11 de septiembre de 2011. Los medios de comunicación se han afanado en recordar con especial ímpetu la efeméride, todos los años se repiten las imágenes y las historias, pero todos sabemos la importancia que otorgan las décadas, los decenios, los centenarios, los siglos, a un acontecimiento.
Nueva York, 2011. Atentado contra las Torres Gemelas. El mundo tal y como lo conocemos vivió el acontecimiento mediático que más impacto ha tenido en la sociedad en los últimos años. Cada día se repiten los conflictos, las guerras, las hambrunas, sobre todo en países tercermundistas, pero ese día, la diferencia fue claramente la siguiente: el gran gigante capitalista, líder del primer mundo, fue atacado en su epicentro. El terrorismo islámico como nunca antes se había podido prever ni imaginar, voló el centro financiero de la ciudad más emblemática de los Estados Unidos en una acción que fue a la vez, amenaza y hecho consumado.
Todos guardamos memoria de ese día, por la dimensión irreal del hecho, al igual que guardamos una memoria desgraciadamente vívida sobre los atentados de Madrid el 11 de marzo de 2004. Una desgracia así, tal y como podemos percibirla ahora de forma inmediata y milimétrica, no se nos olvida nunca.
Estos días los medios andan recopilando experiencias, puntos de vista y supongo que en un intento por analizar cómo se recuerda el terror y el espanto diez años después, preguntan ¿Qué estabas haciendo cuando ocurrió el atentado contra las torres? Leer las experiencias te obliga a hacer memoria sin que esto te suponga mucho esfuerzo.
El 11 de septiembre de 2001 yo apuraba los días de un contrato de verano junto con otros compañeros de la diplomatura en la sección de documentación del periódico ABC. Salimos a las 14.30 de los edificios que la antigua Prensa Española, ahora Grupo Vocento, tiene en Josefa Valcárcel y me dirigí en coche a casa, llegué un poco de las 15 horas, mis padres estaban de vacaciones, así que fui a la cocina, encendí la televisión para ver el telediario de Telecinco que por entonces presentaba Angels Barceló. El telediario estaba acabando y contaba que había un incendio en una de las torres del WTC de Nueva York mientras mostraban las imágenes, unos segundos después, en la imagen aparecía un avión que se estrellaba contra la segunda torre. Yo, como tantas otras personas, no sabía si era una repetición o en verdad aquello estaba también sucediendo en la otra torre.
Vivir aquella noticia desde dentro de un medio de comunicación fue algo que no olvidaré. De aquel día guardo periódicos, suplementos especiales que se quedarán en una caja para la posteridad y también guardo una preocupación infinita por cómo se desarrollarían los acontecimientos tras un ataque frontal a la mayor potencia mundial del momento.
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