa mejor que hacer y en la que invertir el tiempo libre. Qué sensación más rara la de mirar alrededor y pensar que no se forma parte de cuatro millones de parados y hacerlo con la sensación de haber escapado a tiempo de un laberinto al que se le cerraba la puerta...con la gota de sudor recorriendo la frente, tras dejar atrás la piedra rodante del templo maldito.
Y sin embargo, decepcionada, mucho. Porque no puede ser. Sencillamente no puede llegar a haber un 20% de desempleo en este país y no podemos dar pasos de cangrejo hacia una jubilación demasiado tardía. Y me da igual la lealtad partidista, no se puede avocar a una generación entera a tener un renglón en blanco en el currículum. Una generación preparada y sin embargo, acostumbrada al amparo paternal, bajo el cual he crecido yo misma: segura, caliente y bien alimentada.
Qué difícil resulta erigirse reivindicadora cuando se sabe que el mes siguiente se cobrará y el otro y el otro...pero cada cual tiene su historia y sus precariedades y su empleo mal pagado y no está de más quejarse y pensar que los demás también merecen lo que algunos tienen, y para ello, ha de existir una élite política preparada, que sepa lo que tiene entre las manos cuando coge el cetro, lo digo por estos y por aquellos, que nada surge de la nada. También lo digo por los ciudadanos, que deberíamos hacer bastante más uso de la reivindicación y de la petición de explicaciones a aquellos a los que concedemos el voto.
Mañana tengo examen de Fundamentos de Ciencia Política. Cuánta teoría y qué poquita práctica. Ése es el problema.
3 comentarios:
Qué gran post, hija. Qué bien escribes.
ha de existir una élite política preparada, que sepa lo que tiene entre las manos cuando coge el cetro
Más razón que un santo... Qué país, qué pena.
Pues sí, qué pena. Y para muestra de lo que muchos pensamos, un botón
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