Las entradas del concierto también incluían el alojamiento en el Meliá Alicante, un megahotel entre el puerto y la Playa del Postiguet al más puro estilo turismo de Levante, con sus recepciones brillantes, sus tarjetas para todo, innumerables habitaciones, salones, ascensores y restaurantes, en definitiva, un mundo para bolsillos de americana y bolsos Gucci.
Al mediodía nos acercamos a comer a una taberna recomendada por la guía de 11870, a la que siempre acudo cuando voy a un sitio que no conozco y que una vez más, ha resultado ser 100% acertada y útil. Se trataba de la Taberna del Gourmet (Carrer Fernando, nº 10), un sitio que te recibe con un enorme cartel en el que indica que es Premio Nacional a la mejor barra del año 2009. La entrada es una barra de bastante amplitud en la que se puede tomar algo y al fondo, el local se divide en dos plantas con mesas a modo de restaurante.
La decoración frente a la barra estaba hecha con cristaleras decoradas con productos tradicionales y grandes pizarras en las que se podían leer los platos y sugerencias, así como los innumerables tipos de vinos. Dentro de la barra, había un espacio en el que el cliente puede ver la elaboración de las tapas y raciones frías. La carta era extensa, así que por elegir algo, probamos la ensaladilla de la taberna, los huevos rotos con patatas y el rulo de cabra con hierbas y miel de níspero. De postre, el helado de vainilla con toffee. Todo buenísimo. Como apunte curioso, uno de los camareros que nos atendía, nos comentó que en ese momento, al fondo del restaurante, estaba comiendo Benicio del Toro, que estaba esos días rodando una película en Alicante, así que antes de irnos pude hacer un barrido visual por la sala y le ví en la última esquina del local, casi de espaldas. Sinceramente, esperaba encontrarme al Ché y más bien me encontré a un tipo con camiseta negra y gafipasta, en fin, no deja de ser curioso ese tipo de casualidades, uno no siempre se topa en un bar con un galán con Hollywood.
Encantá de la vida
Por la tarde estuvimos en la Playa del Postiguet, playa urbana con hamacas y arena finísima donde el sol no acompañó demasiado pero sí lo suficiente como para darnos un buen baño. Después de eso, tocaba prepararse para ir al concierto.
De camino a la Plaza de toros de Alicante, teníamos otro sitio apuntado donde hacer un alto en el camino para picar algo antes de entrar. Se trata de El Foc (Carrer Tomás López Torregrosa, nº 13), otra taberna un poco más modesta que la que habíamos visitado al mediodía, pero con mucha solera. Como eran poco más de las ocho, conseguimos una mesa, pero cuando nos fuimos una hora después, el sitio ya estaba completo, así que debe ser uno de esos sitios muy conocidos entre los alicantinos. La taberna encalada con estilo rústico también ofrecía ensaladas, tostas y sobre todo, una amplia variedad de vinos, así que elegimos un par de tostas, una de focaccia de roast beef de caballo con ceboll, otra de solomillo y un hojaldre de queso de cabra con mermelada de tomate.
La entrada a la Plaza de toros no tiene nada que ver con las colas monumentales de Las Ventas, una entrada mucho más tranquila puesto que la plaza es más pequeña. Convencí a Uri para ver el concierto sentados en vez de estar de pie en el coso, así que cogimos un buen sitio casi frente al escenario.
Feliz, Feliz
Eché de menos un poco más de movimiento en la plaza de toros, cierto es que las canciones de Sabina son en su mayoría nostálgicas, pero hay unas cuantas en las que el público podía haberse arrancado más. No obstante, Sabina jugaba con su fina ironía y acertaba en los comentarios, los adaptaba a Alicante (incluso cantó la primera estrofa de Contigo en valenciano) y no paraba de dedicar canciones e incluso el concierto entero a sus amistades. Con dos bises el concierto llegó a su fin con La del pirata cojo y con Pastillas para no soñar.
A la mañana siguiente no nos perdimos el desayuno buffet del hotel. Para los que no frecuentamos esas categorías hoteleras, las mesas repletas de cualquier cosa que te pueda apetecer al levantarte nos sigue pareciendo un espectáculo en sí mismo, y así acabó el maravilloso fin de semana, desayunando junto a la cristalera que daba a la Playa del Postiguet, con unas estupendas vistas, huevos fritos con bacon y unas tortitas con chocolate de pecado mortal un domingo por la mañana.
Las vistas de la ventana y de la mesa. Difícil elegir cuál era mejor.
P.D. Gracias infinitas Uri.