29 de noviembre de 2009 | | 5 comentarios

Chamanes

Como todo el mundo que tiene alguna vez síntomas de una enfermedad, siempre he ido al médico de cabecera y de éste, a las pertinentes especialidades. Por lo general, no me automedico, no dejo pasar el tiempo a ver si se cura solo y por lo general, hago bastante caso a los tratamientos. Mi última ronda por centros médicos ha sido a raíz de una dermatitis que desde hace dos años, me trae por la calle de la amargura: picores, ronchas, heridas y un tratamiento a base de antihistamínicos y cortisona para cuando el brote ya me cubre el cuerpo. Insoportable, de verdad. Lo curioso de todo esto, es que es raro que cosas así surjan con 27 años y cuando no has tenido ni un sólo problema en la piel. Así pues, nos sumamos a las desagradables casualidades de la vida.
Lo normal en estos casos es aguantar...hasta que la cosa ya torna a ser insufrible y lo peor: se acaban las pruebas y te dan el alta sin que el problema se haya solucionado y con la idea de que tienes que ir aceptando que es crónico y además, de origen nervioso, que no es más que el origen de todo aquello que no se sabe de dónde viene y que hay que darle una explicación. Yo creo que ése es el punto en el que empiezas a comprender por qué hay gente que se agarra a un clavo ardiendo, por qué la gente acude a curanderos, naturalistas, chamanes...a pesar de que el resto piense que son una pérdida de tiempo.

Pues bien. Aquí estoy yo, con mi problema de dermatitis nerviosa agarrándome a ese clavo ardiendo y acudiendo a un señor famoso en Soria porque cura todo tipo de patologías, especialmente eficaz con la curación de anginas mediante medicina tradicional y hierbas varias. No es un santo, pero casi.

Así pues, ayer sábado nos pegamos un madrugón antológico para llegar al Soria a la consulta de este señor a las 11 de la mañana. Típica casa particular de una planta, con una habitación dedicada a la consulta, y un par de habitaciones dispuestas como salas de estar. Cuando entras, el señor no te mira ni una sola roncha, sino que te hace algunas preguntas, te mira con una especie de linterna la uña del dedo meñique (procedimiento curiosísimo) y te da un tratamiento. En mi caso: 7 plantas distintas de las que tengo que hacerme una infusión y bebérmela dos veces al día.

Se supone que voy a tener un brote fuerte y que después mejoraré...porque según el señor quiromasajista -botánico, se trata de que todo lo que tengo dentro salga fuera. Todo esto a cambio de 30€ por la consulta y 15€ la factura en el herbolario. Si sale bien, los 45€ mejor invertidos de mi vida, si no, pues 45€ gastados en un día en el que hice muchas cosas más y en el que me lo pasé muy bien visitando pueblos de España.

Hoy, día 1 de las infusiones, acredito que sigo igual de mal que siempre y que a pesar de tener mis reservas, voy a seguir el tratamiento a rajatabla...Al fin y al cabo, la verdad es que mal no me va a hacer y seguiré dando cuentas de la evolución en futuros post.

17 de noviembre de 2009 | | 4 comentarios

Dublín

No tengo perdón, ni siquiera una buena excusa para tener el blog tan abandonado...tanto que ni siquiera he comentado que me iba a Dublín este fin de semana pasado y eso que no puedo evitar dejarme llevar por la emoción de preparar un viaje...pero es que esta vez, ni eso. No preparé nada de nada. Ni itinerarios, ni guías, ni búsquedas en Internet...y es que parece que mis horas de dispersión en el trabajo se han esfumado y ando bastante ocupada en organizarme el grado en la UNED, que ya no es que esté invirtiendo tiempo en estudiar, sino que lo estoy intentando saber cómo funciona la universidad a distancia, a qué temarios me enfrento y qué asignaturas me voy a dejar desde ya para septiembre...un panorama un poco caótico.

Pero bueno, lo importante es que este fin de semana largo lo he pasado en Dublín. La excusa fue un billete baratísimo (Ryanair de nuevo) y que Noelia anda por Galway esta temporada. Así que allá nos fuimos para verla y conocer una ciudad mil veces nombrada, con un encanto difícilmente explicable.

Dublin no tiene una monumentalidad espectacular, más bien es una ciudad abarcable que hay que patear mientras se escucha atentamente su intensa historia. Hay que cruzar sus puentes, andar por las calles en busca de los edificios emblemáticos, adentrarse en sus preciosas y elegantes zonas comerciales y tomar parte de la vida social en los pubs, verdadero corazón irlandés junto con las iglesias.

Tuvimos la suerte de elegir un alojamiento más que asequible en pleno O'Connell bridge, por lo que hemos cruzado los puentes del Río Liffey, el mismo que acercaba los toneles de cerveza Guinnes hacia el mar durante siglos, un millón de veces. Temple bar es el corazón cultural de la ciudad, una calle llena de pubs donde tiene cabida todo un símbolo irlandés: la Guinness, las referencias a U2 y la música en vivo que siempre suena tan bien, aunque no te sepas ni una, al final siempre acabas tarareando el estribillo.
El itinerario fue bastante sencillo pero intenso. El viernes llegamos por la noche y nos fuimos a dar una primera vuelta de reconocimiento por Temple bar. El sábado lo dedicamos a hacer una ruta guiada de 4 horas de duración llevada a cabo por una iniciativa llamada Sansemans New Europe (apunten el enlace porque merece la pena tenerlo a mano) que se dedica a hacer tour guiados de forma gratuita (aunque realmente trabajan por la voluntad) por varias ciudades de Europa, entre ellas Dublín. El guía fue un uruguayo que hablaba por los codos y que sentía pasión por la historia...la mejor ruta guiada que he hecho y la más larga: el Ayuntamiento (punto de partida), el castillo de Dublín, Chrish Church, el antiguo asentamiento vikingo más grande de Europa (ahora bajo el hormigón de un edificio institucional, así que no somos los únicos que tenemos malos políticos), Temple bar, el puente Liffey, O'Connell Street y el Spyre, Trinity College, la Biblioteca y el Museo Nacional y St. Stephen's Green Park.
El sábado por la tarde acabamos callejeando por la ciudad, por Temple bar y finalmente, a refugio en un Starbucks...El tiempo nos respetó el viaje, apenas sacamos el paraguas, pero en cuanto caía la noche en torno a las 4.30 de la tarde, el frío se hacía notar.
El domingo nos fuimos de excursión al condado que está debajo de Dublín: Wicklow, para visitar las montañas y los lagos y ver el pueblo de Glendalough. Los paisajes eran un preciosidad (también lo llaman el jardín de Irlanda) y el guía no calló en toda la excursión. A la vuelta estuvimos paseando por Grafton Street, la zona comercial, hasta llegar a la estatua de la famosa Molly Malone.. Esa misma tarde Noelia debía coger su autobús a Galway, así que volvimos a despedirnos hasta su vuelta en diciembre y nos fuimos a cenar y a beber pintas a su salud.
El lunes regresábamos por la tarde, así que madrugamos y nos dimos un paseíto para visitar la fábrica Guinness, que está a media hora del centro. El edificio con forma de pinta gigante ofrece todo un paseo por este símbolo nacional y al final de la visita te invitan a una pinta en el Gravity bar, con vistas de 360 grados sobre la ciudad de Dublín. Ese día comimos, recogimos las cosas y nos dirigimos al aeropuerto con alguna dificultad a la hora de coger el autobús ya que nos tocó el único irlandés antipático que nos cruzamos durante los tres días, el resto, gente amabilísima.
Así pues, otro objetivo cumplido y al que volvería sin dudarlo a pesar de la mala comida, porque la verdad es que comer medianamente sano en Dublín es una misión bastante complicada. Menos mal que el desayuno era más o menos básico y podíamos tirar de energía a primera hora a pesar del aguachirri que toman por café. Eso sí, pudimos probar un par de tartas que estaban de impresión.
Así que supongo que si el precio de los vuelos se mantiene, Dublín volverá a ser visitado más adelante. Merece la pena.

7 de noviembre de 2009 | | 0 comentarios

Facebook de nuevo

Casualidades de la vida. El otro día una conocida web de venta de entradas regalaba entradas dobles para un musical a través de facebook. Veloz ante el reclamo de lo gratis, me avalancé sobre la oportunidad sin darme cuenta del pequeñísimo detalle de que el musical se estrenaba en Barcelona. Inevitablemente, como suele suceder en estas situaciones absurdas, las entradas me tocaron, así que me ví ganadora de dos entradas para un musical que se estrenaba dos días después, a 600 kilómetros de casa...casi nada.


Entonces decidí que tenía que darle una finalidad al regalo, por lo que contacté mediante facebook con unos conocidos residentes en Barcelona a los que conocí en su día a través de Frikitecaris, que tampoco podían ir al estreno, pero que a su vez, lanzaron por dicha red social el reclamo de que yo disponía de dos entradas gratis para ver el musical.


A raíz de eso, alguien solicitó las entradas para ir con su hija. Nos presentaron virtualmente y después nos pusimos en contacto mediante facebook, claro está. Yo empecé a gestionar que las entradas fueran a su nombre, nos íbamos contando las novedades a través de nuestros respectivos walls, hasta que reparé en el pequeño detalle de que la mujer con la que me estaba intercambiando comentarios tenía un nombre que me resultaba familiar y que además, en su muro constaba una página web. Pardiez! estaba regalándole las entradas a Susana Vallejo, escritora de juvenil y autora de Porta Coeli, una saga de libros de fantasía que han pasado una y mil veces por mis manos en el mostrador de la biblioteca.

En fin...diremos que Facebook es una chorrada, que no tiene finalidad, que tal y que cual...pero la realidad es que en este caso, una persona consiguió entradas gratis para ver un musical con su hija (y lo pasaron en grande) y que yo tuve mi pequeño momento de gloria al conocer a una escritora de éxito.