Una empresa inmersa en ese mundo cambiante y a caballo entre lo tradicional y lo moderno, que oscila entre el eterno papel y el pujante formato electrónico, que se basa en la industria del mejor invento del mundo o si no, imagínense por un momento un mundo sin libros y nuestras vidas sin ellos, porque hasta el que menos oportunidad ha tenido de aprender a leer y a escribir ha tenido uno en sus manos alguna vez y si no ha sido así, seguro que lo habrá echado en falta.
Los editores, esos señores que en mi imaginación habitaban despachos repletos de libros apilados de cualquier forma (como no) y detrás de oscuras mesas de roble, como si la sabiduría sólo se vistiese con maderas nobles, han pasado a tener forma de profesionales prometedores que se adaptan a un despacho Ikea y manejan con virtuosismo los programas de maquetación en pantallas extragrandes.
Todo cambia, hasta el sector más inamovible ha de adaptarse y la edición se encuentra en ese momento en el que puede enriquecerse del progreso, pero a la vez, puede conservar todo lo que ha ido atesorando durante siglos de arte, porque la edición también es arte, el arte de que las líneas, los márgenes y la tipografía sean perfectas para que la lectura y la consulta sean un placer.
Nace OPORTET EDITORES, bajo el lema de que son necesarios. Son necesarios los buenos editores, los buenos libros y por supuesto, los nuevos emprendedores que no se pierden en miedos y apuestan por el buen hacer y por poner su grano de excelencia en este mundo en el que muchos nacen y pocos llegan. Esperemos que Oportet haga obras que perduren y a la vez, su sello perdure con ellas durante mucho tiempo. Que así sea.