27 de noviembre de 2010 | | 1 comentarios

Remembering

Parece que todo vuelve y tal es así que dicen las revistas de moda que ahora estamos viviendo un momento muy "ochentero", es decir, que vuelven las rayban de pasta de colores y las hombreras.

Lo mejor de todo es que se rescatan cosas que nunca pierden vigencia. Una tiene sus debilidades y aunque no esté profundamente marcada por los 80 ya que nací en el mismo año que comenzaba la década y mis recuerdos de juventud se remontan más bien a los 90, tengo la vaga consciencia de que siendo bien jovencita mi hermana alquiló Dirty Dancing para que la viésemos en VHS una tarde. A sabiendas de que esta película se estrenó en el año 87, es bastante probable que yo lo viera en el 89 o 90 tranquilamente. Pues bien, cada cual tiene sus rarezas y la mía es que a partir de ese momento he debido verla unas 20 veces y sospecho que no soy la única. Hay quien tiene Grease, hay quien tiene Ghost, hay quien tiene La Princesa prometida y yo tengo debilidad por las películas de baile, incluso en la actualidad me trago cualquier cosa donde haya unos bailecitos, ya sea una peli moñas de Richard Gere o una de Chayanne que han puesto 500 veces en la televisión, incluso caí en la fatal trampa de ir a ver Dirty dancing 2, que fue como recibir una puñalada en el corazón.

Bueno, lo curioso de todo esto es que esta misma tarde mientras ojeaba la prensa digital de nuevo, he visto que los Black Eyed Peas han remasterizado la famosa canción de la película que todo el mundo ha oído alguna vez y que se llama Time of my life, y no he podido evitar escucharla. No es que sea fan de los Black Eyed o que me encante la música electrónica, pero tengo que reconocer que este grupo me cae muy bien y que me parece que saben hacer las cosas con bastante gusto, por lo que la versión tiene su aquel.

Pero aquí no acaba esto. Sigo leyendo y en un hecho sin precedentes, vuelvo a encontrarme con Dirty Dancing de nuevo, porque resulta que la que fue protagonista antaño, Jennifer Grey, una chica que yo no he vuelto a ver en más películas y por la que no había mostrado más interés, ha ganado el ¡Mira quién baila! americano frente a la hija de Sarah Palin nada menos.

Y ante esto, ¿qué puedo hacer yo? Bueno, pues de primeras, sentir curiosidad por saber cuál es el aspecto de la señorita después de tantos años y ver cómo baila y se defiende en unos brazos que no sean los de Patrick Swayze. Pues bien, entro en el enlace de ABC news y no doy crédito a lo que veo porque la mujer que baila lo mismo puede ser Jennifer Grey que su prima la de Arizona, en cualquier caso, es alguien que durante todos estos años se ha criogenizado o ha vendido su alma al diablo o ha encontrado el elixir de la eterna juventud.


Desde luego su paradero no ha sido desconocido, bastaba con llamar una por una a las clínicas de estética de América para encontrarla en alguna...¡madre mía! pero ¿habrá algo en esta mujer que sea suyo de verdad? Eso sí, la mujer baila muy bien, aunque sea una pena que ya no lo haga con el estupendo tipo de tupé y chupa de cuero.
Todo esto me recuerda que tengo que hacerme con una copia de la peli en DVD.

23 de noviembre de 2010 | | 2 comentarios

Chistes sobre políticos

Como las elecciones catalanas no me pillan en situación de derecho a voto, cosa que sí tocará el año que viene en Madrid, sigo con menos que más interés la evolución de las encuestas y las predicciones para el próximo domingo en Cataluña. Por ahí tenemos a Montilla retando a Mas en una grabación donde su asistente no sabe dónde meterse, a Puigcerdós metiéndose con los andaluces como si no le hubieran contado nada en el colegio de las emigraciones internas del campo a la ciudad en los años 60 y a Alicia Sánchez-Camacho como representante del Partido Popular y de paso, imagen de alguna clínica de cirugía estética para prevenir sobre los efectos del bótox.

El caso es que he leído en la prensa esta mañana que Alicia Sánchez-Camacho, en un alarde de no sé muy bien qué, va a participar en el Club del chiste, un programa de Antena 3. En fin, en los tiempos que corren, con la que está cayendo, sinceramente ya no sé qué es lo que queremos de la clase política, ¿qué nos cuenten chistes? Por lo que veo, los ciudadanos tenemos una tendencia bastante peligrosa a "desubicar" a los personajes públicos, nos encanta sobremanera ver cómo hacen cosas para las que no están especialemente dotados o por lo menos, no es su principal habilidad. Así nos gusta ver bailar a los futbolistas, cantar a los toreros, escribir una carta a Belén Esteban y un largo etc. que nos entretiene y divierte.

Pues muy bien. Pero sinceramente, llega un momento en el que al político deberíamos exigirle seriedad, buena gestión, que sea honesto y que no prometa cosas que no va a cumplir y dejáramos de solicitar como televidentes de lo absurdo que el candidato X nos cuente chistes sobre Zapatero o sobre chinos. ¿Es eso señal de algo? ¿puede empujar a alguien a meter una papeleta en un sobre el domingo que determinado candidato cuente bien o mal los chistes? ¿Habrá que olvidarse de los tediosos mítines y reconvertirlos en campeonatos de chanzas?

Ya sé que es pura imagen y márketing y que quizás las cosas no haya que tomárselas tan en serio, pero en verdad pienso que la política en la actualidad no está para perderse en chorradas y el político no está para divertir al pueblo si no para gestionarlo adecuadamente. Sin embargo, pienso que el grueso de la población no distingue entre una cosa y otra...una vergüenza.

9 de noviembre de 2010 | | 1 comentarios

10.000

Siempre hay una primera vez para todo, incluso para correr 10.000 metros, que ya es una distancia aceptable. Hace mucho que tenía pendiente la gesta y había probado con alguna carrerilla menor, pero nunca había surgido la oportunidad o me había decidido a lanzarme a completar el recorrido que hacen casi todas las carreras populares. Llevo años detrás de participar en la San Silvestre y por unas o por otras (incluida la de este año) no he podido hacerlo, así que me he estrenado con la Carrera BBVA, que además cuenta con fines solidarios.


El domingo 7 de noviembre, tras unos días con un tiempo bastante anómalo para esta época del año, Míkel, Uri y yo nos colocamos las mallas, algo de abrigo y la camiseta con el dorsal y nos dirigimos al Paseo de la Castellana para recoger el chip y colocarnos al final de la marea azul, donde esperamos a Camilo, corredor experimentado donde los haya, que esta vez invirtió sus energías ya no sólo en hacer el mismo recorrido, sino que además andaba y desandaba sus pasos para ilustrar gráficamente el momento.

Siete minutos tardamos en pasar por el arco de salida gracias a los casi 10000 corredores, tantos como metros se recorren, que se habían dado cita. El pistoletazo de salida nos distanció primero de Míkel, que tomó una delantera que mantuvo durante toda la carrera, mientras que Uri y yo, a un ritmo aceptable y constante, nos quedamos un poco más atrás.


Lo más destacable de una carrera popular es el ambiente festivo, un montón de gente madruga un domingo para pasar un buen rato con los amigos, hacer deporte y como no, sufrir un poco en alguna cuesta como la que antecede al ángel caído en el Parque del Retiro, para al final conseguir la recompensa moral de haber sido capaz.


La llegada, con un orgulloso y digno sprint, se materializó en el minuto 63. Una vez cumplido este reto, nos marcamos el siguiente: llegar antes de que el crono marque el minuto 60.

2 de noviembre de 2010 | | 2 comentarios

Sin brakets y a lo loco

Pues al fin llegó el día en el que los brakets ya no estaban allí. Liberada, no sin antes sufrir bastante porque van cementados y quitarlos es mediante lo que se puede denominar casi "fuerza bruta", vamos, que me pasó lo que nunca me había pasado, que al tercer intento de quitar uno que se resistía lloré, no que se me escapara una lágrima tonta, sino que lloré de dolor.

Todavía recuerdo el día después de ponérmelos, cuando no sabía si me podía acostumbrar a llevar aquello durante una duración indefinida que al final ha resultado ser dos años. Dos años de evitar comer los bocatas con pan normal, la fruta a mordiscos o comer pipas o chicle si no quería un resultado nefasto. Todavía recuerdo el primer filete (de restaurante, grueso y al punto) que intenté comerme una semana después de que me pusieran el aparato: un auténtico desastre. Imposible masticar con todas aquellas cosas metálicas.

No puedo quejarme mucho porque sólo he llevado brackets abajo, por lo que lo único que he solucionado ha sido un problema estético: el apiñamiento de los dientes inferiores. Ahora los tengo alineados, pero me falta un premolar que hubo que extraer para conseguir ese resultado y la verdad es que salvo eso, mi dentadura sigue siendo la misma de siempre, así que sigo siendo, como diría mi madre, un poco picona.


Me los puse convencida de que sería para mejor, pero la verdad es que no tenía mucha confianza en mí, pensaba que me pasaría el día quejándome, pero me acostumbré y lo he llevado bastante bien. Supongo que mi entorno habrá agradecido que no haya persistido en mis lamentos por todas las molestias que ocasiona. En definitiva, que la ortodoncia es algo que se sufre en silencio.

Así que quien tenga la idea de iniciarse en el maravilloso mundo de la ortodoncia, que no se lo piense, que piense en los resultados, que siempre serán buenos y sobre todo que se haga con un arsenal de cepillos de dientes (creo que la media es de uno por mes), de cera dental para las llagas que se producen al principio y que aprenda a sonreír durante unos cuantos meses sin abrir demasiado la boca, sobre todo después de haber comido. También recomiendo atesorar kilos y kilos de paciencia, para el proceso en sí y para las horas de espera en la salita del dentista, que con tanta visita, el tiempo perdido leyendo revistas del corazón será considerable.